Maratón suicida – Franco Prosperi, 1976

Pronto ad uccidere (a.k.a. “Meet him and die”)

Italia, 1976

Director: Franco Prosperi

Género: Polizziesco, cine presidiario

Guión: Peter Berling, Antonio Cucca, Claudio Fragasso, Alberto Marras

Intérpretes: Ray Lovelock (Massimo Torlani), Martin Balsam (Giulianelli), Ettore Manni (Perrone), Elke Sommer (secretaria de Perrone) Riccardo Cucciola (Comisario Sacchi)

Música: Ubaldo Continiello

Argumento

Massimo se despide de su madre paralítica y se dirige a una joyería para perpetrar un atraco. Uno de los dependientes acciona un mecanismo, la puerta queda cerrada y la policía se pone en camino. Massimo intenta tomar al joyero como rehén, pero poco después es reducido y arrestado sin oponer demasiada resistencia.

Una vez en la cárcel, es encerrado en una celda con otros dos presos: Piero y el bravucón Manolo. Éste último comienza a provocarle desde el primer momento, Massimo inicialmente lo ignora. Es el primer delito que el recién llegado había cometido, no estaba fichado y jamás antes había pisado una prisión. Por ello, los demás presos están recelosos y desean saber quién es él y por qué motivo está allí.

Entre los internos, el más poderoso e influyente es Giulianelli, el jefe de la banda a la que pertenecen Piero y Manolo, los compañeros de celda de Massimo. Giulianelli, que controla incluso a varios de los guardias de seguridad y tiene en prisión un estatus privilegiado, quiere poner a prueba al novato; y por ello arregla que Massimo y el matón Manolo se queden solos en el patio de la cárcel para que así se se enzarzen en una pelea.

Ambos luchan ante la atenta y complacida mirada del jefe, y Massimo termina venciendo al grandullón – Ha superado la prueba. Ahora Giulianelli empieza a fijarse en él como potencial miembro de su organización.

Poco después, Massimo es llamado a coloquio por su «abogado» – En realidad se trata del comisario Sacchi, el mismo que le «arrestó». Pues Massimo no es un delincuente común, como en prisión quiere hacer creer, sino un agente de policía infiltrado, con la misión de desbaratar el grupo de Giulianelli, que se dedica al narcotráfico. La policía ha descubierto que Giulianelli ha planeado una inminente fuga. Massimo fue escogido para ese arriesgado trabajo por motivos personales, pues fueron miembros de la banda de Giulianelli los responsables de dejar paralítica a su madre en el transcurso de un tiroteo. Hasta ahora nunca se pudieron probar cargos de narcotráfico contra la banda, y Massimo debe ahora no sólo posibilitar la fuga de Giulianelli sino también escaparse con ellos, y ser aceptado como miembro; para poder así documentar las operaciones de tráfico de drogas.

Efectivamente, tal y como el comisario esperaba, Giulianelli y Piero proponen a Massimo fugarse con ellos. Una vez fuera, lo primero que el jefe piensa hacer es vengarse de su mortal enemigo apodado «Il Bavoso» («El Baboso»), responsable de su encarcelamiento y además competidor en el negocio de la heroína.

Con la ayuda de un carcelero corrupto, Giulianelli, Piero y Massimo escapan una noche del centro penitenciario. Un coche les esperaba fuera y se alejan rápidamente. Pero Bavoso, que ha sido informado de la fuga, organiza un atentado contra Giulianelli: Sicarios con ametralladoras tratan de coser a balazos a los recién evadidos, pero los tres logran sobrevivir – aunque Giulianelli es herido en el brazo. El atentado es frustrado gracias a la veloz reacción de Massimo. El jefe considera que el valiente joven le ha salvado la vida, y decide aceptarlo oficialmente como miembro de la banda. Eso es precisamente lo que Massimo pretendía – cada vez tendrá acceso a mayor información para continuar su investigación policial… y para preparar su personal venganza.

Giulianelli ordena el secuestro de «Settecapelli» («Sietepelos»), un antiguo esbirro suyo que se pasó al bando del Baboso. Una vez se encuentra ante la presencia de Giulianelli, Settecapelli implora clemencia y cuenta todo lo que sabe acerca del Baboso, revelando el lugar donde es posible encontrarle. El rastrero cobarde cree que así, Giulianelli volverá a aceptar que trabaje para él. Pero, muy al contrario, el jefe de la banda se da cuenta de que «Sietepelos» no siente lealtad hacia nadie, y sólo actúa según su propia conveniencia – ordena por tanto que lo liquiden.

Massimo vuelve a encontrarse con su auténtico jefe, el comisario Sacchi, durante un partido de fútbol, para reportarle las novedades. Las citas con su superior siempre deben realizarse con la máxima cautela, pues si la banda de Giulianelli llegara a sospechar que Massimo es un infiltrado, sería su fin. El comisario no está del todo satisfecho, pues Massimo se dedica a su labor de manera «demasiado» realista, es decir, parece que sea efectivamente un auténtico gangster – desde que se fugó ha aumentado considerablemente la violencia en las calles entre los de la banda de Giulianelli y los del Baboso. Pero Massimo insiste en continuar con la operación (tienen previsto desplazarse a Génova), pues está seguro de que Giulianelli no es el gran jefe, sino tan solo un intermediario. Massimo está convencido de que hay otros muy por encima de él…

Comentario

Éste polizziesco es también una incursión en el subgénero presidiario. Además, la trama gira en torno a un agente que se infiltra en una red criminal para recoger pruebas contra ella y meter a todos sus integrantes tras las rejas. Una temática muy similar se desarrolla en «Donnie Brasco» (Mike Newell, 1997), película basada en hechos reales: El caso del agente del FBI Joseph Pistone, infiltrado durante de los años setenta en la familia Bonanno de la Mafia de Nueva York. Pistone (alias Donnie Brasco) está interpretado por Johnny Depp, y su “padrino” en el mundo del crimen organizado, Lefty Ruggiero, nada menos que por Al Pacino.

Ésta “Pronto ad uccidere” (traducción literal “Listo para matar”) no se encuentra a la altura de “Donnie Brasco”, pero es ciertamente un precedente interesante. El director Franco Prosperi tiene en su haber varios films de serie B bastante notables, como “La settima donna” con Florinda Bolkan (a.k.a. “The last house on the beach”, 1976 – inspirada en la célebre “The last house on the left” de Wes Craven, 1972) o las casposas “barbarian-exploitation” ochenteras “Gunan il guerriero” (1982) o “Il trono di fuoco” (1983).

Ray Lovelock (“No profanar el sueño de los muertos”, 1974) interpreta al audaz agente encubierto Massimo Torlani. Al jefe gangsteril Giulianelli le da vida Martin Balsam – actor neoyorkino que participó en dos roles distintos en la saga de “La Piovra”. En la piel del comisario Sacchi, por su parte, se mete Riccardo Cucciola, quien tiene un papel de gran importancia a partir de la segunda mitad de «El caso está cerrado, olvídelo» (Damiano Damiani, 1971) – película ésta última que, como gran parte de la que hoy reseñamos, transcurre tras los muros de una prisión.

La acción se desarrolla en Italia (principalmente Roma y Génova), por lo que resulta un tanto fuera de lugar la canción de estilo “country” que se eligió como encabezamiento de la banda sonora.

Thriller de acción bastante infravalorado y desconocido, que incluye una ligera crítica social hacia la forma de proceder demasiado “cosmética” de las autoridades – que sólo detienen a los pequeños y medianos criminales mientras dejan tranquilos a los auténticos amos del negocio, para que así el dinero continúe fluyendo en el corrupto sistema.

Massimo es un policía que no se anda con medias tintas, y que no duda en recurrir a su pistola cuando la situación lo exige. También las escenas de acción son dignas de ser destacadas, especialmente el segmento del robo del camión a Massimo y la siguiente trepidante persecución del agente a bordo de una moto.

FHP, diciembre de 2015

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