La muerte sonríe al asesino – Joe D´Amato, 1973

La morte ha sorriso all´assassino

Italia, 1973

Director: Aristide Massaccesi (alias Joe D´Amato)

Guión: Joe D´Amato, Claudio Bernabei, Romano Scandariato

Intérpretes: Ewa Aulin (Greta), Klaus Kinski (Dr. Sturges), Angela Bo (Eva), Sergio Doria (Walter)

Música: Berto Pisano

Género: Terror

Argumento

En una cripta a principios del siglo XIX un hombre llamado Franz llora la muerte de su querida hermana Greta. Se reprocha no haber podido hacer nada por impedir la tragedia.

Año 1909. El aristócrata Walter von Ravensbrück y su mujer Eva residen en una mansión campestre. Cerca de allí se produce el aparatoso accidente de un coche de caballos. El chófer muere instantáneamente y su cuerpo queda deformado de manera horrenda. La joven que viajaba a bordo pierde la conciencia y es trasladada al interior de la villa.

Walter avisa al inpector Dannick y al doctor Sturges. Éste último atiende a la mujer, que vuelve en sí y sólo tiene heridas leves. Pero sufre de amnesia, no recuerda quién es ni hacia dónde se dirigía. Sturges nota que la chica tiene un colgante donde está grabada la palabra “Greta”, suponiendo que ese es su nombre; y una fecha de 1906 – tres años antes. El doctor también advierte en el medallón algo más. Se trata de algo que parece estremecerle sobremanera…

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Dos veces Judas – Nando Cicero, 1969

Dos veces Judas (V.O. Due volte Giuda, a.k.a. “They were called Graveyard”)

Italia, 1969

Director: Nando Cicero

Género: Western

Guión: Jaime Jesús Balcázar

Intérpretes: Klaus Kinski (Dingus), Antonio Sabato (Luke Barrett)

Música: Carlos Pes

Argumento

En el árido desierto, un hombre que empieza a ser picoteado por los buitres despierta de su inconsciencia. Junto a él yace un cadáver. Una vez ha recobrado los sentidos, dispara a las aves de rapiña para ahuyentarlas. Un anciano que atraviesa las ardientes arenas con dirección al pueblo más cercano observa la escena divertido.

El joven que ha despertado le pregunta qué ha sucedido, pues no se acuerda de nada. No sabe quién es ni cómo ha llegado hasta allí. Ignora quien es el muerto ahora pasto de los buitres; probablemente su compañero de desventuras. Todo indica que ambos fueron atacados. Él logró sobrevivir, pero padece una amnesia que le impide recordar su identidad y lo que estaba haciendo antes de ser dejado fuera de combate.

El amnésico llega al saloon del poblado, donde es reconocido por un individuo que le estaba esperando. “Llegas tarde, Luke”, le dice. Pregunta además por el paradero de un tal Donovan (Luke imagina que se trata de su compañero muerto en el desierto). El personaje del saloon les había citado para encargarles un trabajo: Hay que matar a un tal Victor Barrett.

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Shanghai Joe – Mario Caiano, 1973

Il mio nome e Shanghai Joe

Italia, 1973

Director: Mario Caiano

Género: Western

Guión: Mario Caiano, Carlo Alberto Alfieri

Intérpretes: Chen Lee (Shanghai Joe), Klaus Kinski (Scalper Jack), Gordon Mitchell (Burying Sam), Carla Romanelli (Cristina)

Música: Bruno Nicolai

Argumento

Alrededor de 1870 llegan a San Francisco numerosos inmigrantes chinos. Uno de ellos es conocido como “Shanghai Joe”, quien pronto sufre en carne propia el racismo de los “WASP”. El chino Joe, un joven ataviado al estilo de su país, coleta incluída, se desplaza hasta Texas, donde infructuosamente busca trabajo como vaquero.

Trata de conseguir empleo en un rancho, pero los cowboys encargados se dedican a tomarle el pelo (tratan de engañarle “como a un chino”, nunca mejor dicho), se mofan de él y creen poder ridiculizarlo sometiéndole a ciertas pruebas. Joe sale victorioso de las mismas, haciendo gala de su pericia acrobática y clavando un clavo en un madero sin necesidad de martillo; tras lo cual reclama su recompensa: un caballo. Pero los vaqueros no están dispuestos a concederle lo que se ha ganado, y tratan de humillarlo a latigazos. El chino, sin embargo, es un experto en kung-fu, y consigue fácilmente reducir a sus contrincantes para escapar a continuación a lomos del prometido equino. Más tarde se hospeda en una pensión, donde una familia de matones (compuesta por el anciano padre y sus cuatro rudos vástagos) también alojada allí le reta a una partida de poker. El chino resulta ganador absoluto, y se hace con el dinero que los demás habían apostado. Sus contrincantes tratan de recuperar lo perdido durante la noche, disponiéndose a atacar a Joe mientras duerme. Pero éste despierta a tiempo y gracias a su maestría en las artes marciales vapulea a todos dejándolos K.O.

Tras ello, continúa su búsqueda de empleo en el salvaje oeste, y es abordado no mucho más tarde por unos enigmáticos jinetes que le prometen un buen trabajo. Han oído hablar de sus dotes para el combate y están interesados en contratarlo para “cuidar ganado”. Poco después, Joe se da cuenta de que el “ganado” al que esos individuos se referían es un grupo de prisioneros mexicanos, vendidos por un forajido igualmente mexicano para ser utilizados como esclavos. Joe permanece estupefacto, pues creía que la esclavitud ya había sido abolida en los EEUU. Cuando a continuación llegan las autoridades a realizar una especie de redada, los bandidos “liberan” a los mexicanos (para que no se les pueda acusar de trata de esclavos), sólo para fusilarlos mientras tratan de esconderse (“para que no queden pruebas”). Ante éste cobarde y rastrero proceder, Joe reacciona con indignación y trata de neutralizar gracias al kung-fu a los criminales que le habían contratado. Así algunos de los prisioneros logran salvarse. Entre éstos se encuentra un viejo, que es atendido más adelante por Joe, tras lo cual puede retornar a su casa.

Los mercaderes de esclavos, sin embargo, logran capturar a Joe y lo llevan ante su jefe, un cruel y despiadado ranchero con el cual el sheriff de la zona está compinchado. Allí, lanzan al chino a una plaza de toros, y le sueltan un salvaje morlaco, que intenta varias veces embestirle. Pero Joe siempre lo esquiva, para el asombro de sus enemigos, e incluso consigue desnucarlo de una patada tras realizar una acrobática pirueta. Seguidamente, dejando a los adversarios boquiabiertos, se sienta de un salto en la montura de un caballo llevándose como rehén al jefe de los bandidos, el malvado ranchero. Una vez lejos de sus dominios, el cobarde ranchero ruega por su vida, suplicándole compasión. Joe le perdona la vida tras golpearle un par de veces y se marcha. No matar a ese enemigo cuando pudo haberlo hecho le traerá nuevos problemas, pues el ranchero, en lugar de olvidar sus diferencias con el chino pondrá precio a su cabeza.

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