El espejo de la bruja – Chano Urueta, 1962

El espejo de la bruja

México, 1962

Director: Chano Urueta

Género: Terror

Guión: Alfredo Ruanova, Carlos Enrique Taboada

Intérpretes: Rosita Arenas (Deborah), Armando Calvo (Eduardo Ramos), Isabela Corona (Sara), Dina de Marco (Elena)

Música: Gustavo César Carrión

Argumento

La joven Elena, casada con el acaudalado doctor Eduardo Ramos, descubre a través de su madrina Sara que su marido planea asesinarla. Sara, que es el ama de llaves del castillo, está versada en las ocultas artes de la brujería; y posee un espejo mágico a través del cual es capaz de comunicarse con entidades que la informan sobre lo que está por suceder.

Gracias al espejo de su madrina, Elena se entera del complot que Eduardo planea para deshacerse de ella y sustituirla por su amante Deborah. Las fuerzas de la oscuridad advierten a Sara que no hay nada que ella pueda hacer por evitarlo. Le prohíben terminantemente interferir, y así Elena está perdida sin remedio.

Elena toca en el piano una triste melodía que exaspera a su esposo („Siempre tocas lo mismo…“). Poco después, cuando la joven se ha retirado a sus aposentos, Eduardo le lleva un vaso de leche envenenada. Elena lo bebe estando él todavía en la estancia. Viendo venir su inminente muerte, antes de expirar, ella alcanza a reprocharle a su marido la fechoría que está cometiendo…

Una vez Elena ha sido enterrada, Sara solicita la ayuda de las potestades infernales para desencadenar su venganza sobre el asesino de su ahijada.

Poco después del sepelio, Eduardo trae al castillo a Deborah como su nueva mujer. Inmediatamente, fenómenos paranormales comienzan a intimidar al matrimonio: Ella siente una corriente helada al entrar en la habitación de Elena, las flores nuevas que ella coloca en lugar de los nardos de la difunta se marchitan al momento, en el piano suena la melodía de la muerta sin que nadie, aparentemente, lo esté tocando…

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El bruto – Luis Buñuel, 1953

El Bruto

México, 1953

Director: Luis Buñuel

Género: Drama, suspense

Guión: Luis Alcoriza, Luis Buñuel

Intérpretes: Pedro Armendáriz (Pedro «el Bruto»), Rosita Arenas (Meche), Katy Jurado (Paloma), Andrés Soler (Andrés)

Música: Raúl Lavista

Argumento

Carmelo González, hombre de mediana edad aquejado de una enfermedad pulmonar, vive con su hija Meche en una zona residencial de gente humilde. Un día llega a la vecindad el propietario del edificio, don Andrés, en compañía de su abogado y un par de policías. El dueño de los pisos convoca a los inquilinos en el patio y les anuncia que tiene la intención de echarlos a todos a la calle, pues planea derribar los inmuebles para construir allí algo más lucrativo. Les da veinte días de plazo para que empaqueten sus bártulos y se marchen. Pero lejos de amedrentarse, los vecinos se enfrentan al intransigente don Andrés. Carmelo, que tiene madera de líder, encabeza y anima a los revoltosos. Los inquilinos manifiestan su propósito de resistirse al desalojo, y casi echan de allí a golpes al casero.

Don Andrés regresa preocupado a su casa, donde le espera su esposa Paloma. Él le confiesa los problemas que tiene con sus inquilinos; lo que más quebraderos de cabeza le da es que hay “dos o tres” entre ellos que dirigen a los demás instigándoles a que se rebelen contra él, sobre todo el carismático Carmelo. Estando todos tan unidos y con un líder como ese va a ser difícil echarlos. Entonces Paloma sugiere que habría que “descabezar” la revuelta, librándose de los “dos o tres” que conducen la resistencia. Para ello será menester contratar a un hombre “fuerte y decidido”, que mande al hospital a los cabecillas.

Don Andrés sabe de inmediato a quién tomar como matón: A Pedro alias “El Bruto”, un forzudo grandullón sin muchas luces al que conoce desde su infancia. Pedro, que es de procedencia humilde, trabaja en un matadero y vive en una cabaña con su mujer, sus hijas y su suegra. Ésta última se acopló recientemente, también el vago de su cuñado se aloja con frecuencia allí y los dos viven parasitariamente a costa de sus escasos ingresos. La convivencia en esa casa es por todo ello cada día más insufrible.

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