Furia oriental (Fist of fury) – Wei Lo, 1972

Fist of fury (V.O. Jing wu men)

Hong Kong, 1972

Director: Wei Lo

Guión: Wei Lo

Intérpretes: Bruce Lee (Chen), Nora Miao (Yuan), James Tien (Fan)

Música: Joseph Koo

Género: Acción, drama, artes marciales

Argumento

La historia se desarrolla a principios del siglo XX, cuando amplias partes de China se encuentran bajo la ocupación japonesa.

Después de algún tiempo ausente, Chen Zhen regresa a Shanghai, donde durante gran parte de vida ha sido integrante de la escuela de artes marciales Jingwu. Una vez en la ciudad, el joven constata acongojado que su querido maestro Huo ha muerto. Éste sabio sifu venció en el pasado tanto a luchadores rusos como a exponentes japoneses del bushido. El entierro está a punto de tener lugar. Presa de la consternación, Chen llega a abalanzarse sobre el ataúd entre llantos. El fallecimiento de su preceptor le ha afectado de tal modo que incluso varios días después sigue negándose a comer. Chen comienza a sospechar que tras la muerte de Huo hay algo más que una neumonía, tal y como afirma la “versión oficial”.

Durante una ceremonia que en la escuela china Jingwu tiene lugar en memoria del difunto, irrumpen de improviso varios miembros de un dojo japonés rival, acompañados por el cipayo traductor Hu. Los japoneses llegan para ridiculizar y escarnecer a los chinos, para provocarles (que si “son unos blandengues”, etc). Traen un letrero enmarcado donde puede leerse “A los enfermos de Asia oriental”, que entregan a los chinos a modo de burla. Los estudiantes de Huo logran contener su furia y prefieren no reaccionar, pues lo que los japoneses quieren es precisamente tener una excusa para cerrarles la escuela.

Sin embargo, poco después, Chen siente la necesidad de revancha ante el ultraje. Se dirige al dojo japonés y reta a los allí presentes. Sin dificultad derrota uno tras otro a los estudiantes de la escuela rival, gracias a su pericia con el kung-fu y a sus veloces reflejos. También se enfrenta directamente al sensei, al maestro de artes marciales nipón; y finalmente consigue dejarlo en evidencia ante sus alumnos. Chen les ha traído de vuelta el letrero donde dice “A los enfermos de Asia oriental”. Tras destrozarlo contra una de los postes y quebrar los cristales del marco, Chen hace que los dos japoneses que lo llevaron a su escuela se coman el papel donde está escrito el humillante mensaje: “Ésta vez os hago comer el papel, la próxima vez será el vidrio”.

Las situaciones denigrantes para los chinos en Shanghai por parte de las autoridades están a la orden del día. Así, por ejemplo, Chen observa que en un parque vigilado por un indio (agente británico, probablemente) hay un cartel que reza: “Prohibido el paso a perros y chinos”. El joven experto en kung-fu inicia así una nueva trifulca. Cuando regresa a su escuela se encuentra con que ha sido atacada. Iracundos tras la intromisión de Chen en su dojo, los japoneses han ido a la escuela Jingwu para luchar contra los chinos y ocasionar, a modo de “aviso”, daños materiales en sus instalaciones.

El nuevo maestro amonesta a Chen por haberse dejado llevar por la ira, por haberse obnubilado ante las provocaciones de los japoneses, yendo a pelear contra ellos en su territorio. Ahora los japoneses piden a los chinos que entreguen a Chen. Si no lo hacen, declararán la guerra a la escuela Jingwu, con el fin de que sea ilegalizada y deba cerrar sus puertas. Así, el legado del venerable maestro Huo correría el riesgo de perderse…  El nuevo líder se encuentra ante la disyuntiva de entregar a su mejor estudiante a los japoneses o enfrentarse a la posibilidad de perder su escuela. El sucesor de Huo, así como los demás alumnos (entre los que se encuentra la novia de Chen) le proponen al temperamental joven que se marche de Shanghai. Así evitaría caer en las garras de los japoneses y poner en peligro la existencia de la institución.

Inicialmente Chen se muestra reacio, pero termina por aceptar ante la insistencia de su prometida y decide marcharse al día siguiente. Esa noche, Chen escucha voces sospechosas procedentes de la cocina. Cuando se acerca, nota que se trata del cocinero y otro individuo. Ambos cuchichean sobre el difunto maestro Huo, mencionando que ellos lo envenenaron por encargo. Hecho una furia, Chen se abalanza sobre ellos y los golpea contundentemente, tratando de hacerles hablar, para averiguar así quién ordenó el asesinato. Pero Chen los atiza de tal manera que termina matándolos.

A la mañana siguiente, cuando el nuevo maestro despierta, encuentra junto a su cama una nota de Chen donde éste le informa de que ha partido “en busca de los asesinos del maestro Huo”. En la calle, colgados de unas farolas, aparecen los cadáveres del cocinero y su ayudante – autores materiales del envenenamiento pero que sólo actuaron siguiendo instrucciones.

Tanto sus compañeros como su novia y el nuevo maestro saben que si los japoneses encuentran ahora a Chen, lo matarán. Por ello, tratarán de hallarlo ellos primero. Chen se convierte así en un fugitivo buscado por toda Shanghai. Él mismo, por su parte, investigará usando distintas identidades para descubrir quién está detrás de la muerte de su reverenciado maestro…

Comentario

Este entretenidísimo film de artes marciales está protagonizado por el mítico Bruce Lee, quien una vez más nos ofrece una muestra de su prodigioso dominio del kung-fu. El transfondo de la historia es una reivindicación patriótica desde el punto de vista de los chinos, y el héroe protagonista encarnado por Bruce es un joven con un gran sentido del honor que no está dispuesto a permitir más vejaciones por parte de los ocupantes. Llama la atención también la gran devoción que el joven Chen siente hacia su maestro, quien para él parece ser algo así como un padre.

Cuando su prometida se encuentra con Chen en el cementerio, él le dice a la chica que ella es lo que más quiere en éste mundo… “después del Maestro”. Ese fervoroso culto incondicional hacia la figura del maestro (sensei en japonés, sifu en chino), líder o patriarca es algo bastante típico en los países asiáticos (véanse por ejemplo los antiguos samurai que morían por su Emperador, o actualmente el caso de Corea del Norte). También, cuando la escuela china es atacada por los japoneses, uno de los estudiantes protege con su cuerpo un retrato del difunto maestro, prefiriendo que la turba nipona le patee a él antes de que dañe la imagen del venerable Huo. Los chinos (y asiáticos en general) pueden soportar estoicamente golpes y torturas, pero no tolerarán que se insulte a aquel que ellos consideran como un símbolo de su comunidad.

Del mismo modo que en las películas de Zatoichi el ciego espadachín derrota a numerosos oponentes a la vez, lo mismo hace Bruce Lee en éste film; sin necesidad de espadas. Las únicas armas que llega a emplear son unos nunchakus y un pedazo de madera. Chen es atacado por japoneses blandiendo katanas, pero consigue derrotarlos usando sólo su velocidad y sus furiosos puños. En una ocasión levanta a pulso una riksha con un hombre dentro (!). Pese a su constitución delgada y su baja estatura, Bruce Lee poseía una fuerza descomunal.

La prometida de Chen está interpretada por la bella Nora Miao, quien participó en numerosas producciones de Hong-Kong sobre artes marciales ambientadas en los años setenta.

En ésta “Fist of Fury” Bruce Lee se enfrenta también a un occidental amigo de los japoneses: El ruso Petrov (interpretado por el estadounidense Robert Baker), un luchador capaz de clavar clavos en una tabla con las meras manos, y de doblar barras de hierro como si fueran de mantequilla.

FHP, enero de 2017

 

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