Il mio nome e Shanghai Joe
Italia, 1973
Director: Mario Caiano
Género: Western
Guión: Mario Caiano, Carlo Alberto Alfieri
Intérpretes: Chen Lee (Shanghai Joe), Klaus Kinski (Scalper Jack), Gordon Mitchell (Burying Sam), Carla Romanelli (Cristina)
Música: Bruno Nicolai
Argumento
Alrededor de 1870 llegan a San Francisco numerosos inmigrantes chinos. Uno de ellos es conocido como “Shanghai Joe”, quien pronto sufre en carne propia el racismo de los “WASP”. El chino Joe, un joven ataviado al estilo de su país, coleta incluída, se desplaza hasta Texas, donde infructuosamente busca trabajo como vaquero.
Trata de conseguir empleo en un rancho, pero los cowboys encargados se dedican a tomarle el pelo (tratan de engañarle “como a un chino”, nunca mejor dicho), se mofan de él y creen poder ridiculizarlo sometiéndole a ciertas pruebas. Joe sale victorioso de las mismas, haciendo gala de su pericia acrobática y clavando un clavo en un madero sin necesidad de martillo; tras lo cual reclama su recompensa: un caballo. Pero los vaqueros no están dispuestos a concederle lo que se ha ganado, y tratan de humillarlo a latigazos. El chino, sin embargo, es un experto en kung-fu, y consigue fácilmente reducir a sus contrincantes para escapar a continuación a lomos del prometido equino. Más tarde se hospeda en una pensión, donde una familia de matones (compuesta por el anciano padre y sus cuatro rudos vástagos) también alojada allí le reta a una partida de poker. El chino resulta ganador absoluto, y se hace con el dinero que los demás habían apostado. Sus contrincantes tratan de recuperar lo perdido durante la noche, disponiéndose a atacar a Joe mientras duerme. Pero éste despierta a tiempo y gracias a su maestría en las artes marciales vapulea a todos dejándolos K.O.
Tras ello, continúa su búsqueda de empleo en el salvaje oeste, y es abordado no mucho más tarde por unos enigmáticos jinetes que le prometen un buen trabajo. Han oído hablar de sus dotes para el combate y están interesados en contratarlo para “cuidar ganado”. Poco después, Joe se da cuenta de que el “ganado” al que esos individuos se referían es un grupo de prisioneros mexicanos, vendidos por un forajido igualmente mexicano para ser utilizados como esclavos. Joe permanece estupefacto, pues creía que la esclavitud ya había sido abolida en los EEUU. Cuando a continuación llegan las autoridades a realizar una especie de redada, los bandidos “liberan” a los mexicanos (para que no se les pueda acusar de trata de esclavos), sólo para fusilarlos mientras tratan de esconderse (“para que no queden pruebas”). Ante éste cobarde y rastrero proceder, Joe reacciona con indignación y trata de neutralizar gracias al kung-fu a los criminales que le habían contratado. Así algunos de los prisioneros logran salvarse. Entre éstos se encuentra un viejo, que es atendido más adelante por Joe, tras lo cual puede retornar a su casa.
Los mercaderes de esclavos, sin embargo, logran capturar a Joe y lo llevan ante su jefe, un cruel y despiadado ranchero con el cual el sheriff de la zona está compinchado. Allí, lanzan al chino a una plaza de toros, y le sueltan un salvaje morlaco, que intenta varias veces embestirle. Pero Joe siempre lo esquiva, para el asombro de sus enemigos, e incluso consigue desnucarlo de una patada tras realizar una acrobática pirueta. Seguidamente, dejando a los adversarios boquiabiertos, se sienta de un salto en la montura de un caballo llevándose como rehén al jefe de los bandidos, el malvado ranchero. Una vez lejos de sus dominios, el cobarde ranchero ruega por su vida, suplicándole compasión. Joe le perdona la vida tras golpearle un par de veces y se marcha. No matar a ese enemigo cuando pudo haberlo hecho le traerá nuevos problemas, pues el ranchero, en lugar de olvidar sus diferencias con el chino pondrá precio a su cabeza.
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