El último padrino – Marco Risi, 2008

L´ultimo padrino

Italia, 2008

Director: Marco Risi

Género: Drama, Mafia

Guión: Stefano Bises, Giovanni Bianconi, Leonardo Fasoli

Intérpretes: Michele Placido (Bernardo Provenzano), Daniele Pecci (Roberto Sanna), Micaela Ramazzotti (Agente Fiore), Francesco Benigno (Matteo Canistra)

Música: Giancarlo Bigazzi

Argumento

Bernardo Provenzano, jefe de la Cosa Nostra siciliana, es el hombre más buscado de Italia. El anciano jefe del clan de los Corleoneses lleva décadas como fugitivo, y pocos saben qué aspecto tiene en la actualidad. Se oculta en masías por las montañas del interior de Sicilia, y cuenta con una tupida red de colaboradores, que siguen las órdenes que él imparte a través de una rígida cadena de mando. La forma que Provenzano tiene de comunicarse con sus subalternos es mediante los “pizzini”, unos papelitos donde escribe las instrucciones (ya sea a máquina o a mano). Nada de llamadas telefónicas o internet. La rudimentaria mensajería de los “pizzini” puede parecer arcaica pero resulta sumamente eficaz. Pese a los dispositivos de vigilancia policiales, el viejo padrino continúa en la cúspide de la Mafia gracias a su gran astucia y a su cautela, así como gracias a la fidelidad absoluta de los suyos.

Una división especial de la policía comandada por el inspector Roberto Sanna se dedica exclusivamente a localizar al prófugo Provenzano. Roberto y su equipo mantienen bajo un control exhaustivo a todo aquel que pudiera estar en contacto con “el Tío” (ese es el alias del capo corleonés). También vigilan quién entra y sale de las cárceles a visitar a los antiguos socios del padrino. Así, descubren que uno de ellos reparte regularmente “pizzini” con las órdenes del fugado. Tras interceptar uno de esos mensajes, los agentes se ponen sobre la pista de un médico – y se disponen a seguirlo cuando es recogido por un asociado de la Mafia… Roberto está convencido de que ese médico les llevará hasta Provenzano.

El doctor, efectivamente, es conducido hacia el refugio del capo (con los ojos vendados por el chófer, para que no pueda ver el trayecto hasta la casa de campo donde se esconde “el Tío”). Una vez allí, los agentes realizan una redada, arrestado al médico y a algunos ayudantes de Provenzano… pero éste consigue escapar a tiempo. Caminando a través de las montañas como si fuera un pastor se desplaza hasta otra de sus masías.

Tras interrogar al médico y registrarlo, Roberto se entera de que Provenzano sufre una enfermedad de la próstata. Necesita tomar ciertos medicamentos. El inspector ordena controlar las farmacias de la zona para ver quién compra esa medicina. Asimismo, los setentones que en la comarca soliciten los servicios de urólogos serán considerados como potenciales sospechosos. Las autoridades saben que Provenzano utiliza numerosas identidades falsas.

Mientras tanto, Provenzano y su lugarteniente Ciccio Manara no se explican cómo la policía pudo llegar hasta ellos, logrando casi capturarlos. “Algo ha ido mal… Algo o alguien” – Manara cree que hay un traidor que colabora con la policía, y muestra abiertamente sus suspicacias hacia los hermanos Schissà. En realidad, éstos nunca han delatado al padrino; pero Manara se los quiere quitar de en medio porque los considera sus competidores. Le pide permiso a Provenzano para liquidarlos y poco después los hermanos son acribillados a balazos.

Pese a haber autorizado esa ejecución, Provenzano prefiere en general evitar la violencia. Cree que tiroteos y bombazos contra competidores o una guerra contra el estado como la que libró su predecesor Totò Riina son actos contraproducentes para los intereses de la Cosa Nostra. Los jefes de las familias Lo Pane y Cappello, que se habían exiliado a los EEUU tras las guerras internas de la Mafia en los años ´80 y ´90, están a punto de regresar a Sicilia. Aunque sus hombres le aconsejan a Provenzano que los elimine, “el Tío” prefiere perdonarlos para así incorporarlos a su organización.

Roberto y su equipo detienen a un mafioso apodado “Occhiuzzo” (“Ojito”). Éste se convierte en un “arrepentido” y comienza a desembuchar todo lo que sabe acerca de Provenzano – No conoce su paradero, pero sí su forma de proceder: El capo quiere convertir a la Cosa Nostra en una organización tan “invisible” como él mismo…

De avanzada edad y delicada salud, Provenzano debe someterse a distintos controles médicos. Le encuentran un tumor y le hacen saber que debe operarse con urgencia. Pero no podrá ser en ningún hospital italiano, ya que todos están bajo una estricta vigilancia. Con el fin de someterse a la intervención quirúrgica, el jefe corleonés deberá salir del país. Para organizar el viaje a Marsella, Provenzano contará con la cobertura de los hermanos Canistra. Éstos le escoltan a un hospital del sur de Francia.

Pero la policía tiene a los Canistra en el punto de mira desde hace tiempo. Siguiéndolos, Roberto y su comando descubren que tienen previsto dirigirse a Francia con un supuesto “Pasquale Spada”, de unos 70 años – a los agentes no les cabe duda de que se trata de una de las identidades falsas de Provenzano…

El viejo capo tiene el presentimiento de que están a punto de arrestarlo, y consigue evadir una vez más el cerco policial. Retornado en Sicilia, se dispone a evitar la guerra en ciernes entre las familias Cappello y Lo Pane (“Nosotros somos una sola Cosa”). El derramamiento de sangre y la violencia callejera no le conviene a una organización que está tratando de convertirse en “invisible”.

Como Provenzano siempre se les escapa en el último momento, Roberto comienza a temerse que entre sus agentes hay un infiltrado de la Mafia, que le pasa información al fugitivo.

Roberto y su equipo deciden arrestar a los colaboradores más cercanos de Provenzano: Manara y los hermanos Canistra. Esperan que, ante la perspectiva de pasar el resto de sus días entre rejas, alguno de ellos tome la resolución de delatar al padrino. Pero Manara prefiere antes quitarse la vida, y se ahorca en su celda.

Provenzano está cada vez más acorralado, pero aún cuenta con decenas de fieles entre los pastores y la gente humilde de la Sicilia rural – así como con contactos en las altas esferas…

Comentario

Un año después de que el Canale 5 italiano emitiera la miniserie de 6 capítulos «Il capo dei capi», sobre el jefe mafioso Totò Riina, el mismo canal difundió éste telefilm dividido en dos partes sobre Bernardo Provenzano – brazo derecho de Riina y su sucesor en el vértice de la Cosa Nostra.

La acción transcurre tanto desde la perspectiva del prófugo, quien va quedándose cada vez con menos ayudantes y lugares en los que esconderse, como desde la de los integrantes del comando policial que tratan de capturarlo.

Provenzano, que con gran prudencia siempre había sabido mantenerse en la sombra, fue un fugitivo particularmente difícil de localizar. Las autoridades sólo disponían de un retrato-robot con su aspecto aproximado, pues la última foto que se conocía de él era de su juventud, hace más de cuatro décadas. Finalmente el capo sería arrestado el 11 de abril de 2006, tras 43 años en la clandestinidad.

Ésta producción televisiva de tres horas de duración no resulta tan fidedigna como “Il capo dei capi”, ya que los guionistas no se ciñen a la historia real del protagonista y conceden demasiado peso en la trama a los personajes que componen el comando encargado del rastreo de Provenzano. Tanto el inspector Roberto Sanna como sus compañeros son ficticios, y también lo son los secuaces del prófugo (Manara, los Canistra, etc).

El Tío Binnu”, como era conocido el sucesor de Riina al frente del clan de los Corleoneses, está interpretado nada menos que por Michele Placido – cuyo papel más célebre es el del comisario Corrado Cattani en las cuatro primeras entregas de “La Piovra” (1984-1989). Hay un enorme contraste entre el rol de Placido como el jovial e infatigable comisario de los años ochenta y el decrépito Provenzano – y no sólo porque cada uno de ellos está a un lado diferente de la ley. A Michele Placido también lo vimos como mafioso en la memorable “Pizza Connection” (Damiano Damiani, 1985).

Entre los secundarios destaca la bella Micaela Ramazzotti, como la agente Fiore; o en el papel de Matteo Canistra Francesco Benigno, a quien vimos en otro interesante largometraje sobre la Mafia: “Palermo-Milán, sólo ida” (Claudio Fragasso, 1995).

FHP, diciembre de 2016

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