La muerta viviente – Jean Rollin, 1982

La muerta viviente (V.O. La morte vivante a.k.a. “The living dead girl”)

Francia, 1982

Director: Jean Rollin

Guión: Gregory K. Heller, Jacques Ralf, Jean Rollin

Intérpretes: Marina Pierro (Hélène), Françoise Blanchard (Catherine), Mike Marshall (Greg), Carina Barone (Barbara)

Música: Phillippe D´Aram

Género: Terror

Argumento

Tres individuos llevan a la cripta de un castillo unos bidones de los que pretenden deshacerse. Se trata de peligrosos residuos químicos. Una vez allí, tras haber descargado el tóxico material, aprovechan para desvalijar a a los muertos. Mientras fuerzan los féretros, se produce un pequeño temblor de tierra… de suficiente intensidad para que varios de los bidones caigan, abriéndose y dejando que su contenido radiactivo impregne la cripta. Los vapores provocan que uno de los cadáveres cobre vida: El de una joven rubia. Ésta se levanta de su ataúd ante la atónita mirada de los intrusos, y los liquida bestialmente a mordiscos para beberse su sangre…

Los turistas americanos Greg y Barbara se encuentran visitando la comarca. Ella es muy aficionada a la fotografía, y mientras pasea por el bosque buscando motivos con su cámara le llama la atención la figura en la distancia de una chica rubia de caminar extraño, mirada perdida y sólo cubierta por una delgada gasa blanca. Barbara toma varias fotos de la extraña muchacha.

El castillo Valmont está en venta, y la empleada de la agencia inmobiliaria trata de persuadir a unos potenciales clientes. Mientras tanto, la resucitada rubia pasea por el castillo – que es el mismo en cuya cripta hace poco ella se encontraba. Se trata de la propiedad de sus antepasados, pues ella es Catherine Valmont. Mientras avanza, aún desorientada, a través de los pasillos, o mientras asciende por las escaleras, vagos recuerdos de cuando estaba viva regresan a su mente: Vuelve así a acordarse de su querida amiga Hélène, con la que en su adolescencia hiciera un pacto de sangre.

Algo más tarde, cuando ya ha despachado a los posibles compradores que querían ver el castillo, la mujer de la agencia inmobiliaria se trae allí a su novio para pasar una romántica y erótica velada… Pero ésta es interrumpida por la “zombie” Catherine; quien los masacra atrozmente.

Poco después llega de improviso Hélène. Se horroriza al encontrarse los cadáveres ensangrentados y descarnados de la pareja, pero su desconcierto es aún mayor cuando ve a Catherine, a la que creía muerta. Aunque Catherine no habla y se comporta de forma animalesca, reconoce a Hélène. Ésta última, decide ocultar los destrozados cuerpos y borrar toda huella del crimen recién cometido. No piensa que su amiga sea una muerta viviente, sino que fue enterrada por error y que está enferma.

Mientras tanto, Barbara ha revelado las fotos que hiciera de la misteriosa chica del bosque y comienza a intrigarse acerca de su identidad. Va preguntando a los lugareños y todos coinciden en afirmar que se trata de Catherine Valmont. Alguien le pregunta a Barbara cuándo hizo la foto y al responder ella que el día anterior le dicen que “Eso no puede ser… Catherine Valmont murió hace dos años”.

Hélène se ha dado cuenta de que su amiga “enferma” necesita una dieta muy especial: Carne y sangre humanas. Así, se dispone a conseguirle presas a Catherine, atrayendo incautos al castillo…

Y Barbara, cada vez más obsesionada con la supuestamente muerta Catherine Valmont, se dispone a investigar para convencer a su escéptico marido de que no está loca, de que no ve “fantasmas”…

Comentario

Sie bien el calificativo de “poeta del macabro” se le ha otorgado a Lucio Fulci, existe otro director que también lo tiene más que bien merecido: Se trata del francés Jean Rollin, maestro del terror gótico de bajo presupuesto y realizador del producto que hoy reseñamos. A finales de los setenta y comienzos de los ochenta estaban muy en boga los films europeos sobre muertos vivientes antropófagos, a raíz del éxito de “The night of the living dead” (George Romero, 1968) y de “Zombi 2” (1979) del antes mencionado Fulci. Rollin aprovechó para dedicar al subgénero dos películas, imbuyéndolas con su particular estilo. Una fue “Les raisins de la mort” (1978) y otra ésta “La morte vivante”.

Rollin es especialmente recordado por recurrir a la temática del vampirismo lésbico, y por emplear elementos surrealistas y una atmósfera onírica, casi hipnótica, que a algunos sumerje en el sopor. Entre las dos protagonistas se sugiere un amor platónico más allá de la vida y de la muerte, de carácter sáficamente morboso.

Catherine, que vuelve a la vida por accidente a causa de las emanaciones químicas en la cripta, retorna como una zombie (Aturdida, desorientada; sin emitir más que gruñidos como un animal), pero poco a poco, desde que aparece Helene, va recobrando su conciencia: Comienza de nuevo a hablar, y a comprender lo trágico de los acontecimentos. Resulta reminiscente del monstruo de Frankenstein en “The bride of Frankenstein” (James Whale, 1935), la segunda parte del clásico, donde el monstruo aprende a hablar y de ser un engendro irracional pasa a darse cuenta de cómo ha llegado a la situación en la que está. Conforme avanza la trama iremos viendo que Hélène resulta ser más monstruosa que su amiga zombie; pues mientras Catherine ha comprendido lo que le ocurre y sólo quiere ya descansar en paz, Hélène insiste en traerle nuevas víctimas para que la muerta viviente pueda seguir prolongando su artificial existencia física.

A diferencia de otros films de Rollin no abundan los desnudos de bellas mujeres. Pero un trasfondo poético de romanticismo gótico se mezcla aquí con el gore más explícito. Ya en las primeras escenas vemos, por ejemplo, como la recién resucitada Catherine arranca los ojos a uno de los profanadores de su tumba; o cómo raja y desgarra con las meras uñas a la pareja que pretendía solazarse en su castillo.

FHP, febrero de 2017

Un comentario en “La muerta viviente – Jean Rollin, 1982

  1. Esta fue la primer película que vi , atraído por el poster de la cinta sin esperar nada sobresaliente. Quede enamorado de la filmografía de este director galo, y desde entonces busco hasta bajo las piedras su trayectoria completa. Para mi, es un esteta de la muerte y el surrealismo. Gran critica. Saludos

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