Rojo oscuro – Dario Argento, 1975

Rojo Oscuro (V.O. Profondo Rosso a.k.a. “Deep Red”)

Italia, 1975

Director: Dario Argento

Género: Giallo / Terror

Guión: Dario Argento, Bernardino Zapponi

Intérpretes: David Hemmings (Marcus Daly), Daria Nicolodi (Gianna Brezzi), Gabriele Lavia (Carlo), Macha Méril (Helga Ulmann)

Música: Goblin

Argumento

La medium alemana Helga Ulmann participa en un congreso de parapsicología que tiene lugar en un teatro de Roma. Ella posee dones telepáticos. No es capaz de adivinar el futuro, pero sí de leer el pensamiento (“a veces los pensamientos se solidifican y son como telarañas”), capta los hechos que suceden pero no los que sucederán.

Durante el evento, tras realizar una demostración de sus facultades con uno de los espectadores, percibe vibraciones malignas muy fuertes entre el público, que emanan de alguien que no puede todavía identificar. Menciona que su cabeza escucha una canción infantil, ve mucha sangre y también una villa.

Tras su intervención, Helga se va sobreponiendo al impacto psíquico que acaba de sufrir y le dice a su amigo Giordani (uno de los organizadores) que ahora ya sabe quién es la persona que ha ocasionado esas vibraciones (“alguien cruel e infantil al mismo tiempo”), y que está dispuesta a escribir sobre el caso. Alguien les ha estado escuchando, parapetado tras una de las columnas del teatro. Poco antes, en los lavabos, esa persona se había colocado unos guantes de cuero negros…

Por la noche, en su casa, Helga está hablando por teléfono cuando llaman a su puerta. Se dirige a abrir pero de inmediato percibe que se trata de una presencia maligna… El intruso tira la puerta abajo y sin mediar palabra comienza a apuñalar a Helga con un cuchillo de carnicero de grandes dimensiones…

Al mismo tiempo, en la calle, Mark se encuentra a su amigo Carlo; éste último bastante borracho. Los dos son pianistas; Mark en una orquesta de jazz y Carlo trabaja en un bar cercano por las noches. En ese momento acaba de salir a hacer una de sus pausas. De repente los dos escuchan en la desierta plaza un femenino alarido de terror. Instantes después, cuando Carlo ha vuelto a entrar al bar, Mark levanta la mirada y ve a Helga ensangrentada tratando de asomarse a su ventana. El asesino desde detrás empuja su cabeza contra los cristales terminando así de matarla.

Mark la conocía, pues era su vecina. Helga vivía en el mismo edificio que él. El pianista inglés corre al piso de la víctima encontrando a la medium muerta en medio de un charco de sangre. Le llaman la atención los cuadros macabros colgados en el pasillo de su casa. Mirando a la plaza desde la misma ventana de la que poco antes trataba de asomarse Helga, Mark ve como huye del lugar una figura embutida en un impermeable negro. Cuando llega la policía, el comisario comienza a interrogar a Mark. En el lugar de los hechos aparece también la periodista Gianna, quien es amiga del pianista.

Varias horas después, Mark regresa a su casa tras haber prestado declaración en comisaría. En la plaza, junto a la fuente, vuelve a encontrarse a Carlo, ahora completamente alcoholizado. Mark sigue dándole vueltas a lo que ha sucedido esa noche, y le confiesa a su amigo que tiene la impresión de haber visto al entrar a través del pasillo en el piso de la asesinada un cuadro que después ha desaparecido… Un cuadro que podría ser un indicio importante para la resolución del caso. Carlo está insatisfecho con su vida, y se emborracha para tratar de escapar a sus crisis depresivas.

Al día siguiente tiene lugar el entierro de Helga en un cementerio judío. Mark y Gianna acuden para ver quienes se encuentran entre los asistentes. Entre ellos destaca Giordani, el organizador del congreso. Mark está un tanto preocupado porque su foto aparece ahora en la primera página del periódico como uno de los testigos clave del caso; la foto la tomó Gianna la noche anterior en casa de Helga poco después del crimen. Ello podría atraer al asesino contra él.

Mark y Gianna deciden investigar el caso juntos. Se dirigen al teatro y tratan de reconstruir con Giordani y otros participantes la intervención de Helga, quien habló durante su trance de “una canción infantil, una villa y mucha sangre… una persona cruel e infantil al mismo tiempo…”

No cabe duda de que el psicópata, sabiéndose descubierto por la médium (“Ya ha matado y siento que volverá a hacerlo”), la asesinó para evitar que un oscuro secreto del pasado saliera a la luz.

Mark recuerda que su amigo Carlo estaba en la plaza, si bien bastante borracho, cuando el asesino del impermeable negro salía precipitadamente del edificio de la víctima. El pianista con vocación de detective se dirige a casa del otro pianista menos afortunado. Allí solo está su madre, una simpática anciana con incipientes signos de demencia senil, que había sido actriz en su juventud, y que tras muchos rodeos le informa a Mark del paradero de su hijo.  Carlo se encuentra en casa de un amigo, la madre le da la dirección.

Mark se dirige ahora a casa de ese tal Massimo, amigo de Carlo. Al llegar allí se encuentra con que ese Massimo es un travesti. Además de caer en el alcoholismo, el atormentado Carlo también parece tener inclinaciones homosexuales. Su estado psicológico es cada vez más preocupante, se da a la bebida sin freno y sus crisis depresivas le acosan con más intensidad que de costumbre. En ese estado, poco puede hacer para ayudar a Mark en el esclarecimiento del caso.

Mark comienza a obsesionarse con el recuerdo de aquel cuadro que está convencido de haber visto al entrar en el piso de Helga, y que después ya no estaba. Por la noche en su casa, mientras ensaya en el teclado de su piano, escucha una cancioncilla infantil y pasos en el interior de su vivienda… Cierra rápidamente la puerta de su salón y escucha una siniestra voz de ultratumba que le dice que „No podrás huir, te mataré tarde o temprano…”. Después, cuando el intruso se marcha, ve a través de la ventana la misma figura con impermeable negro y sombrero que viera la noche del asesinato de Helga.

Tras relatar lo sucedido a Gianna y a Giordani, otro interesado en temas parapsicológicos amigo del segundo le recomienda leer un libro donde se mencionaba el extraño caso de una canción infantil y una villa… Mark se dirige a la biblioteca pública, hallando una compilación de leyendas y hechos sobrenaturales recientes. El relato que más le interesa es el de “La villa del niño que grita”. Mark arranca del libro la página donde aparece una fotografía de la mansión y se dispone a contactar a la autora del libro, una tal Amanda Righetti. El pianista-detective le pide a Gianna que la localice.

Mientras tanto, Amanda Righetti recibe en su casa otra visita… Alguien se ha dedicado a colgar muñecos del techo como si fueran ahorcados. Cuando la escritora trata de encender la luz se percata de que han cortado la electricidad. Hay alguien más en el interior de su domicilio… Alguien que lleva unos guantes de cuero negros, y que se va acercando peligrosamente a la asustada mujer… La misma canción infantil comienza a sonar de nuevo.

Cuando llega Mark ya es demasiado tarde: Amanda también ha sido asesinada. La han ahogado sumergiéndole la cabeza repetidas veces en el agua hirviente de la bañera. Sin embargo, antes de expirar había tenido tiempo de escribir algo en el vapor de la pared de cristal. Mark no se da cuenta de ésto, pero sí el siguiente en llegar; el investigador de lo paranormal Giordani. Haciendo que de nuevo el cuarto de baño se llene de vapor, Giordani llega a leer lo que la muerta había escrito con el dedo.

Mark teme inicialmente que ahora la policía sospeche de él, pues la escritora fue asesinada poco antes de la cita que ambos habían acordado. Ésto le motiva más todavía para dar con el asesino. Continúa sus pesquisas y a través de una planta muy rara que aparece en la fotografía de la villa consigue dar finalmente con la abandonada mansión…

Mark es acompañado hasta las puertas de la villa por una inquietante niña pelirroja, hija del cuidador del inmueble, quien le dice que “tenga cuidado” – pues la villa parece estar maldita, llena de espectrales presencias. Mark hace caso omiso y entra dentro para investigar…

Comentario

“Profondo Rosso” marca el tránsito de Dario Argento del giallo al terror, incluyendo elementos de los dos géneros. Hasta entonces, los films de Argento habían sido thrillers sin características sobrenaturales (“El pájaro de las plumas de cristal” de 1970 o “El gato de nueve colas” y “Cuatro moscas sobre terciopelo gris”, ambas de 1971). A partir de “Rojo oscuro” Argento comenzaría a incluir en sus gialli influencias del “Más Allá”, como historias de fantasmas y brujerías varias. Así se originó la llamada “Trilogía de las Madres”, compuesta por “Suspiria” (1977), “Inferno” (1980) y más recientemente “La Terza Madre” (2007).

La forma de ejecutar los asesinatos en las películas de Argento crearía escuela, y “Profondo Rosso” (“Rojo oscuro”) es una clara muestra de las violentas y estilizadas muertes típicas del thriller a la italiana: El asesino cuya identidad no se descubre hasta el final (y que a menudo es la persona de la que menos se ha sospechado), los emblemáticos guantes de cuero negros, la visión a cámara subjetiva desde la perspectiva del asesino…

En la película la tensión va “in crescendo”. Al principio aún hay bastantes toques cómicos que pretenden relajar el ambiente (el pintoresco comisario, la olvidadiza madre de Carlo, la curiosa relación entre Mark y Gianna…), pero a partir de la segunda mitad (sobre todo desde que Mark se dedica a explorar la villa “de los fantasmas”) la atmósfera se torna más oprimente, más angustiosa, y aumenta intensamente la intriga.

Parece obvio que el psicópata es un individuo muy inestable lleno de complejos y con un trauma que arrastra desde la infancia. Además, debe ser alguien a quien Mark conoce personalmente, pues cada vez que intenta dar un paso en el marco de su investigación, el asesino se le adelanta (sabía de antemano, por ejemplo, de la cita que tenía con la autora del libro). En la vida cotidiana el asesino puede ser una persona normal, pero durante sus crímenes es poseído por su lado maligno. La vieja canción infantil actúa de catalizador. Cuando ya los espectadores (y también los personajes) sospechan sobre la identidad del asesino, la historia da un nuevo giro argumental y el origen de las sangrientas muertes resulta ser alguien diferente, alguien que nadie se espera…

Una de las escenas más memorables es sin duda la del siniestro muñeco que aparece durante uno de los crímenes en el despacho de la que va a ser la tercera víctima, con el consiguiente asesinato (para cuya ejecución los picos de la mesa son de gran importancia…)

La excelente banda sonora (que contribuye a resaltar especialmente los momentos violentos) fue compuesta por los Goblin (quienes a partir de entonces se convertirían en colaboradores habituales de Argento), y contienen elementos de rock progresivo y psicodélico, tan característicos de aquellos años setenta.

El papel de Gianna está interpretado por Daria Nicolodi, la compañera sentimental del director (y madre de su hija Asia Argento, nacida el mismo año que se estrenó “Profondo Rosso”). Macha Méril, actriz que también en 1975 había participado en „L´ultimo treno della notte“ (de Aldo Lado) como la misteriosa ninfómana del tren, da vida a la médium Helga Ullman. La niña pelirroja Olga, con predilección hacia lo macabro, está interpretada por Nicoletta Elmi, quien en 1975 también salió en “Le Orme” (de Luigi Bazzoni) y antes había aparecido en “Chi l´ha vista morire” (Aldo Lado, 1972).

Una de las carátulas más populares de “Profondo Rosso” recuerda poderosamente a la de “Vértigo” (1958) de Alfred Hitchcock.

FHP, febrero de 2016

 

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