Bandido – Yavuz Turgul, 1996

kiya

Turquía, 1996

Director: Yavuz Turgu

Guión: Yavuz Turgul

Intérpretes: Sener Sen (Baran), Ugur Yücel (Cumali), Kamran Usluer (Berfo), Yesim Salkim (Emel)

Música: Askin Arsunan, Erkan Ogur

Género: Drama, thriller

Argumento

Tras 35 años en prisión, el bandido Baran es liberado. Miembro de un grupo de forajidos de las montañas en la Anatolia profunda, es el único de su banda que ha sobrevivido a la larga condena. Ahora, con unos sesenta años de edad, regresa a su pueblo. Pero se encuentra con que la localidad está en ruinas, no queda nadie allí, todos han abandonado sus casas. Sin embargo, en el pueblo fantasma aún vive una persona: Una anciana que al parecer tiene facultades sobrenaturales, una adivina, a la que Baran conocía desde su juventud. Es la única que se quedó allí. Tras el arresto de Baran y sus hombres, que hacían en la comarca las veces de “Robin Hood”, la zona se fue empobreciendo cada vez más provocando una migración masiva a las ciudades. La vieja le da al Bandido un amuleto, que habrá de protegerle “de las balas”. Baran se lo coloca en torno al cuello, se trata de un colgante de cuero con forma triangular.

Tras constatar que de su pueblo no quedan más que ruinas, Baran acude en busca de un antiguo conocido… Quiere vengarse del chivato Mustafa, quien le delató a las autoridades en su día. Mustafa le reconoce de inmediato y se siente muy avergonzado por su traición. Asegura que lo hizo porque recibió presiones de Berfo, otro viejo socio de ambos. Baran se entera pues de que es Berfo el máximo responsable de su encarcelamiento, y que además ese Berfo le quitó a Keje, su prometida. Mustafa le revela que ambos se encuentran ahora en Estambul.

Baran toma el tren con destino a la capital. En su compartimento entabla conversación con un joven llamado Cumali. Al llegar a la estación de Estambul, Cumali comprueba con horror que decenas de policías parecen estar esperándole (pues también él es un bandido… aunque un bandido de ciudad)… Así, le entrega a Baran un maletín rogándole que lo lleve a cierto garaje en tal calle. Al salir del tren Cumali es detenido, pero como no le encuentran en posesión de nada ilegal no tardan en soltarlo. Baran cumple con el encargo y lleva el maletín (lleno de droga) al escondrijo del líder criminal Demircan, para quien Cumali “trabaja”.

Más tarde, Cumali lleva a Baran hasta una pensión de su barrio. El viejo bandido, de más que obvio aspecto pueblerino, se siente perdido y abrumado en la gigantesca Estambul. Cumali le considera un pobre loco cuando éste le revela sus intenciones: Encontrar a dos personas que no ha visto en 35 años en una ciudad de más de 10 millones de habitantes… Para ello, Baran sólo cuenta con unos prismáticos. Día tras día pasea por toda Estambul, atento a la gente, observando los rostros de los pasantes con sus binoculares.

Cumali es un delincuente de medio pelo que esporádicamente realiza encargos para Demircan, jefe de una peligrosa banda. A Cumali le ayudan en sus escarceos sus compinches de la vecindad. Demircan les entrega droga para que la vendan en discotecas y clubes de alterne. Cumali está enamorado de una chica del barrio, una atractiva joven llamada Emel. Ésta le ha contado que su hermano, Sedat, está en la cárcel; y que urgentemente debe pagar una enorme cantidad de dinero a unos matones que le están extorsionando dentro de la prisión. Si no lo hace, lo asesinarán. Cumali visita a Sedat junto a Emel, y se compromete a conseguir esa suma, para quedar como un héroe ante la chica. Para ello, está dispuesto a trabajar intensamente en el menudeo de la droga a las órdenes del temible Demircan. Para que el beneficio sea aún mayor, Cumali no duda en hacer pequeñas trampas a su jefe… Sabe que si Demircan lo descubre ello puede costarle la vida, pero por Emel está dispuesto a asumir ese riesgo.

Mientras tanto, en la pensión, Baran mira las noticias y cuando le realizan una entrevista a un millonario empresario sospechoso de corrupción llamado Mahmut Shahu contempla en la pantalla un rostro conocido: El tal Shahu es en realidad su enemigo, el traidor Berfo.

Baran le pide a Cumali que le lleve hasta ese hombre que la televisión llama “Mahmut Shahu”. Cumali le advierte que se trata de uno de los hombres más ricos y poderosos de Turquía, pero le acompaña hasta la villa del magnate. Ambos, en actitud extraña ante las vallas de la mansión, levantan las suspicacias de los guardaespaldas y vigilantes, que llaman a la policía. Tras un breve interrogatorio en comisaría ambos son soltados. Pero poco después, los hombres de “Mahmut Bey” recogen a Baran en un coche: El jefe quiere verle.

También Berfo ha reconocido a Baran al verlo apostado a las puertas de su villa. Ahora, convertido en un riquísimo oligarca, está gravemente enfermo; debe desplazarse en una silla de ruedas y portar una máscara de oxígeno. Le asegura a Baran que lo traicionó “por amor”, porque amaba a Keje tanto como para vender a su mejor amigo. Keje sigue con él, ambos se casaron, pero ella no ha pronunciado una palabra desde entonces. Durante los últimos 35 años ha estado sumida en una apática melancolía y es incapaz de articular palabra. Pero cuando Baran se reencuentra con Keje, ésta le ve y le reconoce de inmediato: Vuelve a hablar, aunque con gran esfuerzo; “Cada vez que muere un bandido nace una estrella… Yo sabía que no habías muerto, pues no te he visto en el cielo entre las estrellas, y te he estado esperando desde entonces…” dice Keje, rompiendo finalmente décadas de silencio. Baran asegura que está satisfecho de haber podido verla, y que volverá a por ella.

Por su parte, Cumali ha logrado reunir la suma que necesita para salvar la vida del hermano de Emel. Ésta, muy agradecida, le visita en su pensión y por primera vez se acuesta con él. Pero grande es el desengaño al día siguiente: la madre de Emel encuentra a Cumali por la calle y le dice que su hija ha escapado. La chica se ha marchado de casa con ese Sedat, que no era su hermano sino su amante. El dinero que tanto le costó ganar a Cumali, y por el que puso en juego su vida, no era otra cosa más que la fianza de ese delincuente. Cumali ha sido vilmente utilizado.

Por si ésto no fuera suficiente, Demircan se ha percatado de ciertas “irregularidades” en los trapicheos que encargó a Cumali, y de ahora en adelante lo va a tener en el punto de mira…

Cumali, herido por la afrenta de la que ha sido víctima, tratará de averiguar el paradero de Enel y Sedat… de la misma forma que ese otro bandido (procedente de otro tiempo y de otro lugar) ha buscado a Keje y Berfo hasta hallarlos…

Comentario

El cine turco, al parecer, no se reduce a risibles calcos de los éxitos hollywoodienses de turno, como aquellas famosas “joyas” de la serie Z ochentera “Dünyayi Kürtaran Adam” (el Star Wars turco) o “Süpermen Dönoyür”. También se han rodado en Turquía películas serias y de altísima calidad artística y narrativa, como ésta “Eşkiya” (“Bandido”).

Baran y Cumali, que se conocen por azar en el tren, tienen historias y vidas paralelas pese a ser aparentemente tan distintos. Entre los dos se desarrolla una entrañable amistad paterno-filial. Baran ve a Cumali como al hijo que nunca tuvo, y Cumali a Baran como al padre que perdió. Los dos son “Bandidos”; el uno de la “vieja escuela”, un bandolero de las montañas, procedente de la Anatolia profunda, de las zonas rurales y pueblerinas del oriente del país. El otro es un gangster moderno, cosmopolita, de los barrios de la jungla de asfalto. Los dos terminan teniendo tormentosas frustraciones parangonables, sufren en carne propia la traición y el ultraje. Buscan venganza.

Cumali no ha debido pasar largos periodos de tiempo en la cárcel como el veterano bandido de Anatolia. Pero mientras Keje, la amada de Baran, ha enmudecido desde que Berfo se la llevara a la fuerza; Enel, la mujer por la que Cumali ha arriesgado su vida, se ha marchado con otro por voluntad propia tras usarle rastreramente… Las historias cruzadas de Baran y Cumali tienen todos los ingredientes para que se desencadene una tragedia…

FHP, octubre de 2015

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