El secuestro
México, 1975
Director: José María Fernández Unsáin
Guión: José María Fernández Unsáin
Intérpretes: Jorge Rivero, Claudia Islas, Arsenio Campos, Athenea Baker
Género: Drama, suspense
Argumento
Una parejita llega una noche en automóvil hasta una colina a las afueras de la ciudad. Él tiene esperanzas de meterle mano a la chica, pero ella se hace la difícil. De improviso aparece un corpulento individuo enmascarado en actitud amenazadora. La muchacha escapa a través del bosque, mientras su amigo intenta retener al asaltante. Pero éste último deja fuera de combate al joven y logra alcanzar a la chica. Se la lleva retenida a un apartado caserón. Se trata de un secuestro…
Una vez en la villa, el enmascarado se quita el pasamontañas que oculta su rostro: El autor del rapto es ciego. No ha secuestrado a la joven por dinero, sino porque “necesita a una mujer”. Sin embargo, no pretende violarla ni abusar de ella. Quiere que la chica se acostumbre a él y que “aprenda” a amarlo. Hasta entonces, él sabrá esperar. La escogió a ella porque “le gustó su voz y su perfume”. El secuestrador le advierte a la joven que es inútil que intente escapar. Aunque es incapaz de ver, sus demás sentidos están muy desarrollados y conoce perfectamente la casa y el terreno donde ésta se encuentra porque siempre ha vivido allí.
Al día siguiente, unos labradores encuentran un coche abandonado y en un barranco cercano a un hombre inconsciente: Se trata del amigo de la chica que el secuestrador golpeó. La policía comienza a investigar la desaparición de la muchacha. Como es de una familia acomodada, suponen que se trata de un rutinario secuestro y que los perpetradores del mismo se comunicarán con la familia para exigir un rescate. Pero cuando con el pasar del tiempo ésto no sucede, los agentes comienzan a peinar la zona; sospechando que el autor del rapto puede ser un maníaco.
La chica vive en la casa moviéndose por ella libremente. Se trata de una villa con jardín y piscina, que el secuestrador recibió como herencia de sus difuntos padres. Él vive allí solo desde la muerte de sus progenitores. Quedó ciego diez años atrás, al recibir un balazo en la cabeza que destrozó su nervio óptico. Una vez al mes un viejo y su hija le traen la comida del pueblo más cercano. Ante la llegada de éstos, el raptor ata y amordaza a la chica para impedir que su presencia allí sea detectada. Esos pueblerinos son las únicas personas con las que tiene contacto. La hija se siente atraída por el ciego, pero éste la desprecia; pues “no le gusta su voz ni cómo huele”.
Helicópteros de la policía sobrevuelan el terreno… Precisamente mientras el ciego y su secuestrada han salido a pasear. Pero como el oído del raptor es prodigioso, escucha las hélices del aparato a tiempo y logra ocultarse con la joven. La muchacha trata varias veces de escaparse, una vez poniendo música para “despistar” al ciego y poder huír sin ser detectada. Pero sus intentos de fuga son infructuosos. Ella está dispuesta a entregársele, a permitir que él la tome para acabar así cuanto antes y que la deje marchar. Pero el ciego dice que todavía no ha llegado el momento: Prefiere esperar a que ella quiera de verdad…
Mientras tanto, la policía prosigue sus pesquisas y varios agentes se dirigen a la aislada casa de campo…
Comentario
Éste desconocido y original thriller mexicano sobre un secuestro bastante atípico ha resultado ser una agradable sorpresa. El protagonista es un individuo solitario, que detesta a la gente (misántropo) pero que necesita la compañía y el amor de una mujer en su idílico retiro campestre. Pero no de cualquier mujer, si no se conformaría con la hija del viejo tendero. En el pasado, intentó conseguir novia de manera más “convencional”; pero al ser ciego, sólo cosechó rechazo, burlas o lástima. Ninguna de esas tres cosas estaba dispuesto a aceptar. Así, tomó la resolución de hacerse con una mujer “por la fuerza, aunque sin forzarla”: Esperando, con mucha paciencia, que ella se acostumbre a su nuevo entorno y a él, y que nazca entre los dos un afecto sincero. Hasta entonces, no pretende poseerla. Aunque él desea establecer una relación “seria” con ella, parece bastante celoso de su pasado; no está dispuesto a revelarle detalles de su vida a su potencial compañera. Parece tener muchas cosas que ocultar. Aunque casi siempre la deja andar libremente por la casa, hay algunas habitaciones a las que le ha prohibido la entrada. Con esos detalles, el misterio que envuelve al personaje va creciendo a medida que la trama avanza. Ni él menciona su nombre ni parece interesado en saber el de la chica. Él quiere desarrollar con ella una relación “desde cero”, sin que el pasado de ninguno de los dos tenga la más mínima relevancia. Ella finge sumisión siguiéndole la corriente, pero busca salir de allí como sea…
La película es mucho más interesante que “La Orca” (1976) y su secuela “Oedipus Orca” (1977). Esos largometrajes del italiano Eriprando Visconti igualmente tematizan un secuestro pero de forma más habitual, poniendo énfasis en el consabido complejo de Estocolmo.
El raptor ciego del film que nos ocupa está interpretado por el forzudo Jorge Rivero, a quien vimos en el film de luchadores “Los leones del ring contra la Cosa Nostra” (Chano Urueta, 1974), en el thriller psicológico “El llanto de la tortuga” (Francisco del Villar, 1975) o en la memorable “Conquest” (1983), una de bárbaros à la Conan realizada por el maestro Lucio Fulci.
La rubia secuestrada, por su parte está encarnada por la bella Claudia Islas; a la que conocemos de “Más negro que la noche” (1975), un clásico del cine mexicano de terror perteneciente al ciclo gótico del gran Carlos Enrique Taboada.
El director de “El secuestro” fue el argentino José María Fernández Unsáin, quien desarrolló en México su carrera cinematográfica.
FHP, diciembre de 2016