MORTE SOSPETTA DI UNA MINORENNE (a.k.a. Suspected death of a minor)
Italia, 1975
Director: Sergio Martino
Género: Giallo
Guión: Sergio Martino, Ernesto Gastaldi
Intérpretes: Claudio Cassinelli (Paolo Germi), Barbara Magnolfi (Floriana)
Música: Luciano Michelini
El prolífico y polifacético Sergio Martino, tocayo de otros grandes del cine italiano (Leone, Corbucci, Sollima), tiene en su haber películas de casi todos los genéros (suspense, terror, comedia, ciencia ficción, western, subgénero de caníbales…) y es uno de los máximos exponentes de la temática exploitation y euro-horror a caballo entre los setenta y ochenta. No es de extrañar pues que un director tan ecléctico componga un atípico film poliédrico, híbrido entre giallo y polizziottesco, con ramalazos de comedia slapstick e influencias de Argento, Bava o Lenzi. El resultado es la imprescindible “Morte sospetta di una minorenne”, excelente thriller policiaco con sabor puramente italiano y reminiscencias a “Dirty Harry” (al que para mi gusto supera con creces).
En las primeras escenas vemos a una chica que, perseguida por un gélido sicario con gafas de sol de metálicos cristales relucientes como espejos, se refugia en una fiesta al aire libre. Allí numerosas parejas bailan, y la jóven busca ocultarse entre la multitud para despistar al siniestro individuo. (Por cierto, una situación muy similar ocurre en la famosísima “Terminator”, de casi diez años despues) Allí un ligón de entre los invitados intenta entablar contacto con ella, pero ella se resiste a los intentos de seducción de éste último, y huyendo del primero llega hasta su apartamento, donde se cree a salvo. Pero el asesino la está esperando armado con una afilada navaja y la degüella con profesional frialdad.
La policía llega al lugar de los hechos, con el chistoso comisario Teti a la cabeza. A éste la investigación del caso le es bastante indiferente: Está bastante irritado porque una vez más no ha ganado en el “Tuttocalcio” (juego de lotería deportiva italiano, como las Quinielas). Saliendo del edificio donde se ha cometido el crimen tiene lugar la primera escena cómica: Aparece un ladrón en moto que roba raudamente el reloj de oro del comisario arrancándoselo de la muñeca y huye para gran desconcierto de los presentes… Entre los cuales vemos al tipo que antes en la fiesta intentó un acercamiento a la chica ahora muerta.
Hasta bien avanzado el metraje no sabemos de qué lado está ese personaje, podemos sospechar que de alguna manera se encuentra involucrado en la muerte o decantarnos por la posibilidad de que se trate de un investigador privado. De todas maneras, lo que está claro es que busca pruebas relativas al crimen. Si es para destruirlas o para presentarlas a alguien lo ignoramos. Paolo, que así se llama el protagonista, se busca un ayudante entre los bajos fondos de Milán (ciudad donde se desarrolla la trama) Convierte en su compinche al ladronzuelo Giannino, que es nada menos quien le sustrajo el reloj al comisario por el procedimiento del tirón.
Paolo descubre que tras la muerte de la chica se encuentra una turbia red de prostitución que usa como tapadera una agencia de trabajo como canguros para adolescentes y jovencitas estudiantes. Con ésta organización tambien parece estar relacionado el secuestro del hijo de un rico industrial, así como un complejo entramado financiero de blanqueo de capitales, bancos suizos mediante.
Poco antes de la mitad de la película nos es desvelada la identidad e intenciones de Paolo Germi: Es un agente secreto de la policía que tiene por costumbre emplear métodos poco ortodoxos en su lucha contra el crimen. Por eso mi anterior comparación con el eastwoodiano “Dirty Harry”, a quien nada tiene que envidiarle el investigador milanés que nos ocupa. Otro toque de humor se lo otorga a la cinta el “running gag” de que a Paolo siempre se le acaben rompiendo las gafas, lo que por consiguiente va minando su paciencia.
La investigación prosigue. Germi va tirando del hilo para acabar descubriendo que la primera víctima (va habiendo más muertes a medida que la película avanza), cuya identidad seguía siendo desconocida pues nadie había reclamado el cadáver, es la sobrina del banquero Gaudenzio Pesce, potente magnate de las finanzas. Debido a ciertos indicios, Paolo comienza a sospechar de que él está detrás de la red de prostitución, como tambien de otros oscuros negocios; y llega a la conclusión de que su sobrina (entre otras personas) fue asesinada por saber demasiado.
Dispuesto a llevar a Pesce tras las rejas, Paolo presenta sus teorías a sus superiores que, sin pestañear, las tachan de conspiranoicas, absurdas e infundadas. (La verdad es que hasta la policía tiene miedo de ponerse en el camino de alguien tan poderoso como Pesce).
Despues de que un fallido atentado contra Germi (a manos del asesino de las gafas de sol metálicas, que se parece ligeramente a Klaus Kinski de jóven y que tiene la actitud inmutable, hierática y empecinada del aún no conocido Terminator), “alguien” le hace llegar al policía desde una cuenta suiza varios millones de liras para que abandone la investigación y mantenga la boca cerrada. El espectador piensa que Paolo se va a negar a ese burdo intento de soborno, pero contrario a lo que nos imaginamos, acepta tras algunos regateos la inmensa cantidad de dinero que “alguien” le ofrece por su silencio. Al día siguiente acude elegantemente vestido y con nuevas y caras gafas a la comisaría, reconoce que estaba equivocado en cuanto a Pesce, y dimite. El contrariado comisario Teti (apático en cuanto a la investigación, simpático para el espectador) se imagina que Paolo habrá logrado lo que él hasta la fecha nunca conseguió: Ganar en el “Tuttocalcio”.
Pero no acaba aquí la historia: El ya ex-policía Germi se dispone ahora a investigar a Pesce por su cuenta, decepcionado con sus superiores en el Cuerpo, y contando ahora con sofisticados métodos para reunir pruebas gracias a su nuevo status económico, posibilitado paradójicamente por aquel a quien está pretendiendo hundir.
“Morte sospetta di una minorenne” cuenta además con una excelente banda sonora. Los temas musicales recuerdan por momentos a las partituras de los Goblin, especialmente a la que compusieron para “Profondo Rosso” (“Deep Red”) de Dario Argento. En otras ocasiones tienen un cierto parecido por sus aires de jazz a las composiciones de Lalo Schifrin (autor por ejemplo, de la BSO de la ya citada “Dirty Harry”)
En resumen, nos hallamos ante una obra maestra sumamente original y sorprendente, que bebe de fuentes diversas de los tan italianos géneros giallo y polizziottesco: Con estilizados asesinatos à la Argento, trepidantes persecuciones automovilísticas, tensa trama cuyo interés no decae en momento alguno y planos picados y contrapicados en magistrales juegos de cámara. Un aplauso para Sergio Martino!
FHP, 2008