La hija de la selva – Umberto Lenzi, 1982

La hija de la selva (V.O. Incontro nell´ultimo paradiso, a.k.a. “Daughter of the Jungle”)

Italia, 1982

Director: Umberto Lenzi

Género: Aventuras, comedia

Guión: Marina Garroni, Giovanni Lombardo Radice

Intérpretes: Sabrina Siani (Luana/Susan), Rodolfo Bigotti (Ringo), Renato Miracco (Butch)

Música: Roberto Donati, Fiamma Maglione

Argumento

Los amigos Ringo y Butch deciden pasar una temporada de vacaciones en una zona de los trópicos no especificada. Llegan procedentes de EEUU con un grupo de turistas para presenciar, en visita guiada, las “formas de vida tradicionales y milenarias” de los autóctonos. En realidad, los indígenas ya están más que “occidentalizados”, tienen sus televisiones, sus Coca-Colas, sus chándales deportivos y hasta la imagen del Papa Juan Pablo II en sus chozas… Pero cuando llega el grupo de turistas, súbitamente entran todos a cambiarse la ropa y a ataviarse con taparrabos para, literalmente, hacer el indio – deleitando así a los curiosos visitantes. Una guía turística suelta una larga perorata contando que esa tribu “Ha permanecido aislada de la civilización durante siglos…” mientras desde una de las chozas se escucha una televisión, desvelando así la burda mascarada.

Los dos colegas no están dispuestos a continuar el rutinario y aburrido programa del grupo turístico, sino que quieren explorar la zona por su cuenta. Así, se separan de los demás y se pasean por la ciudad, buscando contacto con los locales. La intención de ambos es alquilar una barca e internarse a través del río en la zona selvática.

En un local intentan pedir algo para comer, pero el personal del establecimiento los ahuyenta de malas maneras. Ese extraño restaurante está regentado por un francés apellidado Du Pret. Ringo y Butch se enzarzan en una pelea con los matones de “Moshe Dayan” (los dos turistas han apodado al francés como al tuerto general israelí porque lleva un monóculo negro); y son expulsados a golpes del “restaurante” (que es en realidad una tapadera que funciona como punto de encuentro para hampones).

Ringo y Butch alquilan una lancha y se internan río adentro, llegando cada vez a parajes más inhóspitos y selváticos. Pronto se para el motor de la embarcación, y deben constatar con horror que no tienen más gasolina. También se les están acabando las provisiones, y ya no saben como regresar. Por si todo ello fuera poco, el río está infestado de cocodrilos…

Tras grandes adversidades logran llegar a la costa y comienzan a adentrarse en la selva. Ahora sí que están alejados de la civilización… No tardan con encontrarse con indígenas “de verdad”, con una tribu compuesta por feroces caníbales.

Creen que es el fin, y uno de ellos se dispone a fumarse el último cigarillo… Entonces, los salvajes reaccionan con temor y admiración, pues nunca antes habian visto “la máquina de hacer fuego” – El mechero.

Son llevados ante el jefe tribal, que les recibe con todos los honores, tratándolos como a enviados de los dioses. Como “premio” van a tener que acostarse con una especie de matriarca de la tribu; una anciana horrible y deforme. Como nuestros amigos declinan tal “honor” y tratan de resistirse, son atados a sendos postes de la tortura y condenados a la pena capital…

Sin embargo, un helicóptero se avecina sobrevolando la zona y aterriza en aquellos selváticos parajes: Ringo y Butch van a tener unos salvadores insospechados; nada menos que el “Moshé Dayan” francés con cuyos secuaces se pelearon antes.

Monsieur Du Pret y sus esbirros son traficantes de rubíes, y se dedican a esclavizar a los indígenas de la selva para que trabajen por ellos buscando piedras preciosas en las minas. Du Pret piensa que Ringo y Butch también están allí por los rubíes; no se cree que han llegado por casualidad. Entonces, los dos le siguen la corriente, y para ganar tiempo dicen saber dónde se encuentra el más grande yacimiento y les proponen formar una sociedad.

Por la noche, los dos colegas logran escapar. Son perseguidos por los matones del francés pero caen en una trampa de redes que alguien había colocado en la selva, quedando colgados de un árbol. Los hombres de Du Pret los pierden de vista.

A la mañana siguiente, grande es la sorpresa de los dos aventureros cuando descubren que quien les había colocado la trampa era una escultural y espectacular rubia semidesnuda (sólo cubierta por un taparrabos de pieles). La chica, pese a ser de procedencia europea, parece haberse criado en la selva. No sabe hablar, tan solo emite sonidos guturales; y se comporta como un ser salvaje. “Debe ser la sobrina de Tarzán” dice uno de los amigos.

La atractiva joven vive en una cabaña en lo alto de un árbol. Es capaz de comunicarse con los animales (elefantes, hipopótamos, monos…) y éstos la obedecen. Inicialmente la chica desconfía de los dos extraños, pero éstos tratan de hacerse entender – dando lugar a divertidos equívocos.

Un día, mientras la chica salvaje observa indignada cómo los traficantes de rubíes propinan latigazos a los esclavizados indígenas; Ringo y Butch descubren un helicóptero siniestrado entre los matorrales – por lo menos lleva allí unos quince años. En su interior encuentran un diario, donde el autor habla sobre su hija Susan, de tres años, que iba a bordo con él. Ringo y Butch llegan a la conclusion de que Susan es la chica salvaje a la que acaban de conocer.

Ahora deberán encontrar la forma de salir de la selva, escapando de los caníbales y de los traficantes de rubíes. Los celos que surgen entre ambos a causa de la muchacha también serán un obstáculo al que deberán enfrentarse los dos amigos.

Comentario

Simpática y entretenida comedia de aventuras en la selva que bebe del subgénero de la “cannibal-exploitation” ochentera y los pseudo-documentales “mondo” italianos.

El más poderoso aliciente para visionar ésta película es sin duda la erótica (y exótica) presencia de Sabrina Siani, musa indiscutible de las películas de bárbaros a la italiana (surgidas a modo de rip-offs tras el éxito del Conan de Milius), de la espada y brujería de bajo presupuesto (“Conquest” de Lucio Fulci, “Ator” de Joe D´Amato, “Il Trono di Fuoco” o “Gunan” de Franco Prosperi, “La espada salvaje de Krotar” de Michele Massimo Tarantini…), del softcore y de la serie B en general.

Es muy de agradecer tener la oportunidad de ver a Sabrina Siani bañándose desnuda en un lago, cabalgando a lomos de un elefante o saltando de una rama a otra agarrada a una liana cual “sobrina de Tarzán” o versión femenina de Mowgly.

Aunque oficialmente (y por obvios motivos comerciales) Sabrina es considerada la protagonista del film, ella no aparece hasta bien entrada la media hora, y los personajes principales son en realidad el dúo de aventureros turistas compuesto por Butch y Ringo (Renato Miracco y Rodolfo Bigotti, respectivamente).

Éste film por lo demás bastante flojo cumple con creces su cometido de entretener – pues no es otra su pretensión – y varios de los “gags” están bien logrados.

Dirige la propuesta el célebre Umberto Lenzi, especializado en la exploitation, en los gialli y realizador también de un buen número de polizzieschi – como el memorable “Milano odia: La polizia non può sparare” (1974), protagonizado por el “cubano-romano” Tomás Milian. Asimismo, Lenzi hizo una incursión con “Ironmaster: La guerra del ferro” (1983) en el previamente mencionado subgénero de “bárbaros a la italiana” – el subgénero en el cual siempre destacó Sabrina Siani.

FHP, diciembre de 2015

Un comentario en “La hija de la selva – Umberto Lenzi, 1982

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s