Un perro andaluz – Luis Buñuel, 1929

Un perro andaluz (V.O. Un chien andalou)

Francia, 1929

Director: Luis Buñuel

Guión: Luis Buñuel, Salvador Dalí

Intérpretes: Simone Mareuil (Chica), Pierre Batcheff (Hombre)

Música: Arias de Wagner y tango argentino (insertos posteriores de Buñuel)

Género: Surrealista, experimental, muda

Argumento

Un tipo afila una navaja de afeitar en el pomo de una puerta para cortar el globo ocular de una chica. Ocho años después, esa chica ve desde una ventana a un individuo vestido de monja circulando por la calle en bicicleta. Éste se cae. Ella coloca ropa en una cama, con la forma de una persona, como tratando de revivir o invocar a alguien. Aparece un sujeto, que muestra cómo de la palma de una de sus manos salen hormigas.

En la calle una mujer de pelo corto juega con una mano amputada que está en el suelo, llamando la atención de los viandantes. Un gendarme se la entrega en una caja, pero poco después ella es atropellada. Mientras tanto, en la habitación donde se encuentra la pareja protagonista, él comienza a propasarse con ella. Se deleita toqueteándola e imaginándola desnuda. Arrastra consigo un piano en cuyo interior hay dos vacas muertas. El piano también trae atados consigo a dos curas.

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La mujer con botas rojas – Juan Luis Buñuel, 1974

La mujer con botas rojas (V.O. La femme aux bottes rouges a.k.a. “The Lady with Red Boots”)

Francia, 1974

Director: Juan Luis Buñuel

Género: Drama, misterio, surrealismo

Guión: Juan Luis Buñuel,Pierre-Jean Maintigneux, Jean-Claude Carrière, Clement Biddle Wood

Intérpretes: Catherine Deneuve (Françoise LeRoi), Fernando Rey (Perrot), José Sacristán (Valet), Emma Cohen (Sophie)

Argumento

El excéntrico millonario Monsieur Perrot es, además de accionista en la bolsa, un mecenas y coleccionista de arte, que recorre la ciudad en la que vive comprando pinturas y contratando escultores. En esas tareas siempre le acompaña su fiel y un tanto siniestro chófer y mayordomo Albert.

Perrot ordena la compra de todas las obras expuestas en la galería Villier, y tras ello continúa en su coche con la lectura de la novela “Secrets”. La autora del libro, Françoise LeRoi, se encuentra escribiendo en un café en el que instantes después aparece el millonario. Discretamente y sin que nadie más se de cuenta, Françoise hace un pequeño “strip-tease” de breves segundos ante el estupefacto Perrot. Desde ese momento, el mecenas la sigue a todas partes, espiándola obsesivamente con la ayuda de su chófer.

Mientras Françoise hojea libros antiguos en un puesto ambulante, el galerista Villier le pregunta al librero si no tiene por casualidad “algo de la escritora Françoise LeRoi” – sin saber que esa autora se encuentra ante él. Ella siente curiosidad hacia ese admirador de su obra, pero no le dirige la palabra en ese momento. Françoise averigua quién es el galerista, y le escribe una carta. Inicia así una correspondencia entre ambos, lo que despierta los celos de Sophie, la esposa de Villier, y también del pintor Valet, el amigo de Françoise con el que ésta convive en una especie de “relación abierta”.

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El río y la muerte – Luis Buñuel, 1954

El río y la muerte

México, 1954

Director: Luis Buñuel

Género: Drama

Guión: Luis Alcoriza, Luis Buñuel

Intérpretes: Columba Domínguez (Mercedes), Miguel Torruco (Felipe), Joaquín Cordero (Gerardo), José Elías Moreno (Don Gervasio)

Música: Raúl Lavista

Argumento

En un pueblo mexicano llamado Santa Bibiana existen desde hace generaciones encarnizadas rivalidades mortales entre varias familias. Especialmente feroz es la secular contienda entre los Anguiano y los Menchaca. Por unas irrisorias nimiedades estallaron hace muchos años disputas que, generación por generación, van costando la vida a los hombres de ambas familias. Con el tiempo, esos esporádicos ajustes de cuentas se han convertido en la ley no escrita del pueblo.

Cada vez que un Anguiano mata a un Menchaca o viceversa (para salvaguardar su honor enfrentándose siempre cara a cara), el autor del homicidio debe auto-exiliarse a las inhóspitas tierras que hay más allá del río que cruza la localidad. Allí debe permanecer el tiempo que sea necesario, hasta que ya no corra peligro de ser arrestado. La mayoría de los moradores del pueblo acepta esa práctica atávica.

El río se puede cruzar de dos maneras: vivo, para ocultarse en los bosques; o muerto a bordo de una barca negra para ser trasladado al cementerio.

Gerardo Anguiano es uno de los pocos que “ha estudiado”, y que por tanto considera la tradición de su pueblo “bárbara y salvaje”. Es médico de profesión, pero él mismo padece una grave enfermedad; una poliomielitis que le mantiene paralítico. Como rechaza las costumbres ancestrales de su pueblo los demás lugareños le consideran un cobarde – incluso su propia madre, quien no le visita en el hospital. Pues se supone que Gerardo, como Anguiano que es, debería combatir en un duelo contra Rómulo Menchaca, el representante de la estirpe rival.

Rómulo va a ver a Gerardo al hospital, para cerciorarse de que efectivamente está enfermo. El padre de Gerardo mató al de Rómulo, y por ello, el Menchaca quiere continuar la tradicional cadena de venganzas. Pero al comprobar que Gerardo está postrado e inmóvil se marcha, no sin antes recordarle que tarde o temprano se tendrán que encontrar: “Algún día te he de matar, pero de igual a igual”.

Gerardo cuenta con las atenciones de la enfermera Elsa y entre  los dos va surgiendo un romance. El joven se va recuperando, y le narra a Elsa la historia de la confrontación entre las dos familias…

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El bruto – Luis Buñuel, 1953

El Bruto

México, 1953

Director: Luis Buñuel

Género: Drama, suspense

Guión: Luis Alcoriza, Luis Buñuel

Intérpretes: Pedro Armendáriz (Pedro «el Bruto»), Rosita Arenas (Meche), Katy Jurado (Paloma), Andrés Soler (Andrés)

Música: Raúl Lavista

Argumento

Carmelo González, hombre de mediana edad aquejado de una enfermedad pulmonar, vive con su hija Meche en una zona residencial de gente humilde. Un día llega a la vecindad el propietario del edificio, don Andrés, en compañía de su abogado y un par de policías. El dueño de los pisos convoca a los inquilinos en el patio y les anuncia que tiene la intención de echarlos a todos a la calle, pues planea derribar los inmuebles para construir allí algo más lucrativo. Les da veinte días de plazo para que empaqueten sus bártulos y se marchen. Pero lejos de amedrentarse, los vecinos se enfrentan al intransigente don Andrés. Carmelo, que tiene madera de líder, encabeza y anima a los revoltosos. Los inquilinos manifiestan su propósito de resistirse al desalojo, y casi echan de allí a golpes al casero.

Don Andrés regresa preocupado a su casa, donde le espera su esposa Paloma. Él le confiesa los problemas que tiene con sus inquilinos; lo que más quebraderos de cabeza le da es que hay “dos o tres” entre ellos que dirigen a los demás instigándoles a que se rebelen contra él, sobre todo el carismático Carmelo. Estando todos tan unidos y con un líder como ese va a ser difícil echarlos. Entonces Paloma sugiere que habría que “descabezar” la revuelta, librándose de los “dos o tres” que conducen la resistencia. Para ello será menester contratar a un hombre “fuerte y decidido”, que mande al hospital a los cabecillas.

Don Andrés sabe de inmediato a quién tomar como matón: A Pedro alias “El Bruto”, un forzudo grandullón sin muchas luces al que conoce desde su infancia. Pedro, que es de procedencia humilde, trabaja en un matadero y vive en una cabaña con su mujer, sus hijas y su suegra. Ésta última se acopló recientemente, también el vago de su cuñado se aloja con frecuencia allí y los dos viven parasitariamente a costa de sus escasos ingresos. La convivencia en esa casa es por todo ello cada día más insufrible.

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Susana – Luis Buñuel, 1951

Susana

México, 1951

Director: Luis Buñuel

Género: Drama, suspense

Guión: Manuel Reachi, Luis Buñuel

Intérpretes: Rosita Quintana (Susana), Fernando Soler (Don Guadalupe), Víctor Manuel Mendoza (Jesús)

Música: Raúl Lavista

Argumento

En una noche de tormenta, la joven Susana escapa del reformatorio en el que se encontraba recluída desde hacía dos años. Tras ser encerrada en una de las celdas de aislamiento del sótano, la chica consigue retirar las rejas de la ventana y salir al exterior.

Mientras tanto, en una hacienda no lejos de allí, el terrateniente don Guadalupe se dispone a cenar con su esposa doña Carmen, su hijo Alberto y la criada Felisa. La tempestad es cada vez más violenta, los truenos se escuchan a cada momento y los relámpagos caen cerca de la finca. La supersticiosa Felisa está convencida de que todo ello no augura nada bueno, “Se me hace que anda suelto el Diablo…”

En ese momento, una desvalida joven aparece en una de las ventanas. La chica se desmaya y es llevada por los hombres al interior de la casa. Está completamente empapada por la lluvia y su cuerpo presenta algunas heridas. Doña Carmen se dispone a atenderla y cuidarla hasta que se halle repuesta.

A la mañana siguiente, la muchacha narra su historia a su benevolente anfitriona: Susana explica entre sollozos que se escapó de un padrastro que la maltrataba y pretendía abusar de ella, y que no tiene “a nadie en el mundo” ni tampoco a dónde ir. Doña Carmen se apiada de la pobrecita desamparada, y la invita a instalarse con ellos en el rancho: “Te protegeremos como a una hija”.

Inicialmente Don Guadalupe tiene sus recelos, pues nada saben acerca de la procedencia de la misteriosa joven. Como llegó durante la noche de tormenta, Felisa sigue empecinada en que la chica les acarreará desgracias. Pero doña Carmen descarta las advertencias de la criada como supercherías, y defiende a Susana, considerándola “una muchacha humilde e inocente que podrá ayudarnos en las tareas del hogar”.

Pronto la bella recién llegada llama la atención de los trabajadores del rancho. Y especialmente el capataz Jesús se fija en ella e intenta “domar a la potrilla”. Sin embargo, Susana se hace la dura con él y lo rechaza, pues apunta más alto: Ella prefiere emplear su coquetería acercándose en actitud provocadora al joven Alberto, el hijo del dueño de la hacienda. Alberto es un aplicado estudiante muy interesado en la entomología.

Al día siguiente, Jesús cabalga por los alrededores del rancho cuando se encuentra con una patrulla de policías que parecen estar buscando a alguien. Los agentes le preguntan si no se ha visto recientemente en las inmediaciones a una chica forastera, rubia y atractiva: Pues la otra noche se ha fugado del reformatorio femenino una joven sumamente peligrosa…

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