Zatoichi contra Yojimbo – Kihachi Okamoto, 1970

Zatoichi to Yojinbo (a.k.a. “Zatoichi meets Yojimbo”)

Japón, 1970

Director: Kihachi Okamoto

Género: Chambara, Jidaigeki

Guión: Kihachi Okamoto

Intérpretes: Shintaro Katsu (Zatoichi), Toshiro Mifune (Sassa)

Música: Akira Ifukube

Argumento

Tras tres años de ausencia, Zatoichi regresa a un pueblo que recuerda como acogedor y apacible. Pero pronto se percata de que ha dejado de ser el mismo poblado que él conoció: La atmósfera es muy diferente, las calles están desiertas; los lugareños se atrincheran en sus casas con el temor pintado en sus rostros. Tienen miedo de las olas de violencia que se desencadenan con frecuencia desde que la ley de las bandas yakuza impera en la antes tranquila aldea.

Ichi pasa junto a la casa del herrero, viejo conocido suyo. Éste está trabajando, forjando una espada en su yunque. En lugar de alegrarse al ver al retornado masajista le pregunta con frialdad. “¿Por qué has vuelto?” Ichi responde: “Para relajarme durante unos días…” “No vas a poder“ repone el herrero, que continúa golpeando el martillo… Por el sonido, el ciego Ichi se da cuenta de que está fabricando una espada, lo cual le extraña: antes eso no habría hecho falta, pues se trataba de un pueblo pacífico.

Zatoichi se hospeda en la pensión local, y allí otro anma (masajista ciego) le hace a él un masaje. Pero Ichi se da cuenta enseguida de que no se trata de un auténtico profesional, y le muestra cómo debe hacerse un buen masaje… En ese momento irrumpen varios hombres fuertemente armados: Buscan a Zatoichi, por el que se ofrece ahora una recompensa de 100 ryo.

Ichi y el falso masajista (que probablemente se trata de un espía) salen a la calle perseguidos por los yakuza. Todos resultan muertos a excepción de Zatoichi. Éste es abordado instantes después por un ebrio espadachín que se presenta como el yojimbo (guardaespaldas) del jefe yakuza Masagoro. Ese yojimbo quiere cobrar los 100 ryo de recompensa por Zatoichi, pero tras comprobar su maestría con las armas prefiere dejar la confrontación con él para otro momento…

Ichi recuerda que hace tres años el jefe del poblado era un benevolente anciano llamado Hyoroku que esculpía estatuas jizo (budas de piedra). El viejo se dedica ahora además a fabricar ataúdes. Fue desplazado de su cargo por los yakuza, que penetraron en el pueblo aprovechándose de una sequía que azotaba a la zona. El oyabun yakuza es el muy joven Masagoro, hijo del comerciante de sedas Eboshiya.

Zatoichi y el yojimbo van a la taberna, y allí el ciego masajista reconoce por su perfume a la atractiva Umeno, de la que hace tres años estaba enamorado. Pero ella no se acuerda de él, y Zatoichi debe constatar decepcionado que también ella (al igual que el pueblo) ha cambiado: Ahora es una prostituta. El yojimbo se siente asimismo atraído por Umeno, y su ocupación como ramera le provoca repulsión.

Ichi es detenido en la posada, y encerrado en una celda junto a Yogo, un yakuza de bajo rango. A éste le acusan de asesinato y están por ejecutarlo pronto. Mientras tanto, el yojimbo Sassa trata de convencer a Umeno que se retire de la prostitución y se vaya con él. Ella le pone como condición que mate a su jefe Masagoro, el líder yakuza al que debe proteger como guardaespaldas.

Cuando Ichi y su compañero de cautiverio están llevando a cabo una pantomima (retorciéndose por el suelo para hacer creer a los guardias que han sido envenenados), llegan los vigilantes y le notifican al masajista que van a soltarlo, pues alguien ha pagado su fianza. Los guardas sacan a Ichi de la cárcel y lo sueltan a las puertas de la ciudad. Allí se encuentra de nuevo con el anciano Hyokuro, quien le informa que su liberación se la debe al mercader de sedas Eboshiya, quien ha abonado la suma (Los yakuza Kobotoke que aterrorizan a la ciudad desde hace dos años están comandados oficialmente por su hijo).

Zatoichi se presenta ante Eboshiya, agradeciéndole que le sacara de prisión, y le hace un masaje. Eboshiya no sólo quiere contratarle como anma (masajista), sino también como su yojimbo, como su escolta personal.

Ichi se entera de que Eboshiya está conectado con la familia Goto, que controla las reservas de oro para el shogunato. El oro está desapareciendo poco a poco de las arcas del estado. Se va haciendo así plausible la teoría de que sea el propio Eboshiya el que maneja al clan yakuza Kobotoke y el que los haya introducido en ese pueblo; no siendo su joven hijo Masagoro (con el que en teoría está peleado) más que un títere para él y los corruptos Goto.

Pronto llega a la localidad el temible yakuza conocido como Kuzuryu (“Dragón de nueve cabezas”). Éste es un espadachín que tiene casi la misma destreza que Zatoichi, y al igual que el ciego también tiene el encargo de velar por la seguridad personal del mercader Eboshiya.

Cuando llega procedente de Edo el inspector Wakiya, dispuesto a investigar y arrojar luz sobre los tejemanejes que se vienen sucediendo en el poblado a lo largo de los últimos años, es asesinado por Kuzuryu junto a los miembros de su comitiva. El yojimbo Sassa, que ha presenciado todo, no pudo evitarlo. Zatoichi llega al lugar poco después, y Sassa le propone una alianza…

Comentario

Efectivamente Eboshiya era el cabecilla de la trama en ese pueblo, no siendo su hijo más que un hombre de paja. El yojimbo Sassa, guardaespaldas de Masagoro, era por su parte un agente encubierto del shogunato; un espía que desde dentro mismo de la organización debía desbaratar la corrupta red de robo de oro de las arcas nacionales. Zatoichi y el yojimbo están en realidad del mismo lado, pese a que durante mucho tiempo lo ignoran y aunque ambos se muestran recíprocamente hostiles en muchas ocasiones (uno de los motivos para tal rivalidad podrían ser los sentimientos que los dos tienen hacia la bella Umeno, ya corrompida en cuerpo y alma a causa de la prostitución). El yojimbo llama con frecuencia a Ichi “to-mekura” (“ciego bastardo”), y el masajista lo califica repetidas veces de animal.

Una escena memorable entre ambos es aquella en la que Ichi pide dinero prestado al yojimbo para ir a la casa de juegos. Ichi solicita una suma muy modesta, y Sassa se ríe de él, diciendo que nunca va por ahí con calderilla, sino con dinero de verdad, con ryus de oro, y se los enseña, sabiendo que no los puede ver. Pero Zatoichi saca su espada y de un tajo certero corta por la mitad uno de esos ryus de oro: Ahora ya tiene la suma que necesitaba.

Pese a ésta y otras buenas escenas, así como las actuaciones de dos grandes como Shintaro Katsu (ésta vez rapado, por cierto) y el célebre Toshiro Mifune (habitual de Kurosawa) en el papel de Sassa, ésta entrega de la saga resulta un poco decepcionante. La trama es por momentos bastante confusa y enrevesada, y el film es demasiado largo. Según imdb la película sólo dura 79 minutos, pero esa debe ser una versión recortada, pues la íntegra alcanza casi las dos horas de metraje.

Toshiro Mifune es uno de los principales actores en la famosa “Yojimbo” (Akira Kurosawa, 1961) – película en la que Sergio Leone se inspiró para su clásico italo-western “Por un puñado de dólares” (1964). Mifune también es la estrella de otras producciones de Kurosawa como “Los Siete Samurais” (1954) o “Rashomon” (1950).

El director Kihachi Okamoto filmó en 1966 la premiada “Dai-bosatsu toge” (“Sword of Doom”), con Tatsuya Nakadai como protagonista.

FHP, septiembre de 2015

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