Diario de Bucaramanga – Carlos Fung, 2013

Diario de Bucaramanga

Venezuela, 2013

Director: Carlos Fung

Género: Histórico

Argumento

El militar francés Louis Perú Delacroix, que ostenta el rango de coronel y ha combatido a las órdenes de Napoleón, se encuentra en Sudamérica y entra como edecán al servicio de Simón Bolívar. Estamos en 1828 y el Libertador Bolívar, padre de la Gran Colombia, debe estar alerta ante las conspirativas intrigas de sus rivales, liderados por su propio vicepresidente, el general Francisco de Paula Santander. Entre los partidarios de éste último se encuentra el señor Mutis, suegro del francés. Mutis le ha encargado a su yerno Louis que funja de informador, de infiltrado en las filas de Bolívar, que le pase datos al bando santanderista. Con esa misión, Delacroix entra a trabajar junto al libertador, cuyos consejeros miran con recelo al coronel galo, debido a sus antecedentes que poca confianza inspiran. Bolívar inicialmente tampoco se fía de él, pero está convencido de que es mejor permitirle trabajar para la causa (tal vez por aquello de “ten cerca a tus amigos, pero más cerca todavía a tus enemigos”). Bolívar le encarga a Louis que se dedique a redactar los acontecimientos y el día a día, sucesos políticos y cotidianos, que vayan ocurriendo durante su estancoa en la ciudad de Bucaramanga, a modo de diario. Allí, Bolívar y los suyos han establecido su cuartel general y contemplan con creciente preocupación los eventos que se van sucediendo en las cortes, con el creciente poder y la amenazante influencia del general Santander.

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Sicario – José Ramón Novoa, 1995

Sicario

Venezuela, 1995

Director: José Ramón Novoa

Género: Drama

Guión: David Suárez

Intérpretes: Laureano Olivares (Jairo), Néstor Terán (Tigre), Melissa Ponce (Rosa)

Argumento

Colombia, 1990. Jairo (Laureano Olivares), es un adolescente de unos 16 años que vive en los suburbios de Medellín junto a su madre, su hermana y su hermano pequeño Aníbal. La familia, de clase baja, a duras penas sale adelante con los escasos ingresos de la sufrida progenitora, quien trabaja de cocinera en un restaurante. Jairo pronto cae en las redes de los patibularios pandilleros del barrio; éstas «malas compañías» le tientan con el «dinero fácil» (pero peligroso) que puede ganarse en el turbio mundo de la delincuencia organizada. Poco a poco, Jairo se irá sumergiendo en una espiral de crímenes y violencia, en un círculo vicioso del que ya no será posible salir.

Tras cometer su primer homicidio durante un atraco, el jóven llama la atención de un captador de sicarios del cártel de Medellín. Éste le encarga el asesinato de un importante magistrado y le promete a cambio ingentes cantidades de pesos. Jairo tiene éxito en su misión y cobra la suma acordada. En su barrio, se dedica a ayudar a su familia, dándole gran parte del dinero a su madre. Ésta sin embargo está sumamente preocupada por las andanzas de su vástago y  lamenta con congoja la carrera delictiva que éste ha emprendido. Jairo se lleva a su novia Rosa un fin de semana a la costa, y pernoctan en un hotel (tras haber sobornado al recepcionista, pues a menores de edad no les está oficialmente permitido alquilar habitaciones por su cuenta). Rosa ignora en qué anda metido Jairo, pero sospecha que está inmerso en asuntos ilegales, debido al mucho dinero que de repente posee.

Jairo se había iniciado sexualmente con una prostituta (una «experta» que afirmaba haber «desvirgado generaciones», incluídos «generales y obispos»; y en cuyo dormitorio lucía un retrato de Ronald Reagan) pero con Rosa todavía no se había acostado hasta el fin de semana que pasaron juntos en el hotel, a instancias de ella, que aún deseaba «ser respetada».

Aníbal, el hermano pequeño, comienza a drogarse y ya no va a la escuela; la angustiada madre achaca su errático comportamiento al mal ejemplo de Jairo. Antes muy interesado en el fútbol, Aníbal ya no quiere ser «como René Higuita», y rechaza el balón que le regala su hermano, lo que provoca la furia de éste.

Un día se produce una redada policial en la barriada de Jairo, éste es detenido junto a numerosos de sus compinches, y enviado a prisión. Allí conocerá la dura y sórdida vida penitenciaria, será hacinado en una celda con psicópatas y degenerados, será violado por un pervertido ante la indiferencia cómplice de los guardias. Pero poco después, durante un partido de la selección colombiana (era el Mundial de 1990), se venga de su agresor apuñalándole repetidas veces mientras está en el cuarto de baño, sentado en la taza del váter.

A continuación, el jóven es liberado, llevado a la presencia de un importante jefe del narcotráfico y conducido a un campo de entrenamiento para sicarios, regentado por una especie de «sargento de la Chaqueta Metálica» alemán llamado Klaus. Allí Jairo y muchos otros chicos de su edad pasan por una especie de «servicio militar» bajo las directrices de los narcos, con pruebas extremas. Los muchachos se ven obligados a pelear entre ellos, a correr decenas de kilómetros al día, a realizar múltiples ejercicios de superación de obstáculos y a absolver un riguroso entrenamiento físico, de combate cuerpo a cuerpo y con armas. Uno de los jóvenes, el que más destaque por su destreza, será seleccionado por el «capo» para un «trabajo»: La eliminación de un poderoso político en Bogotá.

Como no podía ser de otra manera, el eligido resulta ser Jairo. Los demás «pelaos» son traicioneramente acribillados a balazos por el ejército privado del narco, cuando Jairo ha abandonado el campamento. El jefe y uno de sus socios, alias Pingüino, informan sobre el encargo a Jairo y a otro adolescente experto motorista (que debe ayudar al precoz sicario en la fuga tras el atentado). El político, candidato presidencial, debe ser ejecutado «el sábado a las 10 de la mañana» durante el próximo partido de Colombia. Por ello cobrarán millones de pesos. Jairo se enfrenta ahora a la más arriesgada de sus misiones. Si falla, morirá… Y si tiene éxito, puede que también.

Comentario

Interesante producción colombiana sobre los convulsos años en los que la violencia relacionada con el mundo del narcotráfico sacudió al país. Recuerda en varios detalles a las dos «El Pico» de Eloy de la Iglesia, aunque al parecer los actores no son delincuentes reales como sí era el caso en el cine quinqui «de la Madre Patria».

El paso del jóven Jairo por los ambientes del sicariato antioqueño está retratado con gran intensidad dramática y convincente realismo en ésta ignota película sudamericana. Muy recomendable, más que otros films colombianos de temática similar como «Perro come Perro» o «Rosario Tijeras».

FHP, 2014