Rane (a.k.a. The Wounds / Las Heridas) – Srdjan Dragojevic, 1998

Rane (a.k.a. The Wounds / Las Heridas)

Serbia, 1998

Director: Srdjan Dragojevic

Género: gangsters, drama, comedia negra

Guión: Srdjan Dragojevic

Intérpretes: Dusan Pekic (Pinki), Milan Maric (Svaba)

Música: Aleksandar Habic

Argumento

Belgrado, 1996. Dos jóvenes delincuentes, sentados en el interior de un coche, tratan de avanzar una noche en medio de una manifestación. Uno de los dos, que responde al absurdo nombre de „Pinki“, rememora a modo de flashback la historia de su corta vida, la cual narra en primera persona con ciertas dosis de sarcasmo.

Nació en 1980, poco después de la muerte del Mariscal Tito. En 1991, durante su infancia, él y otros amigos se dedican a hostigar y apedrear a otro chico de la vecindad que es de origen croata o esloveno (hoy a esa actitud se la conoce con el anglicismo de “bullying”). Éste, sin embargo, trata de defenderse a pedradas pese a su timidez y retraimiento. El croata es hijo de una presentadora de televisión muy conocida en el barrio, que conduce un programa en el cual entrevista a personajes provenientes de los bajos fondos. Ésta presentadora “madurita” (o “milf”, para usar ese modismo anglicistizante y acrónimo) es el amor platónico del adolescente Pinki, que pensando en ella acude al baño varias veces al día para ejercer compulsivamente el vicio del onanismo. Al barrio retorna un antiguo residente que “ha hecho fortuna” en Alemania; un gangster de medio pelo que se convierte rápidamente en el ídolo de los muchachos del barrio, especialmente de Pinki y su amigo Svaba. Éste estrafalario personaje es conocido como Kure, y aspira algún día a ser entrevistado en el programa televisivo sobre el turbio mundo del hampa. Kure toma a Pinki y Svaba bajo su protección, convirtiéndose en el mentor de ambos, e iniciándoles en el mundo del delito. Les enseña a manejar las armas y les contrata a una prostituta. Los dos adolescentes aprenden rápido, hasta el punto de que llegan incluso a aventajar a su maestro. Éste trata de endurecerlos haciendo, por ejemplo, que corran voluntariamente a golpearse la cara contra su puño extendido. A Pinki, su padre le propina una monumental paliza cuando descubre que frecuenta esas malas compañías (pero irónica y tragicómicamente, unos años más tarde, le pedirá “trabajo” a su hijo cuando éste haya progresado en el gangsterismo y el país esté sumido en una crisis cada vez más asfixiante… Finalmente el pobre hombre se acabará suicidando.)

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