El Imperio del Sexo, a.k.a. “Tokugawa Sex Ban: Lustful Lord” (V.O. Tokugawa sekkusu kinshi-rei: shikijô daimyô)
Japón, 1972
Director: Norifumi Suzuki
Género: Pinku Eiga / Jidaigeki
Guión: Norifumi Suzuki, Masahiro Kakefuda
Intérpretes: Audrey Cruise, Ryoko Ema, Kaya Hozumi, Sandra Julien
Música: Ichiro Araki
Argumento
Japón, siglo XVIII. El shogun Tokugawa Ienaru es famoso en la corte por sus proezas amatorias. Tiene más de 20 concubinas y una cincuentena de hijos. Al mismo tiempo, un poderoso daimyo, de 34 años, todavía sigue sin haber tenido relaciones sexuales pues al parecer ha sido muy introvertido con las mujeres. Los aristócratas han decidido que será éste daimyo el destinado a desposar a la hija mayor (también virgen) del shogun, la princesa Kiyo (Kiyo-hime).
El inexperto daimyo, Tadateru Ogura, fracasa en el primer encuentro sexual con la princesa, y es por ello asesorado por sus consejeros. Éstos le traen a varias cortesanas y algunas prostitutas para que “practique” y se “entrene”; entre ellas dos “exóticas” gaijin; una negra con el pelo a lo afro (tan de moda cuando se rodó ésta película) y una bella francesa llamada Sandra, hija de un misionero cristiano ejecutado por el shogunato.
Rápidamente el daimyo descubre los placeres de la carne, conviertiéndose en un erotómano empedernido, en un auténtico obseso sexual, en todo un maníaco. Sandra es la favorita de su harén; y su legítima esposa, Kiyo-hime, se siente desplazada e ignorada.
El señor feudal decide promulgar un decreto por el cual prohíbe tajantemente las relaciones sexuales en todos sus dominios. El tirano quiere ser el único privilegiado que pueda gozar de las voluptuosidades eróticas. A aquellos que incumplen su mandamiento, les será amputado el miembro.
Las consejeras de Kiyo-hime deciden raptar a Sandra para fustigarla. La consideran responsable del comportamiento despótico y lunático que exhibe Ogura. Pero Morita, uno de los más cercanos vasallos del daimyo, la libera. Antes, éste Morita ha debido realizar la función del kaishakunin decapitando a su amante, la cual fue forzada a practicarse el seppuku por desobediencia al decreto de abstinencia.
La trama se torna confusa hacia el final de la cinta. Sandra es capturada y torturada sádicamente por Ogura en una escena de pésimo gusto donde de manera grotesca se suceden referencias con imaginería cristiana por ser la francesa hija de un misionero. Sandra trata de zafarse de su agresor, y le clava al daimyo un crucifijo en el ojo. A continuación, el resto de las concubinas, entre ellas la negra, se abalanzan sobre él y terminan de liquidarlo.
Pero más tarde, cuando Sandra es liberada por Morita (que también es cristiano) y ambos se convierten en amantes, son sorprendidos por el daimyo (no se supone que estaba muerto, o al menos tuerto?). Morita se hace el hara-kiri, y poco después, Sandra es crucificada en la playa boca abajo (sin que el daimyo lo supiera, pues se entera por sus hombres y corre hacia la playa para salvarla) (?!)
Ogura llega demasiado tarde, Sandra ya se ha ahogado a causa de la subida de la marea. Seguidamente, la absurda ley anti-sexo es derogada, el pueblo lo celebra. Ogura se reconcilia con la princesa Kiyo y ambos tienen relaciones sexuales, durante las cuales el daimyo colapsa y termina muriendo (por segunda vez en la película…)
Comentario
Pese a sus lagunas argumentales y a su trama sumamente incoherente, la película resulta interesante como muestra del cine erótico-grotesco setentero japonés con el periodo Edo como escenario. No le faltan toques cómicos al film, debido al hiperbólico desfase de muchas situaciones. Buena banda sonora, con ritmos muy propios de la época. También es destacable el seppuku femenino que se ve forzada a practicarse la amante de Morita.
La incongruencia más grave es sin duda lo que sucede con el daimyo, uno de los protagonistas de la película. Parece que ha habido un desdoblamiento de éste personaje sin que el espectador lo advierta.
Al parecer Tokugawa Ienari (1773-1841), el undécimo shogun de su dinastía y el que tuvo un reinado más largo, era efectivamente un sátiro, famoso en la vida real por sus lúbricos excesos, y poseedor de un harén con más de 90 concubinas. No obstante, en el film el shogun sólo aparece al principio y la película sólo se centra en su hija Kiyo-hime y el bizarro marido de ésta, que pasa rápidamente de ser un inexperto con miedo a las mujeres a convertirse en un pervertido sexualmente más activo que su suegro.
La actriz francesa que interpreta a Sandra participó en películas de Jean Rollin.
El estilo fílmico sería el que décadas después Quentin Tarantino se dedicaría a imitar y reciclar para sus películas. No sería extraño que Norifumi Suzuki (director también de “Sex & Fury”) fuera uno de sus referentes.
FHP, 2014