Los Bulbos – Narciso Ibáñez Serrador, 1974

Los Bulbos

Argentina, 1974

Director: Narciso Ibáñez Serrador

Género: Terror/Suspense

Guión: Narciso Ibáñez Serrador (como Luis Peñafiel)

Intérpretes: Narciso Ibáñez Menta, Víctor Laplace, Virginia Lago

Argumento

Un mercachifle, el buhonero Gianfranco (Narciso Ibáñez Menta), llega a un pequeño pueblo italiano llamado Montepulciano para vender sus baratijas a la población. Le acompaña su asistente, la joven Lina. Los niños del lugar se sienten atraídos por los trucos de prestidigitación que realiza el mercader y se dedican a frecuentarlo, pues lo ven como a una especie de mago.

Misteriosamente, uno a uno, los niños de la localidad comienzan a desaparecer; pero sólo por unas horas… Cuando regresan se encuentran completamente transformados; con un carácter extraño, taciturno, hierático, impropio de ellos hasta el momento, y que alarma a sus padres y familiares.

El hermano de uno de éstos niños es un joven médico; que además está enamorado de la atractiva asistente del extraño comerciante. El audaz doctor se percata de que, a parte del comportamiento, algo más ha cambiado en su hermano pequeño: Ahora tiene una cicatriz en el pecho. Inmediatamente establece una conexión entre el misterio que afecta a los niños y el siniestro Gianfranco.

Mientras tanto, el encargado de la pensión donde se aloja el buhonero, comenta a una empleada que por las noches observa “unos satélites que surcan el cielo”. Al parecer, se trata de OVNIs.

El joven doctor toma la resolución de operar urgentemente a su hermano, tras confirmar con rayos X que tiene cerca del pulmón una especie de bulto palpitante que parece tener vida propia. La intervención quirúrgica es un éxito, y al niño le es extraído una especie de ser gelatinoso, el bulbo, con ramificaciones o tentáculos, que había aumentado de tamaño desde que el día anterior fue observado por los rayos X.

El médico llega a la conclusión de que se trata de un organismo parasitario maligno, que “no puede ser de éste mundo” porque “carece de células”; y se deshace viscosamente hasta desaparecer una vez separado del organismo humano al que se había acoplado.

Esa entidad succionaba la energía vital del cuerpo parasitado, y se dedicaba paulatinamente a extender su dominio sobre él; de no haber sido extirpado a tiempo se habría extendido al cerebro tomando control absoluto de su víctima.

El doctor decide que lo mejor es operar a todos los niños afectados (ardua tarea, pues es necesario contar con el permiso de los padres) y lo que es aún más importante: hay que actuar contra Gianfranco, el responsable de injertar esos bulbos en los niños. Pero no hay pruebas sólidas contra él y a nivel legal nada se puede hacer… Sólo cuando la hija del jefe de policía corre la misma suerte que el hermano del médico, las autoridades intentarán frenar al infernal mercachifle.

 

Comentario

Lamentablemente no he podido ver completa la mini-serie de “Los Bulbos”, y ésta reseña se reduce al episodio de en medio. Actualmente, éste episodio (emitido por la televisión argentina en 1974) es el único que se conserva disponible en video (y en la red); al parecer todas las copias de los dos otro capítulos, el inicio y el desenlace, se “han perdido”. Es curioso que ha sucedido lo mismo con otras películas del gran Ibáñez Menta, como es el caso de “El Muñeco Maldito” (1962), basado en una obra de Gaston Leroux.

El protagonista es Narciso Ibáñez Menta, y la dirección corre a cargo de su hijo Narciso “Chicho” Ibáñez Serrador, el Hitchcock hispano. “Los Bulbos” entran dentro de la versión argentina de las excelentes “Historias para no dormir”, emitidas en España durante los años sesenta y primeros setenta.

Ésta historia (la mini-serie argentina de los bulbos) recuerda a capítulos españoles de la serie como “La Alarma” o “El Fin que empezó ayer”, por su muy sugestiva y fascinante temática de entidades parasitarias de origen extraterrestre apoderándose de la voluntad humana…

Todas éstas películas del genial Chicho son anteriores al éxito de John Carpenter “They Live!” (“Viven!”, 1988), que tiene un argumento muy similar. No es, por lo tanto, imposible que el director norteamericano se “inspirase” en las insuperables obras del maestro Ibáñez Serrador.

FHP, 2014

Curso sobre cómo hacer cine, por James Wallestein

James Wallestein es un crítico cinematográfico estadounidense que residió muchos años en España (de hecho nació en Barcelona) y habla perfectamente nuestro idioma. Autor del blog «Dimensión Fantástica» y de un canal de YouTube donde analiza diversas películas, se le puede considerar todo un experto en el séptimo arte. Como buen cinéfilo (¿o más bien cinéfago?), se interesa por todo tipo de films: No sólo por lo último de la cartelera y por aquello que tienen que ofrecer las salas comerciales, sino también por películas raras de géneros diversos; por las recónditas joyas del celuloide que nos gusta comentar en éste blog.

James está publicando últimamente en su canal de YouTube instructivos, amenos e interesantes videos didácticos donde explica cómo hacer una película desde el momento mismo en que se concibe la idea.

¿Cómo se mejora y pule la idea original para una película? ¿Cómo se plasma en un guión? ¿Son realmente necesarias las escuelas de cine o es posible convertirse en un prestigioso guionista o director siendo autodidacta? Éstas y más cuestiones serán abordadas de manera divertida en los episodios del curso (en constante actualización).

Aquí la introducción de James al curso online y gratuito a través de su canal de YouTube.

Curso sobre cómo hacer Cine – Ep. 1: Introducción y objetivos del curso

Naked Blood (V.O. Nekeddo Buraddo: Megyaku) – Hisayasu Sato, 1996

Naked Blood (V.O. Nekeddo Buraddo: Megyaku)

Japón, 1996

Director: Hisayasu Sato

Género: Terror/Ciencia Ficción/Gore

Guión: Taketoshi Watari

Intérpretes: Misa Aika (Rika Mikami), Yumika Hayashi (chica glotona), Mika Kirihara (chica vanidosa)

Música: Kimitake Hiraoka

Argumento

El joven Eiji fabrica un suero para “convertir el dolor en placer”, con el que pretende “salvar a la humanidad”. A ésta droga la llama “My Son” (en inglés, “mi hijo”).

La pasión por los experimentos Eiji la heredó de sus padres, ambos científicos. Su progenitor, que (mientras él estaba en gestación) trató de crear una sustancia que posibilitase “la vida eterna”, desapareció un día internándose poco a poco en el océano, ante los atónitos ojos de su mujer, que grababa desde la costa; y no volvió nunca más.

La madre, preocupada por la hiper-población mundial que puede ser “la gran amenaza del futuro”, ha creado una sustancia anticonceptiva, que se dispone a inyectar a tres chicas. Eiji le pide a su madre que le permita presenciar el experimento, pero ésta se opone. Entonces, el joven (que previamente ha inoculado al materno anticonceptivo una dosis de su propia droga, la que busca “convertir el dolor en placer”) se provee de una cámara y graba el experimento desde una azotea vecina.

Las chicas tienen caracteres distintos y bien diferenciados. Una es una glotona, cuyo mayor placer es comer; otra por el contrario está sumamente preocupada por su aspecto físico, su mayor interés es estar en forma y vestir a la moda… La tercera, Rika, padece insomnio crónico (a causa de un shock, desde que comenzó a menstruar); es la más tímida y tiene trazos misantrópicos.

Eiji, pertrechado de su cámara, continúa vigilando a las chicas para comprobar los efectos de su suero. Se siente especialmente atraído por una de ellas, la introvertida Rika (quien le vio mientras grababa desde la azotea). La sigue por el metro, ella le descubre y terminan haciéndose amigos. Rika cuenta al precoz científico en una especie de jardín botánico que tiene la facultad de escuchar los sonidos que emiten las plantas. Luego se dirigen a la casa de ella. Rika convive con un gigantesco cactus, y aunque nunca puede dormir debido a su insomnio, usa una especie de casco emisor de ondas cerebrales que le posibilita relajarse e incluso soñar. Un casco similar está aplicado en el cactus.

Mientras tanto, las otras dos chicas que participaron en el experimento comienzan a notar los efectos de la sustancia creada por Eiji, que “transforma el dolor en placer”.

La que está obsesionada por su físico, tras hacer su gimnasia se contempla en el espejo y comienza a introducirse varas de metal en la carne; primero en los lóbulos de la oreja, luego en brazos y piernas, en todo el organismo; alcanzando sensaciones de carácter orgásmico. No puede parar de perforarse compulsivamente.

Por su parte, la glotona, que está cocinando algo en tempura, siente deseos irrefrenables de comerse a sí misma (!)… Embargada de una lasciva voluptuosidad, en una escena sumamente grotesca y delirante, se corta los labios de la vulva para degustarlos; después se amputa un pezón y lo ingiere, y finalmente también se arranca con el tenedor uno de sus ojos, para asimismo engullirlo…

Ambas terminan muriendo desangradas. El experimento de Eiji para “salvar a la humanidad” ha resultado ser un fiasco, una catástrofe. Sin embargo, no se aprecian adversos efectos en Rika, a quien también le fuera inoculada la droga “My Son”.

Cuando la madre de Eiji se entera de la muerte de ambas jóvenes, hace venir inmediatamente a su consulta a la tercera, a la superviviente, para analizarla e investigar qué ha podido ser la causa detonante de las misteriosas sangrías. La científica no sabe nada de la sustancia “My Son” y menos aún, que “su hijo” la había añadido al anticonceptivo por ella creado.

A partir de ahora, la trama se torna confusa en su etapa final. Eiji también conoce el frustrante desenlace de su experimento, y, desesperado, se “despide” de su madre y parte a encontrarse con Rika en su apartamento. Ésta vuelve de la consulta de la científica, a la que ha destripado (?) aunque sigue con vida, moribunda en una cama de su hospital… Eiji se inyecta a sí mismo todo lo que quedaba del “My Son” y a continuación realiza el coito con Rika en una escena de reminiscencias tántrico-lisérgicas; tras la cual la chica (cual arácnida “viuda negra”) procede a degollar al infeliz con un cuttex…

Entretanto, en la cama donde yace la madre con el vientre abierto, se produce la aparición fantasmal del padre (su marido); que tras decirle que “ahora estarán juntos para siempre” se introduce en el sangriento orificio corporal de la mujer, que se cierra seguidamente tras lo cual ella expira.

El delirio termina con un epílogo en el cual se ve a Rika en una caravana con un niño que parece ser Eiji II, en un desierto americano con cactus. Rika se dispone a fumigar (como motorista) una especie de “chemtrails” por el desierto…

Comentario

Ésta bizarra película japonesa es una positiva sorpresa. No se trata, como era de esperar por la carátula, de splatter gratuito como la saga de “Guinea Pig”, con vísceras y chorros de plasma sanguíneo a mansalva, sino de un inteligente thriller, rodado directamente a video y con muy pocos medios (lo que hace aumentar su mérito).

Las (pocas) escenas gore están muy bien dosificadas, y son por lo tanto sumamente impactantes y efectivas. La secuencia donde “la glotona” se automutila y se come a sí misma es probablemente una de las más inquietantes del género.

El argumento recuerda en cierto modo a la historia de Frankenstein, donde también un científico trata de desafiar a las leyes de la naturaleza. En la novela de Mary Shelley, Victor Frankenstein (que quiere crear vida) fabrica un golem, un monstruo repugnante a base de pedazos de cadáveres; lo que traerá como consecuencia múltiples infortunios sobre él y los suyos.

En “Naked Blood”, Sato nos presenta no a uno sino a tres “científicos locos”: El padre en busca de “la vida eterna”, la madre trata de hallar el “anticonceptivo perfecto”, para evitar la “super-población mundial”; el hijo con su suero “My Son” quiere transformar “el dolor en placer” para así “redimir a la humanidad”. Todo buenas intenciones que no traerán más que desastres.

Muy recomendable, aunque obviamente no para todos los paladares.

FHP, 2014

Al otro lado del espejo – Jesús Franco, 1973

Al otro lado del espejo (V.O. Le miroir obscéne)

Francia, 1973

Director: Jesús Franco

Género: Suspense

Guión: Jesús Franco, Nicole Guettard

Intérpretes: Emma Cohen (Anette), Phillippe Lemaire (Pipo)

Música: André Bénichou

Argumento

La joven pianista Anette (Emma Cohen) está a punto de casarse con su prometido. Poco antes de la boda, su hermana se suicida. El enlace no sólo se aplaza, sino que directamente se anula; Anette se separa de su novio, abandona la casa paterna y se independiza yéndose a trabajar en un club de jazz, que funciona además como antro de prostitución. Allí conoce a una colega con la que tiene relaciones lésbicas (que se muestran explícitamente). Al mismo tiempo tiene un nuevo pretendiente, que es actor de teatro. Un día, llamando a su casa, se entera de que su padre se ha suicidado ahorcándose. A partir de ese momento Anette comenzará a tener alucinaciones, escuchando la voz de su hermana muerta que le habla desde un espejo y la incita a cometer crímenes. También ella intentará quitarse la vida (cortándose las venas en la bañera), pero es rescatada a tiempo.

Comentario

El sumamente prolífico Jess Franco dirigió a lo largo de su carrera cinematográfica más de 200 películas (bajo numerosos pseudónimos para evitar saturar el mercado fílmico). Entre sus obras destacan algunas producciones de gran interés y calidad artística (como la adaptación de la «Justine» del marqués de Sade, con una exquisita Romina Power), pero lo que más abunda son films de serie B o Z (algunos de los cuales son, sin embargo, sumamente divertidos); y también bodrios infumables (particularmente, las películas realizadas en los últimos años). Ésta cinta que nos ocupa, (cuyo título original es «Le Mirail Obscéne») no entra dentro de ninguna de éstas tres categorías. No es ni una maravilla,  ni una producción «casposa pero entretenida» ni tampoco una bazofia. Es simplemente, mediocre, aburrida y prescindible; al menos la versión francesa que he visto, y que por lo que he leído está mutilada de algunas escenas. Sobrevalorada, pese a su prometedor argumento no engancha al espectador como por ejemplo el suspense del maestro Chicho Ibáñez Serrador o muchos de los gialli italianos de aquellos años.

FHP, 2014

Three outlaw samurai (V.O. Sanbiki no samurai) – Hideo Gosha, 1964

Three outlaw samurai (V.O. Sanbiki no samurai)

Japón, 1964

Director: Hideo Gosha

Género: Chambara

Guión: Hideo Gosha, Keiichi Abe

Intérpretes: Tetsuro Tanba (Sakon Shiba), Isamu Nagato (Kyojuro Sakura), Mikijiro Hira (Einosuke Kikyo)

Música: Toshiaki Tsushima

Calificación: 8,5

Argumento

El ronin errante Shiba (Tetsuro Tanba) llega a un viejo molino (atraído por una pinza para los cabellos que halla en las inmediaciones, y que debe pertenecer a alguna dama de alcurnia). Una vez allí, se encuentra con que tres campesinos tienen retenida a una chica. Ésta ha sido secuestrada porque es la hija del administrador de la provincia, Uzaemon Matsushita, que tiraniza a los lugareños y les hace pagar impuestos desorbitantes. Los tres campesinos reclaman una mejora de sus condiciones de vida a cambio de liberar a la joven Aya.

Mientras tanto, las autoridades han descubierto quienes han organizado el rapto, y en su palacio, Matsushita da la orden de atacar el molino para rescatar a la hija.

Shiba por su parte, tras conocer el motivo del secuestro, decide ponerse de parte de los campesinos y lucha junto a ellos contra los hombres del tiránico administrador. Éstos son derrotados gracias al hábil ronin.

Más tarde, Matsushita envía a hombres de élite para que reduzcan a Shiba, hombres reclutados entre samurais como Kikyo y Sakura (éste último un ronin encarcelado). Cuando llegan al molino, Shiba sale al encuentro de los nuevos antagonistas, y tras vencer en combate a algunos de ellos, Sakura decide unirse a los campesinos al conocer la noble causa de éstos. Sakura también trae consigo provisiones, que ya comenzaban a escasear para los aldeanos. Lo que éstos ignoran es que esos alimentos fueron robados a un labrador del lugar, conocido por todos allí (el cual fue muerto por Sakura).

Kikyo en cambio vuelve al palacio de Matsushita, pues prefiere vivir entre comodidades y tiene allí a su amante, la cruel Omaki. Ésta mantiene retenida a la hija de Jinbei, uno de los tres campesinos rebeldes.

Poco después vuelve a aparecer un destacamento ante el refugio de los resistentes, ésta vez conducido por el propio Matsushita. Llevan prisionera a la hija de Jinbei, y la maltratan ante los ojos de su padre; amenazando con matarla si no liberan a Aya.

Accidentalmente, terminan matando a la joven campesina, para gran desconsuelo e ira de su progenitor, que se dispone a degollar a la rehén. Ello es impedido por la rápida intervención del samurai Shiba, que como mediador busca llegar a un acuerdo con Matsushita: Su hija será liberada, a cambio de que los campesinos sean perdonados. Como alguien debe ser formal y ejemplarmente castigado, el mismo Shiba se ofrece para ser azotado; el castigo correspondiente será de cien latigazos. Así pues, Aya es liberada y Shiba arrestado y conducido a las mazmorras del palacio administrativo.

Tras los latigazos, el traicionero Matsushita no lo deja marchar sino que lo encierra en los calabozos, y ordena además liquidar a los campesinos. Cuando Sakura descubre la trampa, se dispone a rescatar a su amigo. La viuda del campesino que mató, Omoe, intenta impedírselo, pues ve en él un protector y está enamorada de él (sin saber que fue precisamente Sakura el responsable de la muerte de su esposo). Los tres secuestradores de Aya son asesinados por los hombres del administrador, mientras Shiba languidece en las mazmorras. El valiente y abnegado ronin se entera de la traición por Kikyo, uno de los hombres más temibles de Matsushita.

Sakura llega al palacio, informa a una cortesana sobre la detención de Shiba y la muerte de los campesinos, y la mujer (para la cual Jinbei había sido como un padre), libera al ronin encarcelado proporcionándole la llave, pero muere en el forcejeo con el vigilante de los calabozos. Éste ha dado las campanadas de alarma antes de expirar, pero el siguiente esbirro es ultimado por Kikyo, que decide ayudar a Shiba permitiéndole la fuga. Aya, que ve al malherido samurai tratando de escapar, le ayuda a salir de palacio (pues se siente atraída por él, y considera que le salvó la vida: “Si pudiera, me iría contigo”).

Antes de exhalar su último suspiro, el vigilante al que Kikyo malhirió puede aún revelar el nombre de éste como “su asesino”; por lo cual el administrador ordena que sea liquidado por traición, además de los otros dos samurais, que tienen el documento firmado por él en el que constaba que “los campesinos serían perdonados a cambio de los latigazos a Shiba” (un pacto incumplido). Éste documento, que portaba uno de los tres campesinos poco antes de ser rastreramente ejecutado, fue lanzado al río y la corriente lo llevó hasta que fue encontrado por los dos ronin.

Kikyo consigue escapar de sus verdugos, pero su amante Omaki no tiene la misma suerte, y perece bajo las espadas. Así, Kikyo decide finalmente unirse a Shiba y Sakura, convirtiéndose en el tercer samurai “fuera de la ley”. Mientras tanto, Sakura descubre que los hombres de Matsushita mantienen retenida a Omoe, y para lograr su liberación se ve obligado a confesar que el documento se encuentra donde sus amigos en el molino. Tras lograr salvar la vida de Omoe, pero avergonzado por revelar el paradero del documento, Sakura parte hacia el molino para auxiliar a sus camaradas en la lucha contra las tropas del administrador.

Shiba busca entregar el documento a los campesinos, instándoles a que lo lleven a las máximas autoridades shogunales para probar así el traicionero y deshonesto proceder de Matsushita. Pero los campesinos, resultan ser unos resignados pusilánimes, unos gusanos cobardes, que prefieren malvivir oprimidos y arrastrándose y que por lo tanto (como finalmente debe constatar el desconcertado ronin) no merecen ser ayudados.

Shiba y Kikyo se enfrentan entonces a los hombres de Matsushita, Sakura llega y entre los tres logran derrotar al enemigo. Tras la victoria, Shiba se dirige al palacio administrativo para ajustarle las cuentas al tirano y desleal Matsushita. Pero su hija Aya interviene, interponiéndose entre Shiba y su padre. El ronin, entonces, decide perdonarle la vida al déspota, pero de una kata le corta el moño, lo cual simbólicamente representa su derrota y su humillación.

A continuación, Shiba regresa donde le esperan sus camaradas y (tras lanzar la pinza para el cabello de Aya, que el ronin conservaba, para que les indicase una dirección seguir) los tres parten hacia nuevas tierras.

Comentario

Excelente chambara del maestro Hideo Gosha, narra la historia del valiente y honorable samurai Shiba (interpretado por un magnífico Tetsuro Tanba) y de cómo se unió a la causa de unos campesinos oprimidos que (tras la eliminación de sus tres líderes) resultaron ser unos borregos cobardes que no merecían que un gran hombre se sacrificase por ellos.

El tema del film invita pues a la reflexión, a plantearse que la masa muchas veces es incapaz de luchar por su libertad sin los guías adecuados, sin alguien que canalice y amalgame el sentir popular; y que la calidad es siempre más importante que la cantidad – veáse como ilustrador ejemplo la destreza con la espada que demuestran los tres ronin contra las tropas (mucho más numerosas) del tirano Matsushita. La película también reivindica la camaradería y el honor, así como la importancia del respeto a la palabra dada.

En cuanto a las mujeres, se ponen de manifiesto los conflictos internos existentes en los dos principales personajes femeninos: Aya, la hija del déspota, enamorada del forajido; se debate entre la lealtad a su padre y su atracción por el ronin, impidiendo tanto la muerte del uno como del otro. Omoe, enamorada de Sakura, al principio está decidida a vengar la muerte de su marido, pero cuando Sakura le confiesa que es él el homicida, ello no cambia sus sentimientos.

Obra maestra del cine de samurais, de obligada visión para los amantes del género.

FHP, 2014

Ranpo Jigoku (a.k.a. Rampo Noir) – Hisayasu Sato, 2005

Ranpo Jigoku (a.k.a. Ranpo Noir)

Japón, 2005

Directores: Akio Jissoji, Atsushi Kaneko, Hisayasu Sato, Suguru Takeuchi

Género: Terror (surrealista), ero-guro

Guión: Kenichiro Hara

Intérpretes: Tadanobu Asano (Kogoro Akechi), Yuko Daike, Chisako Hara

Música: Saiko Ai &al.

Argumento

La película se divide en cuatro segmentos no relacionados entre sí.

“El canal de Marte” – Muy breve, se trata de secuencias oníricas de un individuo atormentado que escapa desnudo a través de un paisaje rocoso mientras recuerda a modo de flashback torturas cometidas contra una amante, hasta llegar a una especie de gran cráter.

“El espejo del infierno” – La más interesante de las cuatro a nivel argumental (y la más larga). Dos mujeres (que se conocen entre ellas por participar en una tradicional ceremonia del te), mueren en misteriosas circunstancias, con la cara disuelta en una masa informe. El detective Kogoro Akechi (Tadanobu Asano) encuentra el nexo entre ambos casos; las dos se habían mirado en unos extraños espejos, fabricados por un inquietante personaje que ambas conocían, el joven Toru. Éste loco había elaborado los espejos incluyendo una especie de micro-ondas que producían que quien se mirara en ellos pereciera. El segmento incluye un efecto visual caleidoscópico debido a la continua presencia de espejos en las escenas del mediometraje.

“La oruga” – Una mujer, para evitar que su marido soldado vuelva a ir a la guerra, lo ha mutilado amputándole brazos y piernas (y lengua). La enajenada, además, somete a su víctima a múltiples vejaciones, latigazos incluídos. Patológicamente celosa, lo hace supuestamente “por amor”; e incluso tiene relaciones sexuales con su deforme cónyugue al que llama “mi oruga”. Finalmente, con la complicidad de un extraño individuo amigo suyo que considera al desventurado como “una obra de arte”, la degenerada decide mutilarse ella misma y convertirse también en “oruga”. Al mismo tiempo, los miembros amputados de su esposo, conservados en formol, se exhiben ante los tres.

 

“Bichos que se arrastran” – El protagonista (otra vez Asano, en un papel diferente) es el chófer de una prestigiosa actriz, a la que conduce en limusina del trabajo hacia su casa o (en ocasiones) al “lugar especial” donde ella se cita con su amante. El chófer está secretamente enamorado de su jefa, y padece una extraña enfermedad psicosomática en la piel que le produce intensos picores y eccemas; los síntomas se recrudecen sobre todo cuando tiene contacto con otras personas (es pues parte de una especie de fobia social). Para poder tener junto a sí a la actriz sin padecer los picores, termina matándola mediante estrangulamiento y luego trata infructuosamente de embalsamarla consiguiendo sólo que se desangre.

 

Comentario

 

Cada uno de los cuatro segmentos está a cargo de un director diferente, y no tienen ningún nexo salvo por la presencia (en los cuatro metrajes) en roles distintos del melenudo Tadanobu Asano.

 

Éstas “historias para no dormir” estilo japonés bizarro compiladas en “Ranpo Jigoku” (o “Rampo Noir”) están inspiradas en la macabra obra de Edogawa Ranpo (1894-1965), escritor de novelas policiacas y de misterio con toques sádicos. El nombre real de éste autor (algunos de cuyos escritos están aún hoy prohibidos en Japón por su carácter extremadamente perverso) era Taro Hirai, siendo “Edogawa Ranpo” un pseudónimo basado en la pronunciación japonizada de “Edgar Allan Poe”; a quien Hirai admiraba.

 

La obra literaria de Ranpo y otros autores fue clasificada en el Japón de los años ´30 como “ero-guro-nansensu” (“erotique-grotesque-nonsense”); un subgénero típicamente nipón que también daría el salto a la gran pantalla con productos tan interesantes como “Strange Circus” (también del 2005) de Shion Sono o éste “Ranpo Jigoku”, de indudable calidad visual.

 

FHP, 2014

Sobre “Dead & Buried” y “Dressed to Kill”

 

Buenas ideas que no terminan de convencer

(sobre “Dead & Buried” y “Dressed to Kill”)

“Dead & Buried”, del ignoto Gary Sherman; y “Dressed to kill”, obra del archiconocido Brian De Palma, son dos ejemplos de películas con excelente argumento que llegan a decepcionar por no estar a la altura de sus guiones. En ambas el planteamiento es muy prometedor y la temática podría haber dado de si mucho más de lo que el resultado final ofrece.

“Dead & Buried” (1981) es un film independiente de presupuesto modesto, aparentemente concebido sin grandes pretensiones. Su onírica carátula llama poderosamente la atención, invitando a ver una película que parece destacar de entre los múltiples films de zombis y muertos vivientes varios surgidos en los albores de los años 80.

La escena introductoria nos muestra a un fotógrafo llegado a un remoto pueblo costero para tomar algunas instantáneas en la desértica playa de la localidad. De repente aparece una atractiva jóven , que cual traicionera sirena le seduce ladinamente para hacerlo caer en una letal trampa. Presa de una sádica turba de lúgubres lugareños es atado a un árbol y quemado vivo mientras los aldeanos toman fotos de la macabra tortura.

Otras nuevas muertes, acaecidas en circunstancias similares, conmocionan a la pacífica población; y el sheriff Dan Gillis se resuelve a esclarecer los enigmáticos crímenes con la ayuda de un anciano empleado de la funeraria local, encargado de recomponer cadáveres que quedan desfigurados.

La mayor incógnita a la que se enfrenta el policía durante sus pesquisas es el hecho de que varios testigos afirman haber visto en las inmediaciones del pueblo a varias personas que ya se suponían muertas y enterradas. Para el espectador, un interrogante aún más desconcertante es que los asesinos (sádicos autómatas pueblerinos) se dediquen a fotografiar y tambien a grabar los crímenes que cometen. “Por qué lo hacen?”, nos preguntamos. El desenlace es el plato fuerte del film, con su agobiante y angustiosa sorpresa final.

Para concluir, “Dead & Buried” cuenta con muy buenas ideas por parte del guionista, un argumento original y en grado sumo interesante (que no desentonaría en un comic de Dylan Dog, el en Italia tan popular “detective de la pesadilla”); pero está dirigida sin pericia, de manera plana y en exceso austera, por lo que carece de la atmósfera tensa, tétrica y claustrofóbica que es vital en las cintas de terror. Si en vez del tal Gary Sherman el director hubiera sido Lucio Fulci, con toda probabilidad estaríamos hablando de una maravilla.

Con “Dressed to Kill” (1980) sucede algo similar. Generalmente considerada como una de las películas más flojas del director del “Scarface” pacinesco, la trama es atractiva pero está pobremente desarrollada. En este thriller erótico destaca la genial idea del psicoterapeuta psicópata, con problemas de desdoblamiento de personalidad e identificación sexual, y tendencias transexuales; que vestido de mujer se dedica a liquidar a las mujeres que como hombre le resultan atrayentes. En esto, que se descubre en torno al final del film, reside el mayor encanto de “Dressed to Kill”, propuesta que entretiene pero no cautiva, a la que Dario Argento en su mejor época junto a una banda sonora de los Goblin hubiera podido sacar todo su jugo convirtiendo en obra maestra..

Lamentablemente, tanto “Dead & Buried” como “Dressed to Kill”se quedan a medio camino, sin lograr fascinar al espectador pese a sus brillantes guiones.

FHP (AlucineCinéfago), 2008

Nekromantik – Jörg Buttgereit, 1987

Nekromantik – Alemania, 1987

Género: Terror (underground)

Director: Jörg Buttgereit

Guión: Jörg Buttgereit, Franz Rodenkirchen

Intérpretes: Bernd Daktari Lorenz (Robert), Beatrice Manowski (Betty)

Música: Hermann Kopp &al.

El berlinés Buttgereit es junto a Olaf Ittenbach y Andreas Schnaas uno de los exponentes del subgénero conocido como ultragore alemán, la vertiente más salvaje, bestia, chabacana y burda del cine de vísceras y casquería. Sus trabajos destacan en medio de ese sangriento triunvirato por ser los que más cerca están de poseer cualidades artísticas, sin limitarse solamente a provocar arcadas (o risas) en el espectador. Nekromantik, la opera prima de Buttgereit, tiene la misma reputación infame y similar status de culto como película prohibida que la italiana Holocausto Canibal. Y doy fe de que no es para menos, pues estamos probablemente ante uno de los films mas enfermos y sórdidos que se han grabado jamás. Nekromantik no deja indiferente a nadie, pues trata un tema tan escabroso como la necrofilia de manera harto explícita. Este eterno tabú tambien se toca en Buio Omega o Dellamorte Dellamore, pero en un tono muy diferente, que no llega a resultar tan desconcertante.

Robert trabaja para un servicio de recogida de cadáveres, ocupación muy acorde a su desviación sexual, pues es necrófilo. Con frecuencia, a escondidas de sus compañeros, acostumbra a llevarse a casa como trofeo restos humanos (ojos, pies, manos…) que conserva en frascos de formol. Su novia Betty comparte con él ese macabro fetichismo. Un día Robert consigue hacerse con un cadáver entero, y la perversa pareja se entrega con él a las más nauseabundas voluptuosidades. Hay que mencionar que el cuerpo está en avanzado estado de putrefacción. Pero esto no es obstáculo para que Rob y Betty realicen con él un trío. Cuando la chica clava en la entrepierna del difunto un trozo de tubería sobre el que ha colocado un condón para seguidamente penetrarse con él es una de las escenas más bizarras que he tenido la oportunidad de observar, sólo superada por la alucinante secuencia final.

El fúnebre ménage a trois está abocado al fracaso, entre otras cosas debido a la corrupción física irremisible del componente finado de la tríada sexual.

Las desgracias comienzan cuando Robert es despedido de su trabajo, por desaveniencias con uno de sus compañeros. Entonces su novia le increpa furibunda algo así como “Y quien nos va a traer ahora cadáveres a casa?”. Poco despues, como era de preveer, Betty le abandona, llevándose al muerto consigo. Robert se queda solo, frustrado y hundido. En su desesperación agarra un gato que había conseguido para regalar a Betty, lo introduce en un saco y lo destroza a base de golpes contra la pared. A partir de ahora, el protagonista se ve envuelto en una espiral autodestructiva a base de alcohol, drogas y crímenes. Intenta tener sexo con una prostituta pero no es capaz de excitarse porque no está muerta, por lo tanto la extrangula. Cuando a la mañana siguiente aparece el vigilante del cementerio, donde la cópula necrófila ha tenido lugar, encontrando al degenerado sobre su víctima; Robert le rebana instintivamente media cabeza de un palazo y se da a la fuga.

SPOILER:

Despues de tantos excesos, abrumado por la frustación y la melancolía, Robert toma la resolución de suicidarse. Tendido sobre su cama se apuñala repetidas veces el estómago. Al mismo tiempo ha conseguido una erección, y va eyaculando (semen primero y sangre despues) mientras se va rajando el vientre. Esta secuencia ultrabizarra de mortuorio éxtasis orgásmico puede dejar anonadado a más de uno. La última escena consiste en un plano general de la tumba de Robert, en el camposanto. En un extremo de la pantalla vemos como aparecen una pala y una pierna femenina. Será Betty, dispuesta a desenterrar a su ex-novio para “reconciliarse” con él? Así, dejándonos en la intriga, finaliza la película.

FIN DEL SPOILER

La más conocida de las películas de Buttgereit fue grabada con nula calidad técnica y cero presupuesto, la condición amateur de la cinta se percibe en todo momento, así como la interpretación de actores no profesionales, amigos y conocidos del director. No obstante cuenta a mi parecer con una excelente banda sonora original, la melodía a piano del tema principal y todos los efectos sonoros son dignos de elogio, sobre todo teniendo en cuenta que esta es una producción practicamente casera.

Son tambien de agradecer las sutiles pinceladas de humor negro de la película, que contribuyen a contrarrestar la dureza de la propuesta.

Nekromantik, uno de los films más depravados de todos los tiempos, solo es apto para estómagos a prueba de bombas; y recomendable, tan solo para mentes enfermas.

Bonus:

A propósito de temática necrófila no puedo obviar un excelente thriller danés que he visto recientemente: Nattevagten (aka Nightwatch), 1994, de Ole Bornedal. Interesantísima esta película escandinava sobre un jóven estudiante llamado Martin que encuentra trabajo como vigilante nocturno en una morgue. El anterior guarda había sido despedido por desfogarse sexualmente con los cadáveres. En la ciudad anda suelto un peligroso psicópata que gusta de despellejar prostitutas. Este individuo opera en las inmediaciones del tanatorio, y poco a poco Martin se va convirtiendo en el principal sospechoso…

La construcción de la trama es impecable, y cuenta con unas reminiscencias a giallo de las que Dario Argento estaría orgulloso. Extrañamente se trata de un film muy poco conocido, pues es altamente recomendable, y cuenta con una buena nota en el Imdb. Hará las delicias de los aficionados al suspense. A destacar la escena en la que el asesino entra en el apartamento de Joyce para matarla. La música de fondo subraya la intensidad de la secuencia, muy bien rodada.

Un par de años más tarde el propio director hizo un remake en Estados Unidos con presupuesto hollywoodiense y actores americanos, cosa que no hubiera hecho falta en absoluto. Más bien deberían haber encontrado mejores canales de distribución para la cinta original.

FHP (AlucineCinéfago) , 2008

“Uccellacci e Uccellini” (y otros films de Pasolini)

 

“Uccellacci e Uccellini” (y otros films de Pasolini)

La última película que he visto del aclamado y controvertido intelectual italiano es una de sus obras más divertidas, fáciles de digerir, y alejada de la metafísica abstracta de por ejemplo “Teorema” o “Porcile”. “Uccelacci e Uccelini” (“Pajaritos y Pajarracos”) cuenta con el protagonismo del gran cómico napolitano Totò (que salvando las distancias vendría a ser algo así como el Charlot mediterráneo) en uno de sus últimos papeles, pues moriría un año despues.

 

Totò y su hijo Ninetto caminan sin pausa por los campos periféricos de Roma, dirigiéndose quien sabe a donde, mientras conversan amenamente sobre la vida y la muerte. En su periplo encuentran a un cuervo, que ante el asombro de ambos no solo sabe hablar, sino que además es un locuaz intelectual marxista que con inusitada pedantería les soltará discursos, alegatos y aforismos referentes a las tesis del barbudo Karl.

En cierto momento el cuervo izquierdista les narra una fábula medieval sobre dos frailes (interpretados asimismo por Totò y Ninetto) que reciben el encargo por parte de San Francisco de Asís de evangelizar a las aves: a los halcones (“pajarracos”) y los gorriones (“pajaritos”); soberbios y arrogantes los primeros, dóciles los segundos. Tras un año de sobrehumanos esfuerzos y vicisitudes, fray Totò logra aprender el idioma de los halcones y consigue a base de graznidos comunicarse con ellos para transmitirles la buena nueva. Otro año de ininterrumpida meditación es necesario para que el anciano religioso pueda hacer lo propio con los gorriones, al comprender que estos se comunican dando pequeños saltos. Contentos tras haber llevado satisfactoriamente a termino su misión evangelizadora, se ponen en camino de vuelta rumbo al monasterio. Sin embargo una profunda y acongojante consternación se apodera de ellos cuando ven como uno de los halcones, cuyo instinto depredador no ha sido calmado por el mensaje divino, caza y destroza un pequeño e indefenso gorrión. Una vez ante San Francisco, Fray Totò y Fray Ninetto le explican que, si bien han tenido éxito en la misión que les había sido asignada, habiendo convertido a halcones y gorriones en fervientes cristianos, no han podido evitar que ambas especies se reconcilien y que los fuertes dejen de masacrar a los débiles. El Santo les insta a que retornen a predicar a las aves hasta que cese la problemática, ya que hasta entonces no habrán realmente captado la esencia del mensaje.

Tras esta metáfora más que obvia sobre la lucha de clases (Los gorriones, “pajaritos”, el proletariado oprimido; y los halcones, “pajarracos”; opresora burguesía), padre e hijo llegan a una casa semiderruída donde habita una paupérrima familia famélica. Descubrimos que Totò es el casero, que contundentemente insiste en que paguen sus deudas. Se produce pues aquí una de las escenas cómicas mas desternillantes del film, con un exquisito humor grotesco: El niño, desde el piso de arriba, llama desconsolado y hambriento a su madre repetidas veces y ésta le responde que siga durmiendo, que aún es de noche (a pesar de ser de día); tras lo cual se dirige a Totò diciéndole que hace cuatro días que le repite que “es de noche, que siga durmiendo”, porque no hay nada de comer en la casa. Padre e hijo no se dejan conmover y deciden deshauciar a los desventurados echándolos a la calle.

Despues de esta ruda maniobra capitalista el cuervo no les reprende directamente, pero les advierte, a modo de alegoría, que tengan cuidado de no ser engullidos por un pez más grande.

Memorables tambien las escenas con los “dentistas dantescos”, con los integrantes del circo o con la prostituta.

Encuentros simbólicos y de cariz surrealista se van sucediendo a lo largo del metraje, con la palpitante intención de mostrar (con mucho sentido del humor) el círculo vicioso de depredadores y devorados en el sistema social.

Al final, Totò y Ninetto presencian los funerales del líder comunista italiano Palmiro Togliatti, tras lo cual, ya hartos del cuervo parlanchín, deciden retorcerle el pescuezo y comérselo.

Excelente maravilla pasoliniana, desde los títulos de crédito (genial, por cierto, la original idea de cantarlos); hasta la escena final. La banda sonora es del inconmensurable Morricone, cualquier otro comentario es superfluo. Grandísimas interpretaciones de Totò y Ninetto Davoli (colaborador habitual de Pasolini).

“Pajaritos y Pajarracos” es una de las películas de las cuales el cineasta boloñés estaba más satisfecho, y podría englobarse en una trilogía ambientada en la periferia de Roma junto a sus dos films precedentes “Accatone” y “Mamma Roma”, muy buenos tambien estos dos, ambos un retrato fiel del subproletariado italiano de los años cincuenta y sesenta.

“Accatone”, con Franco Citti (muso pasoliniano por antonomasia), narra la dura vida de un delincuente de poca monta y su lucha diaria por la supervivencia, sus intentos por reformarse y sus constantes recaídas en actividades ilegales debido a la falta de oportunidades. De esta película destaco particularmente la escena en la que el protagonista sueña que acude al cementerio a su propio funeral. En la banda sonora se incluyó un fragmento de la “Pasión según San Mateo” de Bach, empleado mucho despues por Scorsese para el principio de su obra maestra “Casino” (1995).

“Mamma Roma”, con Anna Magnani, se centra en la historia de una ex-prostituta reconvertida en vendedora de mercado, dispuesta a sacar adelante a su hijo adolescente, y acosada por su antiguo proxeneta (Franco Citti) que insiste en seguir “protegiéndola”. El jóven hijo comienza a frecuentar “malas compañías” y pronto se verá envuelto en actividades al margen de la legalidad, para la consternación de su señora madre (quien tampoco aprueba su relación con una chica del barrio, más mayor que él y ya con un hijo). Si “Uccellacci e Uccelini” retrata una relación entre un padre y un hijo (Totò y Ninetto), “Mamma Roma” refleja la relación materno-filial. No faltará quien, desde una perspectiva freudiana vea ciertos toques edípicos en ésta.

A propósito de edípico, Pasolini realizó una adaptación a la gran pantalla del mito griego: “Edipo Re”, tambien con Franco Citti. Esta fue prácticamente la única película de Pasolini que me decepcionó, pues no logró engancharme pese a lo sumamente interesante de la historia tratada, tal vez debería revisionarla y a lo mejor cambio de opinión.

Poco despues Pier Paolo decidió hacer una nueva incursión en el fascinante mundo de la mitología griega, dirigiendo “Medea”, con Maria Callas. Ésta película me gustó más, sobre todo por su atmósfera, con una perturbadora música que incluye un hipnótico fragmento de cantos budistas tibetanos (el mismo empleado un año despues por Jodorowsky en su excelente “El Topo”, para la escena en la que el protagonista es herido de muerte sobre el puente). Muy buenas tambien las secuencias del centauro, del festín caníbal, y sobre todo el vestuario y la puesta en escena.

Tras la “bilogía” mitológica vino la “bilogía” medieval: “Il Decameron” y “Racconti di Canterbury”, sobresalientes las dos, muy divertidas y con idéntica estructura, puesto que en ambas se narran varias historias, en tono jocoso y erótico-festivo (como en el episodio de “Il Decameron” donde un jóven entra en los recintos de un convento de monjas con el propósito de hacerles conocer los placeres de la carne). Cuentan con las participaciones de Franco Citti y Ninetto Davoli; y en el “Decameron” el propio Pasolini tiene un papel ante las cámaras interpretando a un pintor que recibe el encargo de realizar un fresco en una iglesia.

“Il Fiore delle mille e una notte” (1974) puede añadirse a las dos precedentes para formar la así llamada “Trilogía de la Vida”. Esta producción, basada en los cuentos y leyendas orientales de las “Mil y una Noches”, fué filmada en Yemen, Etiopía, Irán, la India y Nepal. Excelente ambientación, preciosa fotografía, hipnótica atmósfera y música del gran Morricone, como en otras varias películas de Pasolini. Abundantes escenas eróticas y toques de comedia. El hilo argumental se construye en base al rapto de la esclava Zumurrud. Su dueño, el jóven Nur-e-din, inicia su búsqueda conociendo por el camino a varios personajes y sus correspondientes historias. En el film tambien aparecen Ninetto Davoli (en el fragmento de Aziz y Aziza), y Franco Citti (caracterizado de demonio)

De “Teorema” esperaba más, sobre todo porque tras leer el argumento establecí un paralelismo con “Visitor Q” (2001) de Takashi Miike, probablemente mi película favorita de la primera década de este milenio. Ambas tratan sobre un extraño y enigmático personaje que se presenta en casa de una familia, convive con ella durante algún tiempo y al marcharse ha logrado cambiar la mentalidad y la perspectiva de sus integrantes, mejorando sus vidas (aunque esto último no está tan claro en “Teorema”, yo diría que ahí es más bien al contrario). No cabe duda que el film del excéntrico nipón está basado en la película del visionario italiano, y en este caso, paradójicamente, me gusta menos el original. El visitante pasoliniano seduce a la madre, al hijo, a la hija y hasta al padre; todos miembros de la acomodada burguesía; y acaba destrozando el núcleo familiar. La empleada doméstica, en un guiño surrealista, se marcha a una aldea donde se convierte en curandera venerada por los pueblerinos, que se alimenta exclusivamente de ortigas y es capaz de levitar.

 

“Porcile” (“Pocilga”), 1969, es junto a “Teorema” el film más críptico de Pasolini. Cuenta dos historias paralelamente: La de una familia burguesa alemana con oscuro pasado nazi residente en una mansión, y la de un caníbal que huye por parajes volcánicos en algún momento de la Edad Media. El fugitivo antropófago se alimenta de mariposas, serpientes y carne humana. En su periplo se unirá a otro proscrito y ambos serán perseguidos por un destacamento militar-inquisitorial. No hay diálogos durante toda la historia a excepción del impactante final, cuando ambos son apresados. En cuanto a la familia Klotz, el padre (con bigotito hitleriano) trata de llegar a un acuerdo con su rival en el mundo de los negocios, el Sr. Herdhitze. Ambos están involucrados en turbios acontecimientos del III Reich. Por su parte, Julian, el hijo del sr. Klotz; tiene interesantes diálogos con su novia Ida; y un inconfesable secreto: Gusta de pasar su tiempo libre en la pocilga (supuestamente desfogándose con los cerdos, quienes al final terminarán devorándolo).

“Salò o le 120 giornate di Sodoma”(1975) fué con diferencia el más polémico de los films de Pasolini, y tambien el último, ya que el intelectual cineasta homosexual e izquierdista fue asesinado brutalmente antes del estreno en circunstancias aún hoy no del todo esclarecidas. La controvertida propuesta es una adaptación de la obra del Marqués de Sade “Los 120 días de Sodoma”, ambientada en el siglo XVIII- es decir, en la actualidad de su autor- en la que cuatro altos cargos del poder franceses: un duque, un obispo, un juez, y un magistrado; todos acérrimos degenerados y sodomitas militantes, deciden enclaustrarse en un castillo suizo con un grupo de adolescentes de ambos sexos (en contra de su voluntad, pues son secuestrados) con los cuales piensan entregarse a todo tipo de perversiones y excesos;

y cuatro viejas prostitutas que fungirán de narradoras, contando las historias de sus vidas repletas de nauseabundas trangresiones sexuales para entonar a los lascivos libertinos.

Lo que hizo Pier Paolo fué adaptar esta historia a la Italia de finales la II Guerra Mundial, cuando tras el derrocamiento de Mussolini los fascistas establecieron la República de Salò, un estado títere del III Reich. Los cuatro degenerados son aquí jerarcas del régimen fascista, y los jovencitos y jovencitas que mantienen retenidos y de los que abusan sin piedad son hijos e hijas de partisanos.

Si bien el film de Pasolini, que no escatima en escenas de coprofagia, homosexualidad y variopintas torturas, me pareció en su día sumamente perturbador (de hecho fue la primera de sus películas que ví, pese a ser la última que dirigió); tras leer el libro del “Divino Marqués”, donde aberraciones inenarrables son descritas de manera hiperbólica con todo lujo de detalles, llegué a la conclusión de que “Salò o le 120 giornate di Sodoma” es “Bambi” comparado con la sumamente enferma novela del libertino aristócrata francés.

De la última película de Pasolini destaco especialmente la escena final, en la que los degenerados, uno por uno, van contemplando con unos prismáticos las salvajes torturas a las que son sometidas sus víctimas en el patio del castillo.

Poco despues del rodaje, Pasolini fue asesinado; supuestamente por un jóven al que había recogido de la calle en algún barrio marginal para contratar sus servicios como chapero. El director, al que masacraron a golpes con atroz contundencia, fué despues atropellado repetidas veces por su propio coche, en el que el presunto asesino huyó, para ser poco despues detenido por la policía. A día de hoy aún quedan muchos cabos sueltos referentes a la muerte del prolífico cineasta, y los amantes de teorías conspiranoicas hacen especial hincapié en sus intereses políticos, y en lo polémicas e incómodas que resultaban sus declaraciones en los medios. La controversia continúa…

FHP (AlucineCinéfago), 2009

Los muchachos de antes no usaban arsénico – José A. Martínez Suárez, 1976

Los muchachos de antes no usaban arsénico

Argentina, 1976

Director: José A. Martínez Suárez

Género: Comedia negra

Guión: José A. Martínez Suárez, Augusto Giustozzi

Intérpretes: Narciso Ibáñez Menta (Norberto), Mecha Ortiz (Mara), Arturo García Buhr (Pedro), Bárbara Mújica (Laura)

Música: Tito Ribero

Argumento

Mara Ordaz, una sesentona actriz retirada, vive en una gran casa de campo junto a su marido (en silla de ruedas) y otros dos ancianos; su médico (jubilado) y su antiguo asistente. La diva (que nostálgicamente se dedica a ver una y otra vez sus propias películas de cuando era joven) decide vender la casa para mudarse a la ciudad con su marido, desembarazándose así de los otros dos “acoplados” (uno de los cuales es su cuñado), a los que ya no soporta.

Pero los tres hombres (muy amigos entre ellos); su esposo Pedro, Martín y Norberto (éste último interpretado por Narciso Ibáñez Menta) se oponen, y quieren continuar residiendo tranquilamente en la casa campestre.

Un día llega la encargada de gestionar la venta del inmueble, la atractiva Laura. Ésta intentará convencer a Pedro de que acceda a vender la casa.

Las mujeres de Martín y Norberto desaparecieron en “extrañas circunstancias”… La esposa de Martín (y hermana de Mara) murió en un “accidente casero” supuestamente cayendo por las escaleras; mientras Mara se encontraba rodando su última película. Y la de Norberto sencillamente “se esfumó”, se marchó sin dejar ni huella.

Laura, que trata de manera muy dulce a los tres ancianos y a la señora de la casa (trayendo incluso regalos para ganarse su confianza), comienza a sospechar que las dos ausentes fueron asesinadas por sus maridos (en el caso de la mujer de Norberto, con ayuda de ácido para hacer desaparecer el cadáver).

Martin – Crees que lo sabe?

Norberto (Ibáñez Menta) – No sabe mucho, pero supone demasiado… y lo malo es que supone bien

 

Para impedir que se concrete el proceso de venta (y que se inicien indagaciones al respecto de las “desaparecidas”), los tres amigos están dispuestos a recurrir a todos los medios que sean necesarios.

Comentario

Simpática comedia de humor negro sobre tres viejitos que se ven perturbados en su apacible cotidianeidad por dos mujeres intrigantes; la “diva” y la especuladora. El final sorpresa es excelente.

El gran Narciso Ibáñez Menta, el “Lon Chaney” hispano, fue un gran actor español que sin embargo es más famoso en Argentina que en su país natal, por haber residido (y trabajado) durante muchos años al otro lado del Atlántico.

Una película donde participa él, por lo general no defrauda; y ésta no es la excepción. Muy recomendable.

FHP, 2014