El carnaval de las almas – Herk Harvey, 1962

El Carnaval de las Almas (V.O. “Carnival of souls”)

EEUU, 1962

Director: Herk Harvey

Guión: Herk Harvey, John Clifford

Intérpretes: Candance Hilligoss (Mary Henry), Frances Feist (Sra. Thomas), Sidney Berger (John Linden)

Música: Gene Moore

Género: Suspense, terror

Argumento

Cuatro chicas a bordo de un automóvil son retadas a una carrera por unos jóvenes en coche. Cuando ambos vehículos atraviesan un puente, el de las muchachas pierde el control y cae al río. Mientras los miembros del equipo de rescate buscan el coche hundido y tratan de encontrar superviventes, una mujer emerge de las aguas: Es Mary Henry, una de las cuatro chicas del coche que se precipitó desde el puente.

Aturdida, Mary no puede recordar nada. Al día siguiente decide marcharse de esa ciudad rumbo a un pueblo en el estado de Utah. Allí trabajará en una iglesia como organista. De camino, por la carretera, ve el espectral rostro de un hombre en la ventanilla y poco después también frente a ella. Las apariciones tienen lugar cuando Mary estaba pasando cerca de un gran pabellón con aspecto de estar abandonado.

En la próxima gasolinera, la joven pregunta qué es ese misterioso edificio. Le explican que se trata de un viejo parque de atracciones donde hace años solían celebrarse carnavales y otros eventos festivos.

Mary llega a su nuevo alojamiento, una pensión regentada por la Sra. Thomas donde residen sólo dos inquilinos: Ella y el Sr. Linden, que duerme en el cuarto contiguo. Poco después de instalarse, Mary vuelve a ver esa noche al mismo fantasma que se le apareció en la carretera.

A la mañana siguiente la joven se presenta en su nuevo lugar de trabajo; la iglesia del municipio. Allí su tarea consistirá en tocar el órgano durante las misas. El párroco le ofrece acudir a una fiesta de bienvenida, pero Mary no parece muy entusiasmada por la idea: Es una mujer muy solitaria que prefiere no tener demasiados contactos sociales.

Mientras suena el órgano acude a la iglesia el mismo ser de ultratumba de sus visiones, aunque ésta vez con un aspecto más material y corpóreo. Pero Mary no lo ve.

La organista está interesada en visitar el pabellón abandonado y le pide al cura que la acompañe hasta allí. El sacerdote accede, pero se niega a entrar dentro. Mary siente una profunda curiosidad por descubrir los misterios que ese lugar oculta.

Más tarde, ya en la pensión, Mary recibe la visita de su vecino John Linden. Éste es un conquistador nato, un galán que no desaprovecha la oportunidad de invitarla a cenar. Inicialmente la chica prefiere mantener las distancias. Poco después, cuando John se ha marchado, Mary ve a otro hombre en las escaleras de la posada: De nuevo el mismo fantasmagórico individuo, pero ahora encarnado y material en lugar de etéreo, borroso y fugaz como en sus visiones. El muerto viviente es tan real que Mary reacciona con histérico pavor. La encargada de la pensión no entiende el irracional comportamiento de la joven, pues aparte de ellas dos y el Sr. Linden no hay nadie más allí.

Al día siguiente, John vuelve a visitarla y continúa intentando seducirla. Él es un humilde trabajador sin estudios, pero un gran experto con las mujeres. Mary se marcha de compras a la ciudad y tiene una extraña experiencia: Al salir de uno de los probadores en la tienda comprueba estupefacta que todos la ignoran. Nadie parece poder verla u oirla. Al volver a su estado normal tras un largo y angustioso espacio de tiempo indeterminado, Mary se encuentra de manera fortuita con un psicólogo; y va con él a su consulta para una sesión terapéutica. La joven organista le relata al Dr. Samuels el acongojante incidente recién sufrido: “Era como si no existiese” y sobre sus visiones del muerto viviente: “Ese hombre me sigue a todas partes…”

Mary decide regresar sola al pabellón abandonado, y ésta vez entrar. Pues está convencida de que allí encontrará la clave de sus alucinaciones…

Comentario

Ésta pequeña joya que combina con maestría el thriller psicológico con lo paranormal es un gran descubrimiento. Al igual que “Dementia 13” (1963), la película debut de Francis Ford Coppola, “El Carnaval de las Almas” constituye una perfecta muestra del cine independiente estadounidense de principios de los años sesenta – probando que es posible realizar con escasos medios obras memorables si se tiene talento y una buena historia que contar.

Al regresar a su trabajo en la iglesia tras investigar en el parque de atracciones abandonado, una extraña fuerza se apodera de Mary mientras toca el órgano. El cura la despide acusándola de “profanación y sacrilegio”, mencionando que parece que ella “ya no tenga alma”… Y es que desde el accidente de coche de la escena inicial, y especialmente tras entrar en el pabellón de los carnavales, tanto Mary como todo lo que la rodea se va tornando cada vez más perturbador…

El film cuenta con muy buenos diálogos, sobre todo en los momentos un tanto conflictivos entre John y Mary – él intenta conquistarla, pero el carácter lejano y frío de ella es un importante obstáculo: “No te gusta beber, no te gusta bailar, no te gusta tener un hombre cerca…” “Yo no he dicho eso” “No has dicho nada en toda la noche”… Ante el psicólogo, Mary reconoce que a veces se siente como “si no fuera de éste mundo”.

El film que hoy reseñamos ha servido de inspiración a David Lynch y a George Romero, como ellos mismos han reconocido (Vemos así por ejemplo de dónde sacó Romero la idea para la estética de sus muertos vivientes). Además es muy interesante observar los enormes paralelismos entre “El carnaval de las almas” y “Le porte del silenzio” (1991), la última película de Lucio Fulci (que tanto se diferencia del resto de su filmografía). Cambia el sexo del protagonista (en la película de Fulci es un hombre) y algunos detalles más, pero la trama y el tratamiento de la misma tienen enormes similitudes: El accidente de coche, el personaje principal se vuelve cada vez más paranoico, aumentan las alucinaciones, la atmósfera claustrofóbica se densifica, cada vez es más difícil discernir entre la realidad y la ficción;  entre la “seguridad de la luz diurna” y la oscura y demencial pesadilla. Y sobre todo: Cada vez es más difícil distinguir entre la vida y la muerte…

También merecen ser destacadas la banda sonora y la exquisita fotografía en blanco y negro, que realza el poderío visual de la propuesta.

“Carnival of souls” es el único largometraje de su director Herk Harvey (1924-1996), quien además de ésta película sólo realizó cortos y algún que otro documental.

FHP, enero de 2016

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