Maciste en la tierra de los cíclopes (V.O. Maciste nella terra dei ciclopi)
Italia, 1961
Director: Antonio Leonviola
Género: Peplum
Guión: Oreste Biancoli, Gino Mangini
Intérpretes: Gordon Mitchell (Maciste), Chelo Alonso (Capys), Germano Longo (Agisandro), Vira Silenti (Pénope)
Música: Carlo Innocenzi
La entrada de hoy está dedicada a la memoria de Chelo Alonso (1933-2019)
Argumento
La malvada reina Capys de Sadok ordena invadir las tierras del rey Agisandro. Capys, quien mantiene cíclopes cautivos en la isla de Polifemo, es descendiente de la reina Circe; y Agisandro, a su vez, cuenta a Ulises entre sus antepasados. Por ello existe una enemistad encarnizada entre ambas dinastías. La misión de Capys consiste en exterminar la estirpe de Ulises para vengar así la memoria de Circe, quien en su día fue derrotada por el protagonista de la Odisea.
Un destacamento de jinetes encabezados por Ífitos, el lugarteniente de Capys, arrasa el poblado en el que Agisandro vive con su familia y con sus súbditos. Antes de participar personalmente en la lucha, el rey ordena a su esposa Pénope que se ponga en seguridad con el pequeño hijo de ambos. Ella, sin embargo, decide quedarse con su marido; pero encomienda al niño a uno de sus ayudantes para que lo ponga a salvo lejos de allí. Agisandro cae en el campo de batalla. También casi todos sus soldados mueren durante la contienda. Los pocos supervivientes son luego pasados a cuchillo. Sólo a las mujeres les es perdonada la vida. Pénope y las demás son encadenadas y llevadas a las mazmorras del palacio de Capys.
La reina del linaje de Circe debería estar satisfecha tras su victoria contra el pueblo descendiente de Ulises… Sin embargo el triunfo está muy lejos de haber sido completado: El pequeño hijo de Agisandro, heredero de la dinastía, aún sigue con vida. Furiosa al enterarse de ésto, Capys jura no descansar hasta que el niño haya sido capturado. Una vez con la criatura en su poder, la reina se propone entregarla a los cíclopes para que éstos devoren al último fruto de la semilla de Ulises, cancelándola para siempre de la faz de la Tierra.
Entretanto, el malherido soldado que ha huído del campo de batalla con el niño llega hasta una costa donde aguarda un musculoso individuo: Se trata del heróico Maciste, un guerrero de fuerza espectacular que ha consagrado su vida a luchar por la justicia. Maciste es informado por el moribundo acerca de lo acontecido al pueblo de Agisandro. Tras entregar al pequeño a un pastor para que cuide de él, Maciste se dispone a liberar a la reina Pénope y a las demás mujeres de los calabozos de la pérfida Capys.
Por su parte, Capys abandona su palacio y se dirige en solitario a un secreto templo excavado en el interior de una montaña. Ella en realidad no desea tener que ejecutar la venganza para la cual ha sido predestinada. Cuando se queja ante sus dioses, las paredes de la gruta se resquebrajan y está a punto de morir sepultada… Pero Maciste, quien a lomos de su caballo galopaba casualmente por allí, interviene a tiempo y logra salvar la vida de la atractiva joven… Sin saber que se trata de la mismísima reina Capys. Ésta queda prendada ante el fornido extraño e intuye que volverán a encontrarse – Sobre todo cuando Maciste le dice que se dirige a Sadok, sus dominios.
La destronada Pénope y las demás mujeres prisioneras languidecen mientras tanto en los calabozos de Sadok. Los guardianes aún no saben quién de ellas es la viuda de Agisandro, porque todas permanecen fieles a su reina y se niegan a hablar. Hasta allí llega Maciste con el propósito de rescatarlas. Pero ello no resultará fácil, pues las mazmorras se hallan custodiadas por un nutrido destacamento militar. Por suerte, Maciste descubre que entre los soldados de Capys cuenta con un potencial aliado…
Ífitos, el jefe de los ejércitos de Capys, está enamorado de su reina y aspira a convertirse en su consorte. Ella le da esperanzas y le promete que así será cuando haya sido cumplida la profecía (la aniquilación de los descendientes de Ulises). Sin embargo, Capys no tiene la menor intención de entregarse a su fiel esbirro. Y menos aún desde que ha visto al forzudo Maciste, con quien se encuentra en deuda por haberle salvado la vida…
Comentario
Entretenido largometraje de aventuras ambientado en la Antigüedad griega, y tomando como referencia míticas figuras de las leyendas clásicas. La trama principal es una venganza a través de las generaciones; la de Circe y Polifemo contra los herederos de Ulises. La película se encuadra dentro del género peplum (o “espada y sandalias”), al que pertenecen los films épicos de transfondo grecolatino que se rodaron en Italia durante la segunda mitad de los ´50 y los primeros años ´60.
El cinematográfico Maciste aparece como protagonista de numerosos peplum. Se trata de una especie de sucedáneo de Hércules, un musculoso guerrero que se enfrenta contra los enemigos más variopintos para proteger a los indefensos y preservar la justicia – algo así como un “superhéroe” de la Antigüedad (o, salvando las distancias, como los luchadores enmascarados mexicanos), aunque sin identidad secreta. Una de las mejores películas de la saga es en mi opinión “Maciste contra el Vampiro”, dirigida también en 1961 por Sergio Corbucci.
A lo largo de las decenas de películas que se hicieron con éste personaje como figura central muchos fueron los diferentes actores encargados de interpretarlo (igual que en el caso del superespía James Bond). En ésta ocasión el papel recae sobre el norteamericano Gordon Mitchell, culturista y rostro habitual (e inconfundible) de numerosos peplums de la época – entre los que destacan las memorables “El gigante de Metrópolis” (Umberto Scarpelli, 1961) y “Vulcano hijo de Júpiter” (Emimmo Salvi, 1962) o también “La ira de Aquiles” (Marino Girolami, 1962). Más adelante, éste estadounidense afincado en Italia participaría también en algún que otro western (como “Mi nombre es Shanghai Joe” de Mario Caiano, 1973) y en varias producciones de terror de bajo presupuesto – La más notoria de las cuales es la bizarra y muy disfrutable “El hombre lobo contra la Camorra” (Marco Antonio Andolfi, 1987).
Entre las mejores escenas de la propuesta, merece ser destacada la de Maciste manteniendo el equilibrio sobre el foso de los leones mientras los secuaces de Ífitos tratan de hacerlo caer – estirando de cada uno de sus brazos con cadenas. La fuerza del héroe es tan prodigiosa que logra hacer avanzar una galera remando él solo. Por desgracia, el cíclope casi no hace acto de presencia durante el metraje: Prácticamente sólo se lo ve en la batalla final.
Si Sabrina Siani es la reina de la espada y brujería a la italiana (“Gunan”, “Trono de Fuego”, etc), la indiscutible reina del peplum es Chelo Alonso. Ésta actriz y bailarina cubana, a la que ya vimos compartiendo cartel con Steve Reeves en la muy recomendable “El terror de los bárbaros” (Carlo Campogalliani, 1959), interpreta a la aviesa pero escultural reina Capys.
Por cierto, a propósito de espada y brujería, el ataque inicial al poblado en el que masacran al rey Agisandro y a su gente recuerda a la invasión de las hordas de Thulsa Doom en “Conan el Bárbaro” (John Milius, 1982) – aunque sin el bombástico y maravilloso acompañamiento musical de Poledouris.
Como curiosidad: Én ésta “Maciste nella terra dei ciclopi” hay un rol menor para Raffaella Carrà (tenía 18 años en el momento del rodaje), actriz y vedette que ya en su madurez alcanzaría fama televisiva también en España.
FHP, marzo de 2017