Buenas ideas que no terminan de convencer
(sobre “Dead & Buried” y “Dressed to Kill”)
“Dead & Buried”, del ignoto Gary Sherman; y “Dressed to kill”, obra del archiconocido Brian De Palma, son dos ejemplos de películas con excelente argumento que llegan a decepcionar por no estar a la altura de sus guiones. En ambas el planteamiento es muy prometedor y la temática podría haber dado de si mucho más de lo que el resultado final ofrece.
“Dead & Buried” (1981) es un film independiente de presupuesto modesto, aparentemente concebido sin grandes pretensiones. Su onírica carátula llama poderosamente la atención, invitando a ver una película que parece destacar de entre los múltiples films de zombis y muertos vivientes varios surgidos en los albores de los años 80.
La escena introductoria nos muestra a un fotógrafo llegado a un remoto pueblo costero para tomar algunas instantáneas en la desértica playa de la localidad. De repente aparece una atractiva jóven , que cual traicionera sirena le seduce ladinamente para hacerlo caer en una letal trampa. Presa de una sádica turba de lúgubres lugareños es atado a un árbol y quemado vivo mientras los aldeanos toman fotos de la macabra tortura.
Otras nuevas muertes, acaecidas en circunstancias similares, conmocionan a la pacífica población; y el sheriff Dan Gillis se resuelve a esclarecer los enigmáticos crímenes con la ayuda de un anciano empleado de la funeraria local, encargado de recomponer cadáveres que quedan desfigurados.
La mayor incógnita a la que se enfrenta el policía durante sus pesquisas es el hecho de que varios testigos afirman haber visto en las inmediaciones del pueblo a varias personas que ya se suponían muertas y enterradas. Para el espectador, un interrogante aún más desconcertante es que los asesinos (sádicos autómatas pueblerinos) se dediquen a fotografiar y tambien a grabar los crímenes que cometen. “Por qué lo hacen?”, nos preguntamos. El desenlace es el plato fuerte del film, con su agobiante y angustiosa sorpresa final.
Para concluir, “Dead & Buried” cuenta con muy buenas ideas por parte del guionista, un argumento original y en grado sumo interesante (que no desentonaría en un comic de Dylan Dog, el en Italia tan popular “detective de la pesadilla”); pero está dirigida sin pericia, de manera plana y en exceso austera, por lo que carece de la atmósfera tensa, tétrica y claustrofóbica que es vital en las cintas de terror. Si en vez del tal Gary Sherman el director hubiera sido Lucio Fulci, con toda probabilidad estaríamos hablando de una maravilla.
Con “Dressed to Kill” (1980) sucede algo similar. Generalmente considerada como una de las películas más flojas del director del “Scarface” pacinesco, la trama es atractiva pero está pobremente desarrollada. En este thriller erótico destaca la genial idea del psicoterapeuta psicópata, con problemas de desdoblamiento de personalidad e identificación sexual, y tendencias transexuales; que vestido de mujer se dedica a liquidar a las mujeres que como hombre le resultan atrayentes. En esto, que se descubre en torno al final del film, reside el mayor encanto de “Dressed to Kill”, propuesta que entretiene pero no cautiva, a la que Dario Argento en su mejor época junto a una banda sonora de los Goblin hubiera podido sacar todo su jugo convirtiendo en obra maestra..
Lamentablemente, tanto “Dead & Buried” como “Dressed to Kill”se quedan a medio camino, sin lograr fascinar al espectador pese a sus brillantes guiones.
FHP (AlucineCinéfago), 2008