Angustia de silencio – Lucio Fulci, 1972

(Reseña escrita por el autor de éste blog en 2007)

Angustia de silencio (V.O. Non si sevizia un Paperino a.k.a. “Don´t torture a Duckling”)

Italia, 1972

Director: Lucio Fulci

Género: Giallo, misterio

Guión: Lucio Fulci, Gianfranco Clerici

Intérpretes: Florinda Bolkan (Maciara), Barbara Bouchet (Patrizia), Tomas Milian (Andrea Martelli)

Música: Riz Ortolani

Excelente muestra del enorme talento que tenía Lucio Fulci en la construcción de películas de suspense.

Con este film, Fulci realiza uno de sus mejores trabajos (tambien él mismo así lo consideraba) y su incursión más relevante en el thriller a la italiana o giallo.

Esto demuestra que el director romano, conocido como “el Padrino del Gore” y famoso por sus films repletos de zombis, vísceras y casquería; no sólo era un artesano del splatter, no sólo se dedicaba a mostrar meticulosas escenas de violencia extrema, si no que además era capaz de crear historias interesantes con un guión más que bien elaborado, pues es sabido que Fulci solía descuidar el guión y la trama para conceder más peso al impacto visual y al poder de la imagen.

Una de las características de todas sus películas y que en ésta se acentúa es el especial cuidado conferido a la atmósfera, la elaboración de los ambientes asfixiantes, capaces de envolver al espectador gracias tambien a los exquisitos planos de la cámara y a la soberbia banda sonora de Riz Ortolani (compositor por cierto de la música de “Cannibal Holocaust”), con siniestros sonidos tubulares en los momentos de tensión, cantos sicilianos mientras se muestran los paisajes de la zona, y música rock para las escenas de acción.

La historia se desenvuelve en un pueblo de la Italia meridional, probablemente Sicilia o Calabria, a principios de los años 70. Es un pintoresco municipio de casas blancas, radicado entre áridas montañas, casi aislado de influencia exterior, donde todo el mundo se conoce y donde la mentalidad rústica de los aldeanos se aprecia con claridad.

Al inicio del film vemos a las afueras del pueblo una carretera a medio construir por el campo (símbolo de que “el progreso y los avances económicos” tambien estaban llegando al sur de Italia). Allí, un chico de unos doce años vigila los coches que pasan mientras se distrae disparando con su tirachinas a una lagartija. Por otro lado, muy cerca de allí, una misteriosa mujer visiblemente perturbada desentierra el esqueleto de un bebé.

Bruno, el chico que controlaba la autopista, va a avisar a sus amigos de que el coche que esperaban ya ha pasado, a bordo iban unas prostitutas procedentes de la ciudad con las que en un abandonado caserío se dan cita esporádicamente los hombres del pueblo. Los chavales van allí a espiar, pero no son los únicos: tambien Giuseppe, el tonto del pueblo, acude allí como voyeur; y una vez descubierto por Bruno y sus amigos, estos comienzan a burlarse de él, lo que provoca sus iras: “¡Os mataré!” grita mientras persigue a los adolescentes, que huyen entre risas.

Poco despues Bruno desaparece. Su padre recibe una llamada telefónica de alguien que reivindica el secuestro y exige un millón de liras para devolver la libertad a su hijo. Tras un dispositivo de vigilancia, la Policía detiene a Giuseppe, al que acusan de la desaparición, y encuentran el cadáver del niño enterrado en el bosque. Todo el pueblo acude en masa a linchar al presunto culpable, lo cual es evitado por las autoridades. El detenido, que se declara inocente, es enviado a prisión.

Mientras tanto unas manos inquietantes practican ritos de magia negra clavando agujas en muñecos de cera al estilo vudú… pero esas manos no son las de Giuseppe.

Poco más tarde, en una escena impagable, vemos a una anciana que acude a lavar la ropa a una fuente. Cuando se asoma profiere un estremecedor grito: el cadáver de otro de los niños yace en el fondo.

En el pueblo se encuentran durante los macabros sucesos dos forasteros: por un lado Andrea Martelli, un periodista que está de vacaciones; por otro lado Patrizia, una bella y libertina joven milanesa, rica y consentida, que ha sido enviada por su padre al pueblo de donde él procede para alejarla de las malas compañías en Milán; donde la chica se había sumergido en el “mundo del vicio y de las drogas”. (Patrizia está interpretada por Barbara Bouchet, actriz que tambien aparece en  “Milano Calibro 9”, y Andrea por Tomas Milian, co-protagonista en un italo-western del propio Fulci: “Quatro dell´Apocalisse”)

Ella se convierte en objeto de deseo de los lugareños (entre ellos tambien los más jóvenes) mientras Andrea ayuda a la Policía en las investigaciones. Otro personaje clave es Don Alberto, el joven cura: amigo, confesor y protector de los niños del lugar.

Un nuevo asesinato de otro de los muchachos de la pandilla de Bruno vuelve a conmocionar al pueblo, y las sospechas ahora recaen en Maciara (interpretada por la brasileña Florinda Bolkan), una excéntrica mujer que se volvió loca tras  la muerte de su bebé (es la que aparece en la escena inicial desenterrando el pequeño esqueleto) y que está considerada por los pueblerinos como una bruja practicante de la magia negra.

Dejada en libertad por falta de indicios concluyentes, es acorralada en el cementerio por los padres de los niños muertos, que, sedientos de venganza, la revientan a golpes con palos y cadenas lapidándola brutalmente en una escena sublime que en su día hizo las delicias de Tarantino (fan de Fulci), y que constituye el apogeo del film.

Despues de una larga agonía, exhala su último suspiro al borde de la carretera, donde se ven pasar los coches de felices familias del norte que van al sur a pasar sus vacaciones, y que al ver a la sangrante y magullada mujer reaccionan con absoluta indiferencia pisando el acelerador.

Poco despues otro niño aparece estrangulado. El miedo invade ahora más que nunca a los habitantes de la aldea: Pues está claro que anda suelto un peligroso asesino en serie, y parece ser que los crímenes no fueron cometidos ni por “el tonto del pueblo” ni por “la bruja”. ¿Pero entonces por quién?

Una pista decisiva llama la atención del periodista Andrea: junto al cadáver del último niño asesinado, se ha encontrado la cabeza de un muñeco del Pato Donald.

Este hecho es el responsable del título original de la película, ya que en Italia el Pato Donald se llama Paperino (literalmente “Patito”).

Como anécdota, resaltar que el título del film iba a ser “Non si sevizia Paperino” (“No se tortura al Pato Donald”), pero la multinacional Disney se opuso, por lo cual Fulci decidió cambiarlo por “Non si sevizia UN paperino”.

Sin duda, el mejor trabajo de Fulci que he visto hasta la fecha. Aquí “el Padrino del Gore” se muestra en todo su esplendor, narrativo y visual, regalándonos ésta joya de culto que deleitará a los amigos del suspense… (del suspense con “s” de sangre).

FHP, 2007

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