Ingrid sulla strada
Italia, 1973
Director: Brunello Rondi
Género: Drama
Guión: Brunello Rondi
Intérpretes: Janet Agren (Ingrid), Francesca Romana Coluzzi (Claudia), Franco Citti (Renato), Enrico Maria Salerno (Urbano)
Música: Carlo Savina
Argumento
Ingrid es una joven finlandesa que por algún traumático motivo decide escapar de casa, y también de su país. Toma un tren con rumbo al sur sin tener muy claro su destino. En el pequeño cuarto de baño de su vagón se quita las bragas (“¡no me las pondré nunca más!”) y toma una crucial determinación: De ahora en adelante se dedicará a prostituirse. Allí mismo, en el diminuto retrete, atiende a su primer cliente; un pasajero que estaba esperando para entrar al baño. Poco después al segundo, también en el tren. El billete, que hasta el momento no tenía, se lo costea al revisor con lo que ha ganado prostituyéndose.
Así, tras atravesar toda Alemania, los Alpes y parte de Italia, llega hasta Roma. Allí conoce en la calle a prostitutas profesionales y experimentadas, haciéndose amiga de Claudia, una de ellas. Ésta lleva a Ingrid a su casa, que comparte con un pseudo-pintor de “arte moderno”.
Al día siguiente se van a “trabajar”, a esperar clientes bajo un puente. Ingrid ha elegido ser puta por vocación, y la veterana Claudia es su “profesora”, dedicándose a explicar a la finlandesa cómo debe actuar para lograr que los coches se paren junto a ella. Cuando al anochecer ambas están por marcharse, finalmente frena un vehículo. El conductor, un respetable caballero de muy buenos modales, las invita a su subir cortesmente a las dos. Se presenta como Urbano, es un aristócrata, y las lleva a su castillo.
El noble les explica que es viudo, y que necesita compañía femenina para paliar su soledad. Una vez en el castillo, que reúne todos los estereotipos de las películas de terror, comienza a revolcarse con ambas en una antiquísima cama, a la vez que se descorre una cortina dejando ver la sala contigua, donde varias personas están realizando una sesión espiritista.
Urbano les explica que tratan de invocar a Clara, la fallecida esposa del dueño de la mansión. Todos son médiums que intentan intensamente materializar a su difunta cónyugue. Ingrid debe ponerse el camisón de la muerta para atraerla, mientras el aristócrata comienza a excitarse sexualmente. De repente una inquietante mujer se aproxima a Urbano y a las dos chicas… Es Clara.
Irritada, Claudia interrumpe la sesión creyendo que todo es una farsa. ¡Y está en lo cierto! Pues se trata de un extraño juego necro-erótico que Urbano y su esposa (en realidad viva) gustan de practicar. Los médiums eran otros aristócratas aficionados al espiritismo.