Santo y Mantequilla Nápoles en la venganza de la Llorona – Miguel M. Delgado, 1974

Santo y Mantequilla Nápoles en la venganza de la Llorona

México, 1974

Director: Miguel M. Delgado

Guión: Francisco Cavazos

Intérpretes: El Santo (él mismo), José «Mantequilla» Nápoles (él mismo), Kikis Herrera (La Llorona), Ana Lilia Tovar (Lilia), Sonia Cavazos (Sonia), René Cardona (Severo Segovia)

Música: Gustavo César Carrión

Género: Luchadores, acción, terror

Hoy, 5 de febrero, se cumplen 33 años de la muerte del  luchador Rodolfo Guzmán Huerta (1917-1984), más conocido como el Santo; protagonista de una cincuentena de películas e icono cultural mexicano.

Argumento

El Santo, célebre luchador enmascarado de la lucha libre mexicana, combate en el ring contra su adversario El Dragón. Muchos telespectadores le contemplan, entre ellos dos embelesadas jóvenes admiradoras. Desde otro lugar, también siguen la transmisión de la pelea un torvo individuo tuerto con sus siniestros esbirros. Éstos planean hacer fracasar al Santo en su próxima misión…

Tras la pelea, el famoso luchador está citado con el profesor Esteban Lira; quien desea proponerle  un trabajo: Se trata de abrir un sepulcro de la época de la Nueva España perteneciente a una aristócrata del siglo XVII llamada Eugenia Esparza, para quitarle al cadáver su medallón; joya que conduce a un tesoro de 100.000 doblones de oro. Inicialmente el Santo rechaza con vehemencia la propuesta, pues le repele la idea de profanar y desvalijar una tumba. Pero cuando el profesor Lira insiste en que el dinero se destinará a causas benéficas como orfanatos y hospitales infantiles, el enmascarado luchador acepta colaborar.

El profesor, en presencia de su asistente Álvarez, le cuenta al Santo la espeluznante historia tras Eugenia Esparza: Hace trescientos años, esa mujer asesinó a sus hijos y luego se suicidó. Su alma en pena, en forma de fantasma, siguió en ésta dimensión aterrorizando a los vivos, a la vez que emitía lastimeros quejidos cada vez que buscaba provocar nuevas víctimas. Se trata de la maldición de la Llorona. En el siglo XVII, Eugenia Esparza mató a sus propios hijos antes de suicidarse con el único fin de dañar así a su marido, don José de Gonzaga, al que acusaba de infidelidad. Además, doña Eugenia pretendía que su esposo fuera arrestado y condenado deshonrosamente a muerte por prevaricación: La pérfida señora hizo desaparecer el tesoro de 100.000 doblones de oro que el Rey de España había confiado a Gonzaga (uno de sus emisarios en las Américas). Para urdir su plan demoníaco motivado por el rencor, doña Eugenia contó con la presencia de una enviada de Satanás. Ésta sirvió de intermediaria para que Eugenia Esparza sellara un pacto con el Diablo, firmando con su sangre un contrato por el cual su alma pasaba a ser propiedad del Maligno a cambio de la ayuda de éste para la realización de sus propósitos.

El profesor Lira logra convencer al Santo de que le ayude. Además de asegurar que el dinero del tesoro será destinado a la ayuda de niños desvalidos, argumenta también que “se comete profanación de tumbas si la sepultura es reciente, pero si tiene trescientos años ya se trata de investigación arqueológica”. Sin embargo, la razón por la cual el profesor desea encontrar la tumba de la Llorona no es sólo profesional: Pues él mismo desciende de Gonzaga (de los hijos que después de su absolución éste tuvo con otra mujer tras la muerte de Eugenia), y la maldición de la Llorona provoca que el primogénito de todos los descendientes de Gonzaga y su segunda esposa muera estrangulado durante su niñez. Ello ya sucedió con su propio hijo, y ahora el profesor teme por la vida de su nieto. Si encuentran el tesoro de Gonzaga, la donación del mismo para la salvación de vidas infantiles anulará el pacto satánico de la Llorona, y con él la maldición que pesa sobre los descendientes de Gonzaga.

Cuando el profesor Lira ha terminado su exposición al Santo, entran en la estancia sus sobrinas Lilia y Sonia, ansiosas por conocer al popular enmascarado de plata. Éstas jóvenes eran las admiradoras que lo veían a través de la televisión en las primeras escenas. El profesor decide que esa misma noche partirán en busca del sepulcro de doña Eugenia, pero no quiere que sus sobrinas vengan con ellos porque “puede ser peligroso”.

El Santo avisa a su amigo el boxeador Mantequilla Nápoles, para que les acompañe a él y al profesor en sus investigaciones de ultratumba.

Así, los dos luchadores y el sabio parten en coche rumbo a un bosque donde doña Eugenia fue sepultada tres siglos atrás. Sin que se den cuenta, son seguidos a distancia prudencial por las curiosas sobrinas del profesor. Y tras éstas, a su vez, avanza otro coche en cuyo interior se encuentran los bandidos del tuerto antes visto. Los delincuentes están compinchados con el desleal ayudante del profesor Lira, el rastrero profesor Álvarez, quien pretende adquirir los doblones de oro para su lucro personal.

Santo, Mantequilla y el profesor Lira acceden a una laberíntica cueva y avanzan por varios pasadizos hasta llegar al sarcófago que contiene los restos momificados de la difunta. Toman el medallón que a la Llorona le cuelga del cuello y se marchan. Sonia y Lilia, mientras tanto, también han entrado en la cueva pero han perdido de vista a su tío y a los dos luchadores. Cuando éstos salen de la cueva, sellan la salida con pesadas piedras sin saber que las chicas están dentro

Al mismo tiempo, la momia de doña Eugenia, desposeída de su medallón, abre sus pútridos ojos y comienza a moverse, caminando amenazadoramente hacia las dos aterrorizadas muchachas. Fuera, cuando el profesor se ha separado unos metros del Santo y de Mantequilla, se le echan encima los bandidos – que esperaban fuera agazapados para sustraerle el preciado medallón…

Comentario

Simpática y entretenida película de El Santo, héroe de la lucha libre mexicana, que en compañía de su compadre Mantequilla Nápoles y un erudito investigador deberá frenar la maldición trisecular del fantasma de Eugenia Esparza, alias “La Llorona”. La inquietante historia de ésta mujer no es una invención de los guionistas del film, sino una vieja leyenda de espectros que forma parte del folklore mexicano. Como suele suceder en esos casos, hay distintas versiones del relato popular. Con anterioridad ya se rodaron otras películas sobre ese personaje, como “La Maldición de la Llorona” (Rafael Baledón, 1963).

José “Mantequilla” Nápoles, compañero de reparto del Santo, es un boxeador cubano que emigró a México tras la llegada al poder de Fidel Castro y que continuó destacando en el pugilismo en su país de adopción; participando de paso en alguna que otra película. Su presencia en éste film aporta una cierta nota humorística.

El director Miguel M. Delgado dirigió otras películas con el Enmascarado de Plata, como “El Santo y Blue Demon vs. Dracula y el Hombre Lobo” (1973).

El icónico Santo, siempre con la característica máscara plateada que le oculta el rostro, protagonizó decenas de películas mayoritariamente rodadas a lo largo de los años setenta; donde con la ayuda de su valor, su astucia y su prodigiosa fuerza se enfrenta a monstruos o criminales (ya sea luchando contra enemigos humanos – peligrosos bandidos, científicos locos, megalómanos – o contra adversarios procedentes de la esfera paranormal: vampiros, momias, zombies, extraterrestres, etc).

Severo Segovia, el máximo jefe de los bandidos que tratan de hacerse con el medallón de la Llorona, está interpretado por René Cardona, director de otras películas de luchadores como “Blue Demon y Zovek en la invasión de los muertos” (1973) o de la infantil “Santa Claus” (1958). René Cardona, al igual que Mantequilla Nápoles, también era de origen cubano.

FHP, diciembre de 2015

Un comentario en “Santo y Mantequilla Nápoles en la venganza de la Llorona – Miguel M. Delgado, 1974

  1. Extenso dossier sobre el fenómeno de la lucha libre mexicana en el cine (películas del Santo, Blue Demon y demás) así como también en el comic:

    EL CINE DE LUCHADORES MEXICANO
    http://www.tebeosfera.com/documentos/el_cine_de_luchadores_mexicano.html

    «(…) A mediados de los 70 comienzan a cambiar los gustos del público y a desarrollarse otros personajes que desplaza este tipo de cine destinado no a un público refinado ni a élites culturales sino a las clases populares que abarrotan los cines de barrio aunque curiosamente en la actualidad asistimos al fenómeno inverso«

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