Terror gótico mexicano: el cine de Carlos Enrique Taboada

 

Terror gótico mexicano: el cine de Carlos Enrique Taboada

Carlos Enrique Taboada, maestro del suspense en el país azteca, dirigió entre los años sesenta y ochenta varias películas de temática siniestra que a día de hoy están consideradas obras de culto. Poco favorecido por los críticos de su época, no logró el reconocimiento de los mismos hasta despues de su muerte, y sus films, actualmente, siguen siendo muy poco conocidos fuera de su país de origen.
El género gótico, que bebe de las influencias del cine de terror tradicional como Dracula de Tod Browning con Bela Lugosi, o el Frankenstein interpretado por Boris Karloff; ya se había hecho muy popular en México, por ejemplo con La Maldición de la Llorona, de Rafael Baledón, interesante adaptación al celuloide de una leyenda mexicana.
Los films de Taboada están rodados en general con un presupuesto bastante ajustado, pero eso no les resta calidad, y demuestra que con con pocos medios pueden hacerse excelentes películas si se tiene un talento parangonable al de Hitchcock o al de Mario Bava, como es su caso.

 

“Hasta el viento tiene miedo” (1968)

La acción se sitúa en un exclusivo colegio femenino donde la severa directora doña Bernarda (Marga López) impone una férrea disciplina a las jóvenes alumnas. Claudia, una de ellas, sufre inquietantes pesadillas en las que escucha una voz espectral que con insistencia la llama, y en las que ve a una chica ahorcada.
Cierto día, ella y algunas de sus compañeras deciden entrar a una vieja torre cercana a la escuela. Claudia reconoce allí el lugar que aparece en sus sueños, desde el cual el fantasma de una muchacha parece querer comunicarse con ella.
Las chicas son sorprendidas allí, y castigadas por la directora a permanecer en el centro durante las vacaciones.

 

Claudia

Por medio de la profesora Lucía, de carácter blando y que se lleva bien con las estudiantes, Claudia descubrirá que una antigua alumna llamada Andrea se suicidó en la torre por culpa de la intransigente doña Bernarda. Enseguida asocia el trágico suceso a las pesadillas que la atormentan, deduciendo que el espíritu de Andrea es el ente que la acosa…

SPOILER:
La intención del fantasma es atraer a una de las chicas a la torre (que se trate de Claudia es una mera cuestión de azar), para hacerla caer por las escaleras, matarla y posesionarse del cuerpo. De esa manera pretende vengarse de la malvada y cruel directora responsable de su muerte.
FIN DEL SPOILER

El film consigue cautivar al espectador desde el primer momento, y sumergirlo en una historia sencilla pero fascinante. Debo decir que el argumento de Hasta el viento tiene miedo me parece mucho más interesante que el de Suspiria, sin embargo a la obra de Taboada le harían falta más efectos característicos del cine de género italiano de aquellos años para ser perfecta: juegos de cámara, fotografía, y sobre todo música. Un film con esta trama, con atmósfera à la Argento (o fulciana) y con una banda sonora de los Goblin, sería para mi gusto personal el non plus ultra del cine de terror.

Éste clásico mexicano es televisado anualmente la Noche de los Muertos, víspera del día de Todos los Santos, y ya forma parte de la tradición filmográfica del país del tequila. Recientemente se ha realizado un remake homónimo, que parece ser un bodrio deleznable, según los admiradores de Taboada y las generaciones de mexicanos que han crecido viendo el Hasta el viento tiene miedo original.

 

El libro de piedra (1968)

La institutriz Julia (interpretada por Marga López, la misma actriz que En hasta el viento tiene miedo da vida a doña Bernarda) llega a casa de Eugenio Ruvalcaba, un millonario viudo, para hacerse cargo de la educación de su hija Silvia, niña problemática que padece desequilibrios mentales. La pequeña tiene un amigo imaginario, al que llama Hugo. No tardará Julia en descubrir que ese Hugo, en realidad una estatua en las inmediaciones de la casa,  es mucho más que un amigo imaginario, pues gracias a él Silvia tiene la facultad de anticipar acontecimientos, y extraños fenómenos paranormales se suceden continuamente en la mansión.

Tras la muerte de su esposa, Eugenio volvió a casarse con Mariana, a quien Silvia detesta. La nueva mujer del industrial comienza a sufrir extraños síntomas que llegan a tenerla postrada en la cama. Saldrá a la luz que esto es una consecuencia de prácticas de índole vuduística, pues Silvia se dedica a clavar agujas en una muñeca que representa a su madrastra. Siempre bajo la protección de su invisible amigo Hugo, ese sonriente niño de piedra, representado en la estatua junto al lago, portando en las manos un misterioso libro abierto…

Si en Hasta el viento tiene miedo fantasmas y venganzas de ultratumba eran los principales alicientes, en El libro de piedra la brujería y la magia negra son protagonistas indiscutibles. La pequeña Silvia recuerda ligeramente a la perversa niña de Bad Seed (Mervyn LeRoy – 1955), interesantísimo film de género similar.

Un tanto inferior a la película que la precede, más no por ello deja de resultar altamente recomendable.

 

Más negro que la noche (1975)

La jóven Ofelia recibe la noticia de la muerte de su tía Susana, una rica anciana con la que nunca se llevó bien, pero que sin embargo le lega su tétrica mansión. Con la condición de que se haga cargo de su querido gato Becquer (quien da nombre a la película, pues es “más negro que la noche”).
La heredera se traslada a su nueva residencia acompañada por tres amigas. Tendrán que convivir con una vieja criada llamada Sofía, siempre hierática y sombría, que durante muchos años sirvió a la difunta señora de la casa.

Aurora, una de las chicas, siente una fuerte repulsión por los gatos. Esto no hará fácil la vida en la lóbrega morada, pues el felino Becquer se encuentra siempre rondando por las habitaciones, sobre todo por aquella en la que murió su dueña, que es casualmente la que le es asignada a Aurora. Ésta comienza a oir por las noches angustiosos gemidos y espeluznantes gritos espectrales atribuídos al fantasma de doña Susana, que continuamente llama a su gato.
Una mañana, Aurora descubre con suma consternación que Becquer ha matado a su canario. Poco despues el gato desaparece. Ofelia, preocupada por el paradero del animal, de cuya custodia es responsable, se entera por Sofía que ha cometido la atroz fechoría de masacrar al pobre pájaro de su amiga, y que por ello, seguramente temiendo represalias, se ha escondido en algún lugar de la enorme casa.
Un par de días más tarde Becquer aparece en el sótano. Está muerto. Al parecer se quedó encerrado y feneció por inanición.
Tras este gatuno fallecimiento, sucesos inquietantes y aterradoras apariciones comienzan a atormentar a las chicas de la casa, sobre todo a Aurora. Ofelia permanece escéptica pues es la que menos percibe esos fenómenos.

Si bien algunos diálogos resultan involuntariamente hilarantes y la trama junto a su consiguiente desenlace es bastante previsible, el film tiene un particular encanto que le hace ser recordado con cariño.

 

Veneno para las hadas (1984)

Verónica es una niña huérfana que vive con su abuela y una criada. Las historias y leyendas que esta última le cuenta despiertan en ella una fascinación obsesiva por el mundo de las brujas. Verónica desea convertirse en una, juega a ser hechicera, y logra hacerle creer a su amiga Flavia que es en realidad una omnipotente bruja experta en magia negra. Flavia le pide que lo demuestre, que si es verdad la libre de sus clases de piano, impartidas por la pesada madame Ricard. La aspirante a nigromante repone que no habría ningún problema: solo deben realizar un pacto con el diablo, con velas negras y conjuros, para lograr su objetivo. Algunos días despues de la ceremonia, durante una de las lecciones, la profesora francesa súbitamente se desploma sin vida víctima de un infarto, en presencia de la estupefacta Flavia. Ésta le dice a Verónica que no quería matar a madame Ricard, y comienza a tener remordimientos, aderezados con nocturnas pesadillas. La brujita sin embargo, fría como un témpano, no muestra el más leve signo de estar conmovida.
A partir de ahora, la dominante Verónica, pérfida y ambiciosa, manipulará a Flavia sin escrúpulos para que siempre cumpla su voluntad; pues se aprovecha de que su inocente amiga cree con firmeza en su condición de bruja. Verónica consigue que Flavia la lleve consigo y sus padres a la hacienda propiedad de su familia, que es muy rica. Allí revelará su plan de fabricar un veneno para las hadas, acérrimas enemigas de las brujas, y ambas niñas se lanzan a la búsqueda de insólitos (pero tradicionales) ingredientes para elaborarlo: colas de lagartija, patas de arañas, piel de serpiente, tierra de cementerio, vísceras de sapo y cenizas de cruz quemada entre otras cosas.

 

Flavia (izquierda) y Verónica

Excelente película macabra, mi favorita de Taboada junto a Hasta el viento tiene miedo, Veneno para las hadas cuenta con un sorprendente final que no desvelaré ni en spoiler, uno de los mejores que he visto en el cine mexicano de suspense-terror. Además, la banda sonora es muy buena, algo que no destaca particulamente en otros films de este director. Mis elogios a la partitura de Carlos Jiménez Mabarak.
La película cuenta con una característica peculiar en cuanto al uso de la cámara y los planos: A los adultos que intervienen no se les ve el rostro durante todo el metraje, a excepción de unos breves segundos en los casos de la abuela de Verónica y la profesora de piano muerta. Son siempre vistos desde abajo, desde la perspectiva de las dos niñas, en las cuales se centra el film constantemente. Muchas veces solo se oyen sus voces y se ven sus sombras.

Veneno para las hadas fue el último largometraje dirigido por este cineasta, y uno de los pocos que cosechó un éxito considerable desde el momento mismo de su estreno.
Sirva pues mi artículo para reivindicar a Carlos Enrique Taboada, el hitchcock azteca, maestro mexicano del cine de género, cuya fama debería traspasar las fronteras de su patria pues lamentablemente es muy poco conocido en otros países, incluso entre los seguidores del terror fílmico.

FHP, 2008 (Alucinecinéfago)

 

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