Han cambiado de cara – Corrado Farina, 1971

Han cambiado de cara (V.O. Hanno cambiato faccia)

Italia, 1971

Director: Corrado Farina

Género: Terror, thriller

Guión: Giulio Berruti, Corrado Farina

Intérpretes: Giuliano Esperati (Alberto Valle), Adolfo Celi (Giovanni Nosferatu), Geraldine Hooper (Corinna)

Música: Amedeo Tommasi

Argumento

El ingeniero Alberto Valle trabaja en las oficinas de un rascacielos para una empresa de fabricación de motores; la “Auto Avio Motors”. Una mañana le comunican que su jefe directo desea hablar con él. Éste le envía al decimonoveno piso, pues el que ha solicitado su presencia es el vicepresidente de la compañía. Y una vez Alberto ha subido a su despacho, el vicepresidente le hace saber que quien le convoca es nada menos que el presidente, quien se encuentra en la última planta, la vigésima.

Alberto es conducido a la presencia del máximo jefe de la empresa, y éste le dice que quien quiere hablarle no es él, sino el propietario de la “Auto Avio Motors”: Un tal Giovanni Nosferatu…

Alberto se dirige en coche hacia la villa del magnate, situada en unos retirados parajes montañosos cubiertos de niebla. Por el camino atraviesa un lóbrego y semi-abandonado pueblo cuyos ancianos moradores no son demasiado locuaces, y que de hecho parecen espantarse cuando Alberto les pregunta por la dirección de la casa del acaudalado industrial.

Una atractiva pero extraña joven llamada Laura pide a Alberto que la lleve en su coche. ¿A dónde? “Allá” dice ella sin especificar. Laura está viajando sin equipaje, sin rumbo fijo, con el torso desnudo y un abrigo de pieles abierto.

Cuando llegan a la mansión de Nosferatu, Laura le pide a Alberto que se quede con ella; pero él debe acatar las normas de su empresa y obedecer a sus superiores. Ella promete esperar su regreso en el coche.

Alberto es recibido por la misteriosa Corinna, secretaria del potentado. Éste nunca sale de su despacho hasta que ha caído la noche, por lo que Alberto deberá esperar aún algunas horas. Comienza a desarrollarse una atracción mutua entre el huésped y la secretaria. Cuando finalmente Nosferatu aparece, los tres cenan (comprimidos nutricionales químicos) y realizan prácticas de tiro. Alberto se va dando cuenta de que Nosferatu sabe muchas cosas sobre él. Demasiadas, quizás…

Más adelante, Nosferatu le revela finalmente a Alberto el próposito de haberlo hecho llamar: Desea que él tome el puesto de presidente en la “Auto Avio Motors”. Nosferatu no sólo es dueño de esa compañía, sino también de muchas más; así como de bancos, medios de comunicación y partidos políticos. Alberto, hasta ahora un humilde empleado, no se explica por qué el poderoso hombre de negocios le ha elegido precisamente a él. Nosferatu le concede al ingeniero unos días para que se lo piense, y hasta entonces se ofrece a hospedarle en su opulenta mansión.

Esa noche, al no poder dormir, Alberto decide pasear por el interior de la villa; llegando hasta una estancia donde se encuentran decenas de bebés, cada uno con su ficha, en la que sus vidas futuras ya parecen estar planificadas de antemano. Uno deberá ser crítico de cine, otro escritor, etc. Buscando alfabéticamente, Alberto encuentra su propia ficha; en la que desde su nacimiento se le reservaba el puesto de presidente de la “Auto Avio Motors”. Abrumado ante ese concienzudo archivo predestinatorio, Alberto regresa a su cuarto, encontrándose allí con Corinna. Ambos no tardan en convertirse en amantes; mientras que al mismo tiempo, Laura es abducida por los lacayos de Nosferatu y conducida a la presencia del vampírico oligarca…

A la mañana siguiente, Alberto y Corinna van a jugar al golf en el inmenso y boscoso parque de la mansión. Cuando la pelota se extravía, Alberto va a buscarla; descubriendo un viejo cementerio semienterrado por la vegetación y junto a él una cripta. Al descender, el ingeniero encuentra un sarcófago en el que está grabado el nombre „Giovanni Nosferatu“. Fecha de nacimiento 1801, pero no hay fecha de defunción…

Alberto empieza a sospechar que algo muy extraño sucede en esa mansión, y que su nueva amiga Corinna podría estar encubriendo algo…

Sus suspicacias crecen cuando a la noche siguiente Alberto se decide a espiar una de las reuniones que Nosferatu mantiene con la plana mayor de su imperio financiero…

Comentario

Ésta atípica película de terror parte de una premisa sumamente interesante: Busca establecer una analogía entre el capitalismo y el vampirismo. Lamentable y paradójicamente apenas se hace referencia al peor y más vampírico de los capitalismos, que es el usurario: El de los bancos y la creación del dinero de la nada, con préstamos de intereses impagables que al crecer exponencialmente arruinan y esclavizan a naciones enteras. Ese es el auténtico vampirismo capitalista, por lo que en un film que trata de crear una simbiosis metafórica entre el sistema económico de la rapiña y las historias de chupasangres lo más acertado hubiera sido hacer hincapié en ello. El capitalismo productivo de los industriales puede ser opresor, pero mucho más lo es el capitalismo financiero internacional que no produce nada más que deudas – a costa de las cuales se lucran unos pocos plutócratas.

Dicho ésto, es menester resaltar que “Hanno cambiato faccia” es una película muy rica en símbolos y alegorías, en general de manera muy acertada. Eso ya lo percibimos desde la primera secuencia en el rascacielos: Alberto es un empleado común y corriente que trabaja en el décimo piso. Va subiendo a los pisos superiores (“ascendiendo de grado en la jerarquía”) hasta llegar al piso más alto, donde le espera el presidente. Pero éste no es el propietario, no es el hombre más importante. El máximo líder, el dueño, no está en el edificio; vive lejos, en unas inhóspitas montañas siempre cubiertas por la niebla. El que más manda de todos no es la cara visible de la empresa: Es un individuo que permanece oculto. Y como dirá Alberto más adelante sobre el Sr. Nosferatu: “Tantos años he trabajado para él y ni siquiera sabía que existía… pero él parece saberlo todo sobre mí”. El orwelliano oligarca Nosferatu es un ser omnipotente y omnisciente (o al menos quiere dar esa impresión). Lo sabe todo sobre sus empleados, como Dios sobre sus criaturas. “No somos nosotros los que elegimos el Poder, sino él quien nos elige a nosotros”, dice Nosferatu, en clara referencia a sí mismo – pues se ve como una encarnación del Poder. Y lo más probable es que haya elegido a Alberto como nuevo presidente porque cree que será un títere dócil, fácilmente manipulable. Corinna, la contraparte femenina de Nosferatu, tiene la misión de incrementar esa predisposición a la docilidad de Alberto: seduciéndolo para dormirlo aún más. Pero parece que Alberto es diferente a “los otros huéspedes” que vinieron a la casa antes que él, y Corinna empieza a sentirse genuinamente atraída por él…

Pronto el protagonista da muestras de rebeldía, pero aún así continúa siendo muy ingenuo: “Iré a los medios, a la policía…” le dice el indignado Alberto a Nosferatu cuando descubre sus tejemanejes… El vampirócrata le responde: “Los medios y la policía me pertenecen”. Alberto aprende que “los mitos no cambian, sino que se transforman”, y que por eso los vampiros “Han cambiado de cara” (lo que nos remite al título del film: “Hanno cambiato faccia”). Memorable e ilustrativo resulta el destino de Laura: Una joven de espíritu libre que al principio trata de oponerse a las férreas convenciones sistémicas, tras ser “vampirizada” se convierte en una sumisa marioneta más del engranaje “nosferateño”.

El hecho de que la empresa mostrada en el film sea una fábrica de motores puede ser interpretado como una alegoría al quimérico progreso ilimitado de la cosmovisión lineal moderna (contrapuesta a la cosmovisión cíclica tradicional); que tiende a automatizarlo y robotizarlo todo, desconectando al hombre de sus raíces y de la naturaleza – A ello ya habían aludido autores como Ray Bradbury y en lo audiovisual nuestro Chicho Ibáñez Serrador en varias de sus “Historias para no dormir”.

La fusión del prototípico cuento de vampiros (con el “Jonathan Harker” de turno llegando al lúgubre pueblo de supersticiosos aldeanos que temen al “conde”) con la crítica social funciona muy bien. El director Corrado Farina añade asimismo elementos buñuelianos, tanto en lo que respecta al surrealismo como en lo referente a la sátira anti-burguesa (escena de la reunión de Nosferatu y sus acólitos). También se percibe una estética y atmósfera similar a la de las películas de Jean Rollin.

El realizador Corrado Farina sólo dirigió una película más aparte de ésta: “Babá Yagá” (1973), con Carroll Baker (musa de Umberto Lenzi) y el gran George Eastman a.k.a. Luigi Montefiori.

Adolfo Celi, quien interpreta a Giovanni Nosferatu, interviene (entre otros muchos films) en “Uomini si nasce, poliziotti si muore” (Ruggero Deodato, 1976) o en “La mala ordina” (Fernando Di Leo, 1972). Geraldine Hooper (la andrógina e inquietante secretaria Corinna) da vida al travesti de “Profondo Rosso” (Dario Argento, 1975). Aparece también fugazmente en la muy interesante pero menos conocida “Le regine” (Tonino Cervi, 1970).

La banda sonora fue compuesta por Amedeo Tomassi, el mismo compositor de “La casa de las ventanas que ríen” (Pupi Avati, 1976). Es curioso sacar a colación que la música que introduce a Nosferatu (y que escuchamos por primera vez en el despacho presidencial del rascacielos) resulta reminiscente de la banda sonora de “Miedo en la ciudad de los muertos vivientes” (Lucio Fulci, 1980) a cargo de Fabio Frizzi.

FHP, agosto de 2016

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