The Beyond (a.k.a. “…E tu vivrai nel terrore! L´Aldilà”) – Lucio Fulci, 1981

THE BEYOND (a.k.a. “…E tu vivrai nel terrore! L´Aldilà”)

Italia, 1981

Director: Lucio Fulci

Género: Terror

Guión: Lucio Fulci, Dardano Sacchetti

Intérpretes: Catriona McColl (Liza), David Warbeck (John)

Música: Fabio Frizzi

Reconocido por los fans de Fulci como su film más visionario y fascinante, “L´Aldilà” (o “The Beyond”) forma parte de la así llamada “Trilogía de la Muerte”, junto a “Paura nella città dei morti viventi” y “Quella villa accanto al cimitero”. Se la considera todo un emblema del cine italiano de terror, y si bien no es una película para todos los gustos y que nunca entrará a formar parte del mainstream, los seguidores del género saben apreciar esta notable demostración de poderío cinematográfico fulciano con pronunciado consenso.

En EEUU la versión íntegra no pudo ser vista hasta que fué introducida en 1998 por Tarantino, gran admirador del para entonces ya fallecido Fulci.

“The Beyond” es una historia de terror con claras influencias lovecraftianas.

Una noche de 1927 (año, por cierto, del nacimiento del director), en el interior de un hotel de Louisiana, un pintor llamado Zweick es masacrado por una turba de enajenados que le acusan de practicar brujería. Los pueblerinos agresores, provistos de incandescentes antorchas, golpean repetidas veces al artista con oxidadas cadenas, haciendo gala de una avasalladora contundencia. Vemos con límpida claridad como su magullada carne se va desgarrando durante el ataque. Ésta primera secuencia nos remite a “Non si sevizia un paperino”, film igualmente de Fulci donde una mujer sospechosa de practicar magia negra es asesinada en el cementerio local por el mismo procedimiento.

Pero el martirio de Zweick no acaba aquí, ya que seguidamente es crucificado a la pared. El brutal crimen se comete en la habitación 36. En esos instantes una chica que reside no lejos de allí encuentra un libro antiguo (el Eibon), mediante el cual descubre que el hotel está construído sobre una de las siete puertas del infierno.

Tras los títulos de crédito la acción pasa a ambientarse en la entonces actualidad (1981). Una mujer llamada Liza (Catriona McColl) acaba de heredar ese hotel y junto a un arquitecto y varios obreros supervisa las labores de restauración que se llevan a cabo en el edificio. Liza está preocupada, puesto que el timbre de la habitación 36 a veces se acciona solo, sonando sin motivo aparente. Uno de los trabajadores está subido al andamio pintando la fachada, y en un momento dado ve en el oscuro interior de una de las habitaciones a una fantasmagórica e inquietante muchacha de ojos blancos, sin pupilas. Asustado, pierde el equilibrio, cae del andamio y es llevado al hospital. Allí Liza conoce al médico John McCabe, con quien traba amistad. Mientras tanto, en el hotel, el fontanero Joe está controlando un defecto en las cañerías del siniestro sótano. Unos brazos purulentos de monstruosas garras emergen de la pared y le destrozan la cara literalmente, haciéndole saltar uno de sus ojos. (La obsesión que demuestra Fulci para con los glóbulos oculares es una constante e sus películas y una de sus más notorias marcas de identidad – Sirva de ejemplo la famosa astilla que atraviesa el ojo de Olga Karlatos en “Zombi 2” , tal vez influenciada por la archiconocida secuencia de la navaja en “Un Chien Andalou” de Buñuel.)

Regresando del hospital, Liza conduce su coche por una desierta carretera. Al fondo percibe dos figuras, una femenina y la otra cánida. La chica y el perro están en medio de la carretera, por lo que Liza frena y baja del automóvil. Vemos que la jóven es la misma que en 1927 había encontrado aquel misterioso libro. Se trata de Emily (Cinzia Monreale; Anna en “Buio Omega” de D´Amato), que ahora tiene los ojos blancos porque está ciega. Ésta le dice a Liza que no regrese al hotel, pues se trata de un lugar maldito.

La nueva dueña del hotel aún ignora el percance que ha sufrido el fontanero Joe en los subsuelos del mismo. Su cadáver se encuentra ahora en el tanatorio del mismo hospital donde ha sido atendido el obrero accidentado. Su mujer y su hija Jill, una niña pelirroja de unos 12 años, han acudido a confrontarse con la inesperada tragedia. La esposa del finado entra sola en la sala para reconocer el cuerpo. Poco despues, Jill escucha unos espeluznantes alaridos proferidos por su madre y acude espantada irrumpiendo en la sala. Una vez allí, paralizada por el terror, observa con una catatónica mueca de pánico a su madre tumbada en el suelo y con la cara corroyéndose por el efecto de un líquido caústico que inexplicablemente le va cayendo desde un frasco suspendido al borde de una mesa. Jill trata de huir, pero a la salida del depósito es interceptada por una hilera de zombis.

Durante el entierro de Joe y su mujer, Liza acude al cementerio para darle el pésame a la hija del matrimonio. La niña tiene los ojos cerrados durante esos instantes. Comprime los párpados, imaginamos, a causa del llanto. Cuando Liza se aleja, Jill abre los ojos y observamos que los tiene completamente blancos, como si estuviera ciega… igual que Emily.

Más tarde, por la noche, Liza se encuentra en el hotel en compañía de la misteriosa invidente y su fiel perro lazarillo. Ésta sigue intentando convencer a Liza para que abandone el hotel, y a continuación se dirige al jardín para desaparecer en medio de la tormenta. Liza se percata de que, extrañamente, sobre el crujiente suelo de madera no se oyen los pasos de Emily. En una conversación posterior con McCabe, Liza menciona a la chica ciega, de la cual el médico nada sabe. Cuando la nueva dueña del hotel le explica que Emily es la vecina que vive en la casa de enfrente, el contrariado galeno repone que ese edificio hace más de cincuenta años que está deshabitado.

Ambos iniciarán seguidamente una investigación que les llevará a documentarse intensivamente sobre la siniestra leyenda de las siete puertas del infierno. Para ello acudirán a una biblioteca, informándose sobre el libro de Eibon, un oscuro tratado ocultista, que es el que tenía Emily en sus manos en 1927 mientras el pintor Zweick era destrozado a cadenazos.

Tambien el arquitecto Martin toma parte activa en las pesquisas. Tras intercambiar brevemente unas palabras con el bibliotecario (interpretado por el propio Fulci, en una de sus efímeras apariciones ante las cámaras) sube por unas escaleras para acceder a los libros que se encuentran en la parte superior de la estantería. Cuando encuentra lo que busca, pierde el equilibrio (como el obrero de antes en el andamio) y cae al suelo. De repente unas espeluznantes tarántulas aparecen de la nada y comienzan a devorar parsimoniosamente su rostro en una onírica secuencia digna de pesadillas bizarras.

Puedo sin más rodeos afirmar que “The Beyond” marcó un antes y un despues en la forma de rodar cine de terror, se convirtió en el film abanderado por antonomasia de la ultraviolencia sobrenatural en el celuloide. Inspiró a toda una nueva generación de directores y guionistas. “Hellraiser”, que apareció un par de años despues en Gran Bretaña de la mano de Clive Barker, fué influenciada por “The Beyond” de manera más que obvia. Éste film de Fulci es pionero además de las persecuciones de zombis en hospitales, situación más tarde recreada en films como “The Re-Animator” o la muy reciente (y para mi gusto fallida y decepcionante) “Planet Terror” de Robert Rodríguez.

En la escena en la que Liza y McCabe huyen de los zombis por los pasillos del hospital llama poderosamente la atención el hecho de que el médico no les dispare a la cabeza. En cierto momento, por casualidad, le acierta a uno entre ceja y ceja; pero a pesar de ver que esa es la única manera posible de liquidarlos (como en todas las películas de muertos vivientes) McCabe vuelve incomprensiblemente a disparar a los demás en el pecho y otros lugares, donde los amenazadores cadáveres andantes son inmunes a las balas. “Es estupido?” se pregunta el espectador. Finalmente parece entender la mecánica tras verse obligado a reventarle la cabeza a la pelirroja Jill, ahora convertida en zombi.

SPOILER:

Haré ahora una elipsis para trasladarme al apoteósico final de la película, cuando Liza y McCabe llegan hasta el subsuelo del hospital perseguidos por los hambrientos y gruñidores pseudodifuntos, y se dan cuenta incrédulos de que se encuentran en el sótano del hotel! Allí está una de las siete puertas del infierno. La pareja cruza la metafísica frontera espacio-temporal al Más Allá. Sobrecogidos, Liza y McCabe caminan a través de un desolador y dantesco paisaje surrealista: brumoso y desasosegante, con el polvoriento suelo infestado de ululantes cadáveres desnudos. Un primer plano de ambos nos deja ver que algo ha cambiado en sus rostros: ahora tambien ellos tienen los ojos blancos como ciegos…

FIN DEL SPOILER

(A modo de curiosidad, los “cadáveres desnudos” que aparecen en la recién mencionada escena fueron “interpretados” por vagabundos que Fulci recogió de las calles y pagó con ingentes cantidades de alcohol porque a la producción se le había acabado el dinero para extras)

Matrícula de honor para la magnífica banda sonora de Fabio Frizzi, cuya calidad nada tiene que envidiarle a la música siempre soberbia de los legendarios Goblin, habituales de éste tipo de productos.

“The Beyond”: Tétrica, hipnótica, densa, atmosférica, tanatológica y artaudiana. Pues Fulci, además de admirar profundamente a Edgar Allan Poe y a H. P. Lovecraft, era un incondicional acólito del dramaturgo francés Antonin Artaud y su Teatro de la Crueldad.

Obra maestra suprema para sibaritas de la sangre y connaiseurs del terror itálico más visceral.

FHP, 2008

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