El Beso de Ultratumba – Carlos Toussaint, 1963

El beso de ultratumba

México, 1963

Director: Carlos Toussaint

Género: Terror

Guión: Alberto Ramírez de Aguilar

Intérpretes: Ana Bertha Lepe (Laura), Sergio Jurado (Emilio)

Música: Sergio Guerrero

Argumento

Emilio es un frustrado aspirante a escritor que sobrevive en la escasez, al carecer de recursos económicos. Las noches las pasa con sus amigotes en las tabernas, y el posadero siempre les debe fiar porque no tienen con qué pagar la cuenta. El gran sueño de Emilio, tal y como les confiesa a sus compañeros de parranda, es casarse un día con una mujer rica, para así poder vivir holgadamente y sin preocupaciones, dedicándose de lleno y sin más quebraderos de cabeza a sus menesteres literarios.

El paupérrimo novelista debe siempre pedir dinero prestado a amigos y conocidos para ir tirando. Uno de sus benefactores es un médico, antiguo amigo de sus difuntos padres. En la consulta de ese doctor, Emilio se fija en la joven recepcionista, la atractiva Laura, y empieza a cortejarla. Pronto comienzan a salir, y cuando Laura le dice que es la hija del multimillonario industrial don Julio del Castillo, Emilio piensa que esa es la oportunidad de su vida; y poco después, el pobre diablo le pide a la chica que se case con él.

Emilio debe de nuevo pedir más dinero prestado a sus acreedores de siempre, para impresionar a la familia de Laura, de modo que sus parientes no se percaten que él no tiene donde caerse muerto. Laura vive con su padre y con su hermano, que está a punto de marcharse a Europa para estudiar medicina; su madre murió cuando ella era pequeña. Así, el joven aspirante a heredero, le pide a don Julio la mano de su hija, haciéndose pasar por un exitoso artista. El magnate se la concede, y el matrimonio es fijado para unos meses más tarde.

Tras la boda, el hermano parte para Europa, y la pareja realiza su viaje de luna de miel. Entonces sucede una desgracia: el viejo don Julio se ha suicidado. Emilio y Laura regresan raudos a México, y el notario les informa que el empresario se había quitado la vida por estar en la ruina. La quiebra de sus industrias era algo que ya había acontecido hace tiempo, y el arruinado don Julio sólo estaba esperando a que su hija estuviera “bien casada” para dejar éste mundo por mano propia. La pérdida de su padre es un duro golpe para la joven Laura, pero también para Emilio, que había fundado sus esperanzas en heredar la fortuna del viejo para poder vivir sin preocupaciones y dedicarse tranquilamente a sus libros el resto de su vida.

Ahora Emilio está peor que antes: Con menos dinero, más deudas, y dos bocas que mantener en vez de una… Lo único que les queda es el seguro de vida de Laura, que Emilio como marido suyo podría cobrar si ella falleciese…

Un día, Emilio toma la determinación de marcharse con su esposa al pueblo donde se crió, a la vieja casa de sus padres, para vivir allí alejados de la ciudad y los acreedores. Se trata de una destartalada mansión en estado de semirruina, una prototípica “casa embrujada” impregnada con un aura maligna. Mientras Emilio se torna cada vez más tiránico hacia su sumisa y abnegada Laura, allí comienzan a suceder fenómenos extraños…

Comentario

Ésta vieja película de sugerente nombre con reminiscencias necrofílicas es una sumamente grata sorpresa, muy en la línea del gótico sesentero mexicano, subgénero del que Carlos Enrique Taboada es probablemente el máximo exponente. Por sus características argumentales y su puesta en escena podría perfectamente estar incluída en las “Historias para no dormir” de Ibáñez Serrador.

Lo que comienza pareciendo ser una comedia de enredos, con el protagonista sin dinero tratando de hacerse un hueco en la “alta sociedad”, se desarrolla paulatinamente hasta convertirse en un film de terror psicológico con elementos sobrenaturales. Inicialmente, el espectador siente una gran empatía hacia el pobre Emilio, que pese a su vagancia (o precisamente por ella) resulta simpático, pues aspira (como muchos de nosotros) a una seguridad económica para así poder dar rienda suelta a su creatividad sin otras molestas interferencias. Pero conforme los minutos avanzan, la simpatía inicial va desapareciendo, pues el espectador es testigo de cómo la codicia ha transformado a Emilio en un ser despreciable. Algo muy similar sucede en la también mexicana “Rapiña” (1975) del ya mencionado Taboada.

“El beso de ultratumba” ha envejecido muy bien. Para películas como ésta no pasan los años, pues el buen cine es atemporal. Muy recomendable.

FHP, 2015

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