La corta noche de las muñecas de cristal – Aldo Lado, 1971

La corta noche de las muñecas de cristal (V.O. „La corta notte delle bambole di vetro“ / „Short night of glass dolls“ a.k.a. „Malastrana“)

Italia, 1971

Director: Aldo Lado

Guión: Aldo Lado

Intérpretes: Jean Sorel (Gregory), Mario Adorf (Jacques), Barbara Bach (Mira)

Música: Ennio Morricone

Género: Suspense

Argumento

El inerte cuerpo del reportero Gregory Moore es encontrado en un parque de Praga y llevado a la morgue. Sin embargo Gregory no está muerto, sino que sufre de un episodio de catalepsia que le impide moverse y que ha bloqueado sus constantes vitales. Los empleados del tanatorio lo mantienen en una cámara frigorífica a la espera de poder identificarlo para proceder a la autopsia y establecer las causas del “deceso”. Mientras tanto, el reportero es consciente de lo que sucede a su alrededor; y comienza a recapitular a modo de flashback los acontecimientos que le llevaron a su actual situación…

Inicialmente amnésico, los recuerdos afloran poco a poco a su mente. Había llegado a Checoslovaquia como corresponsal junto a sus compañeros periodistas Jacques y Jessica, al mismo tiempo que iniciaba en la capital una ola de secuestros (y posteriores asesinatos) de bellas mujeres. En Praga había conocido a una joven llamada Mira, checa pero de otra ciudad, con la que entabló una relación. En el marco de su trabajo como periodista, Gregory fue invitado a una recepción en casa de un político llamado Valinski. Allí se congregaban personalidades importantes de la ciudad. Gregory llevó como acompañante a Mira, quien habiendo llegado de visita desde su pueblo pasaba unos días junto a él en Praga. Más tarde ambos regresaron al piso de Gregory. Pero el reportero tuvo que salir una vez más, tras recibir una llamada de su compañero Jacques. Una vez reunido con éste, todo resultó ser una falsa alarma. De vuelta en su casa, Gregory se dió cuenta de que Mira había desaparecido… Aunque su maleta y toda su ropa seguían allí, e incluso su dinero y sus documentos. El periodista comprendió de inmediato que alguien tuvo que raptarla, y que la “falsa alarma” fue activada para alejarle de su casa de modo que la chica se quedara allí sola. Gregory está convencido de que Mira fue secuestrada, aunque su compañera Jessica (que, atraída por él, se siente celosa) intenta convencerle de que simplemente le abandonó. Pero también el huraño comisario Kierkoff trata de dar el caso por cerrado. Así, Gregory inicia sus propias pesquisas. Al principio, sospecha de un asesino en serie. Pero tras indagar a fondo, el audaz reportero va acercándose cada vez más peligrosamente a la verdad…

Todo parece estar relacionado con una compleja y misteriosa red conspirativa internacional que se dedica a abducir jóvenes muchachas para oscuros ritos. No se trata pues de un solo individuo, sino de toda una organización bien estructurada y ramificada.

Los padres de las otras chicas desaparecidas tienen miedo de hablar. Un hombre que se había decidido a relatar lo que sabe es asesinado ante los ojos de Gregory, cuando un desconocido lo empuja desde un puente a las vías del tren.

Todas las pistas conducen al “Club 99”, donde personajes de la alta política y las finanzas acuden (supuestamente) a recitales de música clásica. El propietario del club no es otro que Valinski, el anfitrión de la fiesta a la que Gregory acudió con Mira – y donde la chica fue vista por última vez en público.

El hostil comisario, al darse cuenta de que el reportero continúa investigando por su cuenta, busca la manera de acusarle a él de la desaparición de su novia.

En su estado cataléptico, Gregory trata de unir todas las piezas para resolver el caso y se esfuerza por poder volver a mover su cuerpo. Los médicos se asombran de que transcurridas tantas horas aún no haya hecho su aparición el rigor mortis, y de que el cuerpo tenga todavía una temperatura templada. Iván, un médico amigo suyo, intentará reanimarle. Pero unos siniestros individuos están muy interesados en que Gregory no despierte jamás…

Comentario

Ésta obra maestra visionaria se adelantó varias décadas en su temática y en su planteamiento a “Eyes wide shut” (1999), la última película de Stanley Kubrick. “La corta noche de las muñecas de cristal” (a.k.a. “Malastrana”) combina a la perfección los cánones estilísticos habituales del thriller a la italiana o giallo con un suspense hitchcockiano provisto de toques oníricos (lo que recuerda a “Vértigo”, 1958) y ocultistas. También son patentes las referencias al Polanski más macabro, el de “Rosemary´s Baby” (1968) o “El Inquilino” (1976).

La leyenda del Golem de Praga (hecha literatura por la pluma de Gustav Meyrink) es asimismo una de las influencias esenciales para “La corta noche de las muñecas de cristal”. La acción se desarrolla también en la enigmática Praga, y Gregory (Jean Sorel) encarna al extremo opuesto del golem. La leyenda judía del golem (que inspiraría a Mary Shelley para escribir su “Frankenstein”) trata de cómo un rabino devuelve a la vida mediante la magia negra cabalística a un ser compuesto a base de cadáveres para que se convierta en su esclavo. El golem es un autómata, un muerto transformado en robot, un ser animado (y animalesco) aunque sin alma ni conciencia; y en cambio el cataléptico Gregory es un hombre reducido a la inmovilidad de un cadáver (¿también acaso debido a la magia negra?) que sin embargo sí es capaz de sentir y razonar.

La sensación de pesadilla kafkiana que embarga a Gregory durante su impotencia cataléptica es transmitida directamente al espectador (a través del diálogo interno del personaje y sus memorias), quien con angustia ansía reconstruir junto a él los hechos relacionados con la desaparición de su novia; hechos que sin duda deben tener algo que ver con la infortunada situación en la que él se encuentra (Su mente no descansa en ningún momento, y es siempre consciente de que debe recuperar la movilidad cuanto antes, pues si no morirá de verdad durante la “autopsia”).

Un grupo de carácter sectario y satanista comandado por exponentes de la “élite”, la política internacional y las altas finanzas, realiza una serie de rituales perversos para mantener la cohesión, saciar sus apetitos vampíricos y preservar su poder. Cuando Gregory, que ha estado investigando a algunos exponentes de ese grupo, descubre que el secuestro de su novia (y el de otras chicas) está relacionado con el siniestro círculo, atrae inevitablemente la atención de sus miembros, quienes intentarán evitar a toda costa que el intrépido reportero siga tirando del hilo…

Barbara Bach, quien encarna a Mira, trabajó ese mismo año de 1971 en el giallo “La tarántula del vientre negro”, de Paolo Cavara. También aparece en el polizziesco “El ciudadano se rebela” (Enzo G. Castellari, 1974). Jacques está interpretado por Mario Adorf (Rocco en “Milano Calibro 9” de Fernando Di Leo, 1972).

Aunque la acción transcurre en Praga, la mayor parte de la película fue rodada en Zagreb, Croacia. De la banda sonora se encargó el maestro Ennio Morricone.

Aldo Lado rodaría pocos años después el gran thriller “El último tren de la noche” (1975), y también el giallo “¿Quién la ha visto morir?” (1972), ambientado en Venecia.

FHP, abril de 2016

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