Gotti – Robert Harmon, 1996

Gotti

EEUU-Canadá, 1996

Director: Robert Harmon

Género: Gangsters

Guión: Jerry Capeci, Gene Mustain

Intérpretes: Armand Assante (John Gotti), Anthony Quinn (Aniello Dellacroce), William Forsythe (Sammy Gravano), Frank Vincent (Robert DiBernardo)

Música: Mark Isham

Argumento

En los años setenta, John Gotti (Armand Assante) es un gangster asociado a la facción de Aniello “Neil” Dellacroce (Anthony Quinn) en el seno de la familia Gambino de la Mafia de New York. Gotti acostumbra a reunirse con sus subalternos en el club social Ravenite, sito en la Mulberry Street de Little Italy. Entre los hombres de su equipo se encuentran su hermano Gene y Angelo “Quak-Quak” Ruggiero. Un día, Neil Dellacroce visita a Gotti en el Ravenite y le comunica que Don Carlo Gambino, el capo di tutti capi, desea hablarle. John y Neil llegan a la casa donde reside el anciano boss, allí los esperan éste, su brazo derecho Paul Castellano (primo y cuñado) y el consigliere Joe “Piney” Armone (Dominic Chianese). Don Carlo tiene un trabajo para Johnny-Boy: Liquidar al gangster irlandés que en una pelea mató a su sobrino.

Tras cumplir el encargo, la influencia de Gotti comienza a crecer en la familia. Pero un soldado que colaboró con él en la eliminación del irlandés resulta ser una fuente de potenciales problemas, debido a su comportamiento demasiado impulsivo e indiscreto, influenciado por el consumo excesivo de cocaína. Gotti decide quitar de en medio a éste estorbo. Pero lo hace sin el consentimiento de la familia. Ello supone una ruptura con las estrictas reglas de la Mafia. Además, a diferencia de Gotti (que tan sólo es todavía un “asociado”) el soldado era un “made man”, un “hombre hecho”, que ha pasado por el rito de iniciación de Cosa Nostra. Y por si fuera poco, era un integrante de la facción de Castellano, primo y cuñado de Don Carlo y su designado sucesor.

Según las leyes de la Mafia, John debería ser ejecutado por haberse saltado las normas de una forma tan flagrante. Pero gracias a la intercesión de su mentor Dellacroce, uno de los subjefes de la familia junto a Castellano, es perdonado. Se salva así de la muerte, pero no de la cárcel: poco después debe ingresar en prisión por el homicidio del irlandés. Pasa un par de años tras los barrotes, y tras cumplir su condena es recibido por los suyos como un héroe. Ahora ya es „uno de los nuestros“, un made man (aunque del rito iniciático no se vea nada en la película).

Estamos en 1976, y el viejo Don Carlo ha fallecido. Al frente de la familia le sucede Paul Castellano, a quien Gotti detesta. Desde hace más de una década, los Gambino han estado compuestos por dos facciones complementarias (ambas unidas gracias a la autoridad de Don Carlo, pero con relaciones recíprocamente poco cordiales entre ellas); la de Neil Dellacroce (a la que pertenecen Gotti y los suyos) y la de Castellano. Mientras que Castellano se encarga de supervisar operaciones financieras de alto nivel, de la delincuencia de cuello blanco (en la construcción, la recogida de basuras, las comisiones, etc); Dellacroce dirige a los tough guys, a los chicos duros de la calle, y coordina sus operaciones de extorsión, asaltos a mano armada, hijackings (o secuestro de camiones repletos de mercancías, etc). Dellacroce es el jefe de los gangsters típicos, y Castellano por su parte, es más bien un hombre de negocios (sucios, sí; pero negocios de oficina, que le mantienen alejado del mundo de la calle).

Sólo hay una cosa que, bajo las directrices de Gambino, para ambas facciones siempre ha sido esencial: Nada de traficar con drogas. El narcotráfico atrae demasiado la atención de las autoridades. La compra y venta de drogas es un “no go”, un asunto tabú, para los uomini d´onore, para la Mafia de la vieja escuela. Sin embargo, para desgracia de Gotti, varios hombres de su equipo no se atienen a esa regla de oro, entre ellos su propio hermano. Cegados por la codicia, Genie y “Quak-Quak” (llamado así por su propensión a hablar demasiado, algo que tampoco es aceptable – y que puede ser peligroso – cuando se es miembro de una sociedad secreta) están traficando con ingentes cantidades de heroína, lo cual pronto se convierte en un secreto a voces en todo Brooklyn.

Generalmente, a éstas alturas de los años setenta, el narcotráfico ya estaba muy difundido entre los integrantes de las cinco familias, pero oficialmente seguía prohibido por la Comisión – aunque en general los jefes solían ser “tolerantes” y mirar para otro lado (el líder de los Bonanno, Carmine Galante, era él mismo un narcotraficante a gran escala, uno de los mayores artífices de la “Pizza Connection”). Pero ésta política de hacer la vista gorda no era practicada por Paul Castellano, quien como su predecesor era muy severo en temas de drogas. Dellacroce advierte a Gotti sobre el peligro que se cierne sobre su equipo si Big Paul llega a enterarse, y John amonesta a los suyos, sin que ésto les haga cambiar de proceder.

En 1980 una tragedia sacude a la familia. No a la de Cosa Nostra, a los Gambino; sino a la familia personal de Gotti. Su hijo Frank, que paseaba en bicicleta por la vecindad, es atropellado por un coche y muere en el acto. El causante del desaguisado es un vecino de los Gotti, John Favara. Pese a que se trata de un desgraciado accidente, Favara no podrá eludir la venganza del gangster. Un día es asaltado por sus hombres, entre ellos Salvatore “Sammy the Bull” Gravano, quienes le ultiman a tiros en represalia.

Hacia mediados de los ochenta Gotti ha ascendido de “soldado” a caporegime, o capo. Las tensiones en el seno de los Gambino se recrudecen, y ambas facciones (hasta ahora en cierto modo complementarias) comienzan a distanciarse. Sobre todo en el equipo de Gotti, el malestar por el liderazgo de Paul Castellano se hace cada día más patente. En 1985, Gotti teje una conspiración para eliminar al jefe (y reemplazarlo). Para ello, realiza “sondeos” dentro de la familia, y logra hacerse con el apoyo de una parte importante de los demás capos, entre ellos Sammy Gravano. A inicios de diciembre fallece el anciano y enfermo Neil Dellacroce, mentor de Gotti, una especie de padre para él en el seno de la Mafia. El odio de John hacia Castellano crece ante el hecho de que Castellano no se ha dignado a presentar sus respetos al fallecido histórico de los Gambino, prefiriendo no acudir al funeral.

El 16 de diciembre de 1985 tiene lugar el asesinato de Big Paul y de su fiel lugarteniente (subjefe y guardaespaldas) Tommy Bilotti. Ambos son cosidos a balazos cuando se disponían a descender de la limusina que acababa de aparcar frente al restaurante Spark´s Steak House de Manhattan. Gotti y Gravano supervisan la operación desde un coche al otro lado de la calle. Poco más tarde, a principios de 1986, John Gotti pasa a ser nombrado oficialmente como nuevo jefe de la familia Gambino. La ruptura con la Mafia de la vieja escuela, con los tiempos de Don Carlo, es ahora total. Sammy Gravano pasa a ser el subjefe, y de la vieja guardia sólo queda Joe Armone, quien aprobó la eliminación de Castellano y que continúa siendo el consigliere.

A partir de ahora, gracias a su carisma y a su peculiar estilo, Gotti comienza a hacerse muy popular en los medios. Por sus caros trajes hechos a medida comienzan a llamarlo “The Dapper Don”, el “Don dandy”. A ese sobrenombre pronto se añadirá uno nuevo: “The Teflon Don”, pues ningún caso se le “quedaba pegado”; logró salir victorioso de dos procesos. El primero de los juicios, por agresión a un conductor en una disputa callejera; un asunto trivial de aparcamientos. El individuo en cuestión, llamado a testificar, no tenía ni idea quién era Gotti en el momento de los hechos. Ante la corte, cuando el juez le instó a señalar a su agresor, cuando se le preguntó si lo reconocía en el banquillo de los acusados, el pobre hombre, consciente ya de que se trataba del jefe de los Gambino, repuso (temeroso de su vida) que “no se acordaba”, que lo había “olvidado todo”. Así, el capo fué absuelto, y al día siguiente los periódicos titularon “I Forgotti”, juego de palabras con “olvidé” (I forgot) y “Gotti”. Sin embargo, el segundo proceso trataba de algo bastante más serio: Los fiscales intentaron meter al “padrino” entre rejas en base a la ley federal RICO (Racketeer Influenced and Corrupt Organizations Act), mediante la cual se había descabezado con éxito a las otras cuatro familias de la Mafia de New York: Los respectivos jefes de los Bonanno (Phillip Rastelli), los Genovese (Anthony Salerno), los Lucchese (Anthony Corallo) y los Colombo (Carmine Persico). También Paul Castellano estaba encausado, pero Gotti lo libró de ir a la cárcel, pues cayó bajo una lluvia de plomo antes del veredicto. Ahora era Gotti quien se enfrentaba a un juicio que pretendía ser la continuación del llamado Caso Comisión. Pero también logró salir indemne, gracias a la pericia de su abogado Bruce Cutler, siendo absuelto por falta de pruebas.

Los agentes que día y noche seguían los pasos de la cúpula de los Gambino, vigilando constantemente el Ravenite social club y sus inmediaciones, se enteraron de que, cuando Gotti y sus más cercanos colaboradores debían discutir asuntos realmente relevantes subían a un piso situado en el mismo edificio, perteneciente a una viejecita, viuda de uno de los hombres de Dellacroce. La buena señora salía a pasear y allí se quedaban los gangsters, que se sentían seguros y hablaban sin pelos en la lengua, describiendo sus negocios sin tapujos. Una noche, agentes del FBI instalaron micrófonos en la vivienda. A partir de entonces escucharían las conversaciones del escurridizo capo, y reunirían las pruebas suficientes para lograr su definitivo encarcelamiento.

No todos estaban satisfechos con el liderazgo de Gotti. “Piney” Armone, el anciano consigliere, le recriminó su carácter excesivamente “extrovertido” hacia los medios de comunicación, su amor por el protagonismo. Las excentricidades y el afán de llamar la atención son características que pueden agradar “al público” pero que no son bien vistas por los taciturnos mafiosi de la vieja escuela (que guardan un perfil bajo). Esa forma poco prudente de proceder puede resultar contraproducente para la seguridad del clan. Asimismo, la decisión de liquidar a Castellano se hizo sin el consentimiento de las otras cuatro familias. Pues, del mismo modo que para quitar de en medio a un “soldado” hay que pedir permiso al jefe; para “golpear” al jefe se debe contar con el asentimiento de los otros cuatro jefes. Por lo tanto, Armone recomienda a Gotti que se “ponga en guardia”. Efectivamente, no mucho después, en abril de 1986, un coche bomba destinado contra el flamante jefe de los Gambino hace volar por los aires los pedazos de Frank DeCicco, uno de sus más cercanos colaboradores. Gotti empieza a obsesionarse con la seguridad, y a su comportamiento excéntrico y pendenciero se une ahora la paranoia. Ve posibles traidores y conspiradores por todas partes, y ordena el asesinato de varios de sus hombres, entre ellos Robert “DeeBee” DiBernardo (Frank Vincent), un capo dedicado al negocio de la pornografía. “DeeBee” es atraído a las oficinas de Sammy Gravano, y mientras éste le distrae invitándole a tomar un café, uno de sus sicarios le dispara un tiro en la nuca.

Las grabaciones en casa de la viejecita finalmente dan sus frutos. El 11 de diciembre de 1990, agentes del FBI irrumpen en el Ravenite y arrestan a Gotti, Gravano y al nuevo consigliere Frank LoCascio. Cuando éstos escuchan sus propias voces, que han sido grabadas por los micrófonos policiales en la casa que los gangsters creían segura, saben que ésta vez no se van a librar tan fácilmente del “Hotel Rejas”. Sammy Gravano se indigna al oír en esas cintas a Gotti hablando mal de él a sus espaldas, llamándole “codicioso”, entre otras cosas. Los agentes del FBI y la fiscalía comprueban con regocijo que meter cizaña entre ambos será muy útil para mandar a Gotti a la cárcel para siempre…

Comentario

Ésta co-producción televisiva (canado-estadounidense) de la HBO narra el ascenso y la caída de John Gotti (1940-2002) basándose en el guión del periodista Jerry Capeci, especializado en la Mafia italoamericana y administrador del sitio web con actualizaciones semanales Ganglandnews. En general el film es bastante fidedigno con la historia real, y los personajes están bien caracterizados. Armand Assante da vida al “Dapper Don” con gran acierto, pero lo verdaderamente sensacional hubiera sido que (al estilo del “Vaquilla”) hubieran permitido a Gotti salir de la cárcel para que se interpretara a sí mismo. Con su amor a las cámaras y a su “público”, seguro que habría estado encantado de hacerlo. Aniello Dellacroce está caracterizado por Anthony Quinn, quien en la vida real era al parecer amigo de John Gotti, o al menos simpatizante y defensor suyo (como también el actor Mickey Rourke). A DiBernardo lo interpreta Frank Vincent, un habitual secundario en las películas de gangsters, que también aparece en “Goodfellas” (a.k.a. “Uno de los nuestros”) (1990) y “Casino” (1995), ambas de Martin Scorsese. Éstas dos grandes películas, por cierto, son muy superiores a la “Gotti” (1996) de Robert Harmon que nos ocupa, como también (siguiendo con ésta temática) “Donnie Brasco” (1997) de Mike Newell con Al Pacino y Johnny Depp, asimismo basada en hechos reales (la infiltración del agente del FBI Joe Pistone en la familia Bonanno). La melancólica melodía de la película es buena y emotiva, pero la banda sonora en general (siempre muy importante) podría ser mejor. Aún así, “Gotti” es altamente recomendable y su visión resultará especialmente de interés para los amantes del género, y para aquellos que se hayan previamente documentado acerca de las intrigas en el seno de la Mafia neoyorkina, de la cual John Gotti (el auténtico) fue uno de los más importantes protagonistas.

FHP, 2014

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