Caligola: La storia mai raccontata (a.k.a. Caligula, the untold story) – Joe D´Amato, 1982

Caligola: La storia mai raccontata (a.k.a. Caligula, the untold story)

Italia, 1982

Director: Joe D´Amato

Género: histórica, neo-peplum, erótica-softcore

Guión: Joe D´Amato, George Eastman, Michele Soavi

Intérpretes: David Brandon (Calígula), Laura Gemser (Miriam), Fabiola Toledo (Livia), Michele Soavi (Domitius)

Música: Carlo Maria Cordio

Argumento

Roma, 37 d.C. Cayo César Germánico (David Brandon) ha sucedido a su tío Tiberio como Emperador. El joven Cayo César (que sería póstumamente conocido con el apodo de Calígula – «Botitas»-) es un desequilibrado con delirios de grandeza, que se hace adorar por sus súbditos como si fuera un dios encarnado. Su soberbia llega hasta el punto de ordenar la decapitación de las estatuas de Júpiter para colocar una réplica en piedra de su propia cabeza en el lugar de la del dios supremo del panteón romano. Calígula instaura un reino de terror, una sangrienta tiranía de la que sus propios senadores comienzan a resentirse. Para burlarse de éstos, decide investir con el cargo de cónsul a su caballo Incitatus. Cruel y lascivo, el emperador se entrega asiduamente a las más frenéticas y voluptuosas bacanales.

Por las noches, una misma pesadilla le acosa sin tregua: Es perseguido en la playa por un misterioso enemigo enmascarado que trata de matarle, disparando una flecha con su arco. Mientras en una ocasión se revuelve en su lecho soñando la repetitiva secuencia onírica, uno de sus criados intenta efectivamente asesinarlo. Pero el déspota despierta a tiempo, y el tiranicida es detenido en el acto. Calígula resuelve poner a su agresor un castigo ejemplar más duro que la muerte: le cortará los tendones de brazos y piernas y le amputará la lengua, torturándolo con saña y provocando al desgraciado el máximo sufrimiento. Tras ello, Domicius (que así se llama el desventurado) deberá vivir como un vegetal, incapaz de moverse o hablar, como un muñeco testigo mudo de los excesos salvajes del monarca.

En otra ocasión, Calígula pasea con su guardia pretoriana en la misma playa escenario de la pesadilla que cada noche le atormenta. Allí se encuentra con un grupo de jóvenes, chicos y chicas, que encienden su desenfrenada lujuria. El tirano se dirige a una pareja, formada por Ecio y Livia. Ella es una conversa al cristianismo, y porta consigo un amuleto pisciforme, que simboliza su nueva fe. Pero él es hijo de un importante miembro del senado, y sólo por éste motivo Calígula los deja en paz… al menos por el momento. Más tarde, cuando ya no hay testigos y la pareja se encuentra sola en un bosque cercano, Ecio y Livia son abordados nuevamente por Calígula, quien viola a Livia, hasta el momento virgen, mientras su anonadado prometido es sujetado por uno de los esbirros del déspota. Livia trata de resistirse, y saca el puñal de Calígula para clavárselo en defensa propia, pero el emperador se percata y la hoja se hunde en las carnes de la joven. Tras ello, también Ecio es asesinado. Al ser éste hijo de un influyente político de la corte, la realidad de los hechos es obviamente ocultada, y Calígula señala a integrantes de la nueva secta oriental de los cristianos (a la que la chica pertenecía) como autores del doble crimen. En consecuencia se desata una nueva oleada de persecución contra los cristianos.

Sin embargo, no todos están tan convencidos de que el César sea inocente. Entre los que sospechan de él se encuentran muchos de sus senadores, que llevan ya tiempo conspirando para derrocarlo. El líder de la trama es el senador Marcelus, quien había enviado al criado Domicius para que liquidase al loco. Marcelus y los suyos buscan la manera de librar a Roma del demencial dictador, pero no es tan fácil, pues a Calígula aún le quedan apoyos en el senado.

Por otro lado, también la egipcia Miriam (Laura Gemser), sacerdotisa de Anubis, tiene la certeza absoluta de que Calígula es el asesino de la pareja. Miriam decide vengar a su amiga Livia; y para ello se inscribe como concubina en el harén del César, presentándose ante un «seleccionador» (marcadamente homosexual) que la acepta entre las candidatas a trabajar en lo sucesivo como encargadas de aplacar la insaciable lujuria del tirano. Miriam piensa que así, estando cerca de Calígula, tendrá tarde o temprano la oportunidad de acabar con él, aunque para ello muera en el intento. Antes de entregarse al harén imperial, la egipcia ofrenda su virginidad a Anubis, penetrándose con un consolador de ébano, que rompe su hasta entonces intacto himen.

Calígula, por su parte, se encuentra con sus senadores tratando de diseñar un megalomaníaco proyecto arquitectónico. Algunos tratan sutilmente de disuadirlo, pues no hay suficiente dinero para ello en las arcas del estado. Pero Calígula no atiende a razones, e insiste en la construcción de monumentos y edificaciones que atestigüen su «divinidad» y su «eterna gloria». En el momento del brindis, el emperador finge ser víctima de un envenenamiento, y cuando dos de los senadores que conspiraban contra él le adulan cínicamente y uno de ellos ofrece pagar de su bolsillo la construcción, Calígula se recupera al instante y toma la palabra de ambos: al que había ofrecido costear el proyecto «si el emperador se salvaba» le recuerda su promesa; al que había «ofrecido a los dioses su propia vida por la del emperador» lo atraviesa con su espada en el acto. El reino de terror de Calígula se hace cada día más insoportable, y la facción de Marcelus lleva por el momento las de perder.

Mientras tanto, Miriam se ha integrado en el harén. El seleccionador de concubinas procede a mostrar a las chicas cómo han de complacer las voluptuosidades del crápula. Bajo las directrices del afeminado, una de las jóvenes practica una felación a un esclavo griego, mientras las demás se tocan. Una de las mujeres, mayor y poco agraciada, ha sido aceptada solamente para copular con perros y caballos, para regocijo voyeurístico del degenerado emperador y sus ministros.

Calígula y sus allegados se refocilan viciosamente en una orgía desenfrenada, donde tiene lugar además (a modo de espectáculo) una brutal pelea de gladiadores, sin más armas que unos puños metálicos. Las salpicaduras de sangre de los contendientes llueven sobre los ebrios y obnubilados participantes de la bacanal, mientras éstos muerden sus muslos de pollo, o se revuelcan con esclavas y eunucos.

La conspiración para deponer a Calígula y lograr que la normalidad y el orden retornen a Roma sigue su curso. Por un lado, los senadores rebeldes de Marcelus; por el otro, la joven egipcia, infiltrada entre las concubinas. Por medio está también un robusto guerrero bárbaro procedente del norte, Ulmar. Príncipe en su tierra natal y esclavizado por los romanos, Ulmar ha obtenido el cargo de guardaespaldas personal del César…

Comentario

Ésta película sobre el depravado emperador romano es un remake filmado con el único y exclusivo propósito de aprovechar el éxito de la superproducción también italiana «Calígula» (1979) de Tinto Brass. El controvertido y sumamente productivo Joe D´Amato (junto con Jess Franco uno de los «reyes» de la serie B de los ´70 y ´80) dirigió éste largometraje neopeplum-softcore obteniendo sorprendentemente un resultado bastante decente. Podría incluso decirse que la versión d´amatiana (ésta «segunda parte» apócrifa) no es necesariamente inferior en calidad a la original de Tinto Brass, que contaba con un presupuesto mucho más holgado.

En algunas escenas, éste «Caligola 2» recuerda a la obra de Pasolini (especialmente a «Salò o le 120 giornate di Sodoma»). Por cierto, resulta sorprendente que el «Divino Marqués» de Sade, autor del mencionado libro en el que se inspiró Pasolini, y de «Justine» (encarnada por Romina Power en la gran pantalla de la mano de Jesús Franco) no escribiese una novela biográfica sobre Calígula, el más «sádico» de los emperadores de la Antigua Roma según consta ya en las crónicas de Suetonio.

La banda sonora de Carlo Maria Cordio decepciona, pues no es tan épica y bombástica como cabría esperar en una película de ésta temática. Más bien pasa desapercibida, lo que no sucede con la memorable música del Calígula de Tinto Brass (plagiada por cierto al compositor ruso Prokofiev).

Al igual que la de Jesús Franco, la filmografía de Joe D´Amato es bastante irregular. Si bien la mayor parte de sus muchas películas son prescindibles y de ínfima calidad (se dedicó incluso al porno duro en sus últimos años), cuenta con algunas genialidades del terror y gore como «Antropophagus» (con George Eatman en el papel de caníbal protagonista y banda sonora de Marcello Giombini) y «Buio Omega» (cuya música fue compuesta nada menos que por los Goblin, colaboradores de Dario Argento). La actriz Laura Gemser (que interpreta a la egipcia Miriam) es una habitual de las películas de Joe D´Amato a lo largo de los años ochenta, y da vida a la famosa «Emmanuelle».

D´Amato también perpetró allá por los primeros años ochenta producciones tan bizarras e inenarrables (pero al mismo tiempo entrañables) como «Porno Holocaust» o «Las noches eróticas de los muertos vivientes», ambas un cruce de géneros entre el terror zombi y el softcore.

En el secundario papel del desgraciado Domicius (que trata de matar al tirano en las primeras escenas) tenemos a un joven Michele Soavi, quien años después se dedicaría él mismo a la realización de películas dirigiendo la excelente «Dellamorte Dellamore» (1994), basada en los comics de Dylan Dog, con Rupert Everett y una bellísima Anna Falchi.

«Caligola 2» cuenta en su versión integral (más de dos horas) con algunas escenas «hard», de sexo explícito.

FHP, 2015

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